Falla de San Andrés y el próximo gran terremoto, ¿en cuenta regresiva?

Esta falla es una cicatriz geológica en una zona de constante fricción que acumula energía que eventualmente se libera en forma de sismos

Poco más de cinco años después de los temblores ocurridos en California, vuelve a surgir la gran pregunta sobre si el Big One está más cerca que nunca, el megaterremoto que ocurriría derivado de la Falla de San Andrés, que afectaría desde aquel estado de lado del vecino del norte hasta México.

La Falla de San Andrés , de acuerdo con la NASA, es una cicatriz geológica que separa las placas tectónicas de Norteamérica y del Pacífico, una zona de constante fricción donde las placas se deslizan una contra otra, acumulando energía que eventualmente se libera en forma de sismos y que ahora vuelve a estar en boca de todos. Pero, ¿por qué?.

Si bien el panorama que se baraja es que el megaterremoto se concentraría en California, con impacto en ciudades como San Francisco, San José y Los Ángeles, la cercanía geográfica con Baja California la convierte en una región altamente vulnerable, lo que naturalmente podría tener un impacto en un radio de 160 kilómetros desde el epicentro lo que, a su vez, haría eco en México.

Diagrama de la Falla de San Andrés. Foto: Captura de pantalla

Big One, aún impredecible

Si bien no es posible predecir exactamente cuándo ocurrirá el próximo Big One, las huellas que han dejado los registros históricos los últimos terremotos registrados por la Falla de San Andrés, podría ser pistas de cuándo podría darse el próximo, que según estudios geológicos y registros históricos ocurren aproximadamente cada 150 años.

De acuerdo con el registro, el último gran terremoto en la Falla ocurrió en 1906, lo que devastó la ciudad de San Francisco, dejando un saldo de miles de muertos y pérdidas materiales cuyo alcance fue superior.

Considerando el estimado en el que se da un megaterremoto, los investigadores barajan que el próximo Big One podría ocurrir en tres décadas, con una magnitud de 8 grados, lo que provocaría una destrucción de hasta 17 mil construcciones de concreto en zonas de alto riesgo así como la interrupción de servicios básicos.

Los expertos en el tema consideran que el monitoreo constante de la Falla de San Andrés es fundamental para mitigar los efectos de un posible gran terremoto, tanto en Estados Unidos como en México. Por esa razón, la preparación, la investigación y la conciencia sobre los riesgos son esenciales para afrontar los desafíos que devengan con una catástrofe de la que no se pueden medir, pero sí calcular los alcances. 

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