Más allá de la masificación, Fascinoma busca ser un festival con sentido
El festival ofreció una atmósfera única y comodidades como hotel, piscinas y campamento. Además, se priorizó el bienestar de sus asistentes, buscando una verdadera celebración cultural y musical
Al caer la noche, el Volcán de Colima se desvaneció en la oscuridad, mientras los primeros beats de Fascinoma comenzaban a vibrar en la antigua fábrica textil de Metepec, Atlixco, Puebla. La calma de la tarde dio paso a una energía arrolladora que transformó el espacio en un santuario de sonidos. La cultura DJ se apoderó de todo, fusionando vinilo y digital en una atmósfera donde la música no solo se escuchaba, sino que se vivía. Los bajos profundos y los sintetizadores envolvían el aire.
Durante tres días, la pista de baile se convirtió en un flujo constante de energía. Cada mezcla, cada transición, mantenía la vibración en ascenso, creando una conexión profunda entre la música y el público. Fascinoma fue un viaje sensorial, donde el sonido se transformó en una experiencia colectiva, desde los primeros acordes hasta la última madrugada, la música fue el pretexto para vivir una experiencia de desconexión y libertad.