Fausto VI, el tatuador que crea poesía ‘viviente’
Fausto VI dejó de lado la relación entre la tinta y el papel para mudarse a la piel humana y así tatuar en las personas sus versos. El poeta, quien se encuentra elaborando su segundo poemario, explica su proceso y lo que lo llevó a él
José Pablo EspíndolaPara lidiar con la adolescencia y las hormonas, Fausto Alzati Fernández comenzó a escribir poesía. Recuerda que su primer acercamiento con este género literario fue a través de los libritos que venían en los cassettes que escuchaba, como Violator, de Depeche Mode, o algunos de Guns N’ Roses.
Luego, al leer la biografía de Jim Morrison descubrió los libros que al músico le gustaban. Así fue su primer contacto con lo que podría llamarse poesía. Después se adentró al mundo de otros autores, como William Blake y Xavier Villaurrutia.
“Me gustó la posibilidad, por un lado, de encontrar expresión, quizá, para cosas tan abstractas como las experiencias o las emociones y, por otro lado, la posibilidad que, a través del uso del lenguaje, de los símbolos, de la representación, podía ampliar nuestra percepción”, comparte Fausto VI, como se hace llamar ahora el poeta.
Con el tiempo y varios libros publicados, como Inmanencia viral (2009), Poemas perrones pa’ la raza (2012) y Buda, drogas y pop (2013), Fausto VI dejó de lado la estrecha relación entre la tinta y el papel para mudarse a la piel humana.
Actualmente, el poeta se encuentra tatuando los textos de Episodios Trascendentales, su segundo poemario, en el cuerpo de cualquier persona que lo desee.
“Me hice mi primer tatuaje a los 15 años, ni siquiera sé por qué me lo hice, la neta. Estaba por Plaza Galería y había un estudio de tatuajes, era menor de edad, así que le pedí a un tipo que estaba en la calle que firmara, que fuera mi adulto responsable”, comparte de esa primera experiencia.
Con los años se fue haciendo más tatuajes y, gradualmente, prestó más atención para saber cómo se hacían.
“Hace unos años, había sacado mi libro Buda, drogas y pop, y estaba un poco abrumado por todo el aparato discursivo, retórico y conceptual de la escritura, y quería hacer algo más palpable, tangible y con contacto directo con las personas. Me fui a comprar una máquina para tatuar, piel de cerdo y empecé a practicar y a practicar; poco a poco, comenzó a venir gente para tatuarse conmigo y, de repente, ya me dedicaba a eso”, platica.
Poesía en la piel
El primer poemario que tatuó Fasto VI verso por verso fue Acá también tengo cómo quererte. Lo realizó en 180 personas. Después se hizo un libro con las fotos de las personas tatuadas y con los poemas impresos, con un tiraje de 2 mil.
“La convocatoria fue a través de redes sociales, pero jaló mucha gente, hubo mucho interés, quizá por novedad o curiosidad, y también pronto se vio involucrada la prensa y comenzó a venir gente de más lejos a tatuarse. La neta es que para mí fue una sorpresa muy grata”, dice.
A las dos horas de haber lanzado dicha convocatoria ya había 40 personas interesadas agendando una cita para tatuarse.
Fasto VI escribe sus poemas a mano, ya que le gusta mucho más el proceso y el resultado de esta técnica. La gente que decide tatuarse acude a su estudio, se toma algo, ojea el poemario y selecciona el fragmento y determina en qué parte del cuerpo lo quiere.
“Este nuevo poemario que voy a tatuar se llama Episodios Trascendentales, y es como tomarle el pulso a ciertos momentos, de apertura, amplitud, percepción, sensibilidad y de comunión con el entorno, con un dado momento donde se trasciende un poco lo temporal”, explica.
Los temas que atraviesa son la cotidianidad, el misticismo, el erotismo, la relación con la mortalidad, y los usos del lenguaje mismo. Requiere de 200 personas para concluir esta obra.
Inicialmente, lo que le interesaba o buscaba Fasto VI sólo era un plan experimental; sin embargo, lo que descubrió fueron otras maneras de abordar la poesía, donde esta sea leída en muchas circunstancias cotidianas, o inadvertidas, como en el transporte público o en el baño, y con ello ir incidiendo en que la poesía no es tan ajena como parece.
“A veces, en la idea de lo cultural, la poesía acaba por parecer una celebración de la sofisticación, o del rebuscamiento, o los sofismos, y esta es parte del lenguaje mismo, las palabras se definen unas otras, jamás tocamos los fenómenos con el lenguaje, sino que aludimos a ellos. El lenguaje se ve en cualquier momento, lleva entonación, inflexión, métrica y, a veces, rima inadvertida”, expresa.
Por eso quiere incitar para que la gente entienda que la poesía es un suceso compartido, común, de cierta manera, y amplíe lo participe que son de ella.
Un viaje por América
Un proyecto que tiene en mente Fausto VI es, quizá, grandilocuente y osado, pero le gustaría recorrer el continente, Centro y Sudamérica, principalmente, los países donde se habla español, y tatuar un poema en cada país.
“Con ello hacer un siguiente poemario, sobre la marcha. Me gustaría hacerlo en motocicleta para irme permeando de los paisajes, de la gente y de toda esa vitalidad y así extenderlo más. Estos poemarios funcionan como una suerte de campo expandido, donde su lectura se va expandiendo y extendiendo a donde las personas se desplacen con sus versos”, afirma.
En conexión
Si quieres formar parte de este proyecto puedes contactar a Fausto VI en:
IG: @faustosexto