La tercera edición de Fascinoma se realizó el 29 y 30 de noviembre y 1 de diciembre. Foto: Especial

Más allá de la masificación, Fascinoma busca ser un festival con sentido

El festival ofreció una atmósfera única y comodidades como hotel, piscinas y campamento. Además, se priorizó el bienestar de sus asistentes, buscando una verdadera celebración cultural y musical

Al caer la noche, el Volcán de Colima se desvaneció en la oscuridad, mientras los primeros beats de Fascinoma comenzaban a vibrar en la antigua fábrica textil de Metepec, Atlixco, Puebla. La calma de la tarde dio paso a una energía arrolladora que transformó el espacio en un santuario de sonidos. La cultura DJ se apoderó de todo, fusionando vinilo y digital en una atmósfera donde la música no solo se escuchaba, sino que se vivía. Los bajos profundos y los sintetizadores envolvían el aire.

Durante tres días, la pista de baile se convirtió en un flujo constante de energía. Cada mezcla, cada transición, mantenía la vibración en ascenso, creando una conexión profunda entre la música y el público. Fascinoma fue un viaje sensorial, donde el sonido se transformó en una experiencia colectiva, desde los primeros acordes hasta la última madrugada, la música fue el pretexto  para vivir una experiencia de desconexión y libertad.

El festival se desarrolló apegado a los principios de la cultura DJ; calidad musical, inversión en sonido, y el fortalecimiento de las relaciones entre los diversos colectivos, artistas y promotores que integran la escena musical en México. Foto: Karina Corona
Lejos de la masificación, este festival se centró en el bienestar de sus asistentes, ofreciendo una verdadera celebración cultural sin los agobios ni las tensiones propias de los eventos convencionales. Foto: Karina Corona
La intimidad entre los invitados y los artistas fue el ingrediente mágico. Con esta premisa, el festival buscó crear un espacio integral, alejado de la experiencia masiva, transformándola en algo personal. Foto: Karina Corona
El enfoque estuvo en una producción que favoreciera la cercanía y la conexión entre todos los participantes. Foto: Karina Corona
Se buscó brindar un espacio cómodo, seguro, inclusivo e íntimo para un evento de talla mundial. Foto: Karina Corona
Se realizó en Atlixco, Puebla, en un espacio donde se pudo convivir y disfrutar, de manera ideal, de la mejor música del mundo. Foto: Karina Corona
A solo 90 minutos de la Ciudad de México, el lugar contó con dos escenarios de baile y todas las facilidades necesarias para que los invitados pudieran expresarse con total libertad. Foto: Karina Corona
Este festival está pensado para vivir una experiencia auténtica, cómoda y llena de sentido. No es para todos, es para aquellos que valoran la conexión, la música y la comunidad. Foto: Karina Corona
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