Con paciencia y calma absoluta, de paso firme aunque portaba bastón, más alegre por sentirse honorado por ser el centro de atención, gracias a la realización del documental El caos y el orden, del cineasta español Miguel Ángel Tobías, así era como se mostraba Manuel Felguérez en diciembre del 2016, cuando accedió a compartir ante la prensa la experiencia de hacer este testimonial.
Posteriormente a la conferencia de medios, el maestro plástico conversó únicamente con Reporte Indigo durante 15 minutos. Parte de la entrevista quedó inédita hasta el día de hoy, y con motivo de su reciente fallecimiento, esta casa editorial a manera de homenaje trae los fragmentos de la charla que habían quedado en el tintero editorial.
Felguérez reconocía el talento de sus contemporáneos, de Arturo Rivera expresaba que “Me encanta como pintor”, del coahuilense Julio Galán “Fue muy amigo y murió en Zacatecas, también fue apreciado”, y al hablar de Rufino Tamayo sus risas se dejaron escapar entre la plática “Fue como el hermano mayor, siempre estuvo cerca de nosotros, a veces nos fusilaba. Le gustaba lo que hacíamos, también lo aprecié muchísimo fue muy amigo y me encanta su color desde luego”.
Sin duda también le gustaba hablar de los plásticos internacionales, al cuestionarle su opinión del estadounidense Jackson Pollock, quien era conocido por hacer expresionismo abstracto, el zacatecano dijo “Siempre fue como el provocador del arte de nuestra generación, porque nosotros somos del principio de los cincuenta y él en los cincuenta ya era Pollock”.
El artista plástico, que gustaba hacer esculturas con piezas ferrosas o incluso lo que encontraba en la basura, recordaba anécdotas sin parar, sobretodo aquellas polémicas que resultaban entre muralistas de dónde acomodar sus obras, y que exigían los espacios consagrados, Felguérez era feliz de poder irse a los inmuebles donde socialmente ocurrían las cosas.
Esta inmensa instalación de 1961 fue recuperada por el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) en 2014, mismo que permanece en exhibición permanente. Otro ejemplo de cómo su arte persiste en inmuebles modernos es Teorema inmóvil, que fue realizado bajo comisión para el Auditorio Nacional en 2002, o la obra El espejo (1977) que yace al interior de El planetario Alfa en San Pedro Garza García, Nuevo León.
“Pasan 50 años y de repente me invitan de la Secretaría de Educación, que si hago un mural ¿tú qué dirías? Pues sí ¿no?, ‘Bueno pues ¿dónde?’, ‘aquí frente a la escalera de Siqueiros y en el patio atrás de Diego (Rivera)’, ‘Chin ¿qué hago yo aquí?’ exactamente lo que tanto critiqué, debía yo decir que no, así es la vida, si vas ocupando lugares que van quedando vacíos, igual que nosotros pues vienen los nuevos”, continuó entre risas Felguérez.
El montaje al que se refiere el zacatecano es Ecuación en acero, inaugurada en 2010, en el edificio de la calle Argentina en pleno Centro Histórico, esta obra se encuentra en suspensión con cables, debido a que su peso ronda alrededor de las 25 toneladas.
“Ser mexicano es algo a tú favor”
De lo que se considera en el presente como arte contemporáneo, Felguérez veía que claramente en México se reconoce el talento de Gabriel Orozco, quien radica en Japón, pero también admitía que muchos otros nuevos rostros se encuentran en acenso actualmente.
“Ahora está lo que llaman arte contemporáneo, o sea conceptos diferentes de lo que era en nuestros tiempos y el arte que se hace hoy tiene que corresponder a esos nuevos conceptos y el lugar común que todo mundo conoce es a Gabriel Orozco, pero hay como muchísimos jóvenes metidos en los lugares más inesperados que nosotros nunca logramos”, platicó hace cuatro años el hoy difunto.
El que fuera egresado de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” en 1951, observaba que claramente la nueva generación de artistas ya respondían a los estándares del mercado global, lo que a “La generación de la ruptura”, a la que él perteneció, nunca le sucedió.
Recordando a Christo y Anish Kapoor
Solo unos días de distancia separa el fallecimiento de Christo Vladimirov Javacheff “Christo” del de Manuel Felguérez, ya que el artista plástico búlgaro tuvo su deceso el 31 de mayo pasado y el zacatecano apenas partió el 8 de junio.
Hace cuatro años, mientras el artista mexicano hablaba de las tendencias que suceden entre la juventud, tomó un espacio para recordar el arte disruptivo que hacía “Christo” en distintas latitudes, que convertía su intervención en un suceso que acaparaba por la magnitud colosal.
El maestro plástico ejemplificó también con la obra de Anish Kapoor, que estuvo ese año en el MUAC, que recibió amplio reconocimiento y difusión en medios, cuando a ‘La generación de la ruptura’ sucedía lo contrario, precisamente por ir en contra de lo preestablecido.
“Eso no es nuestro mundo, ya es un mundo diferente, y los artistas que cubran esa demanda serán diferentes y tendrán otros conceptos. A mí muchas veces me invitan, por edad o lo que sea, a ser jurado, hace años que yo no acepto ser jurado, porque lo que yo creo, pertenece a mí tiempo y los de ahora tienen que creer otra cosa o no existen”, puntualizó.
Los sueños de Felguérez
En el documental El caos y el orden, el muralista platica que dormía poco en las noches, al cuestionársele con qué sueña, de manera metafórica, él respondió que deseaba tener un mecenas que nunca se impusiera con un presupuesto limitado.
“Mira yo he hecho mucho arte público, y siento que siempre lo he hecho con grandes restricciones económicas, por eso recurrí a la chatarra y a los materiales baratos. ¿qué sueño? Que me llamaran para hacer algo muy importante y me dijeran ‘lo que cueste, haz lo que quieras, cueste lo que cueste’, porque entonces puedes imaginar cosas grandiosas y eso nunca te llega en la vida porque nadie te dice ‘lo que cueste’ te dicen ‘no se hace porque no hay dinero’”, exclamó una vez más entre risas.