“Fabudélicas”, la psicodelia de lo cotidiano 

Mediante 17 relatos ilustrados por Mariana Magdaleno, Eduardo Pérez ‘Spooky’ invita al lector a reflexionar sobre la conciencia, la fantasía y el momento presente
Karina Vargas Karina Vargas Publicado el
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Protagonizado por seres de la naturaleza que evocan las historias de los hermanos Grimm, el libro Fabudélicas, de Eduardo Pérez ContrerasSpooky”, es una mezcla de fábulas, cuentos y ensoñaciones que reflejan la importancia de vivir conscientemente.

La obra de Ediciones Recreo (2022) contiene 17 relatos que hablan del tiempo o la libertad con el mismo peso que señalan la avaricia o la destrucción del mundo; todos ellos, ilustrados por Mariana Magdaleno, artista capitalina que mezcla la realidad y la fantasía en un mismo trazo.

“Esta lectura nos despierta esa sensación extraña de que lo que sucede en nuestra vida también sucede en el mundo imaginario y viceversa, de que vivimos en mundos paralelos, que, en determinados momentos, se cruzan en una línea dramática y nos transforman”, afirma la escritora Laura Esquivel en la página cuatro del tomo.

Su prólogo se complementa con la descripción del publicista Santiago Pando Marino, quien asegura que estos escritos psicodélicos son un puente entre el mundo del artificio y el reino natural.

“Si originalmente las fábulas tienen como objetivo moralizar, el propósito de Fabudélicas es desmoralizar, en el sentido de invitarnos a abandonar el sistema de creencias de la moral que nos esclaviza, para abrir el corazón y liberarnos”, escribe.

Sin embargo, este compendio en el que igual habita un reloj que corre sin rumbo, un gusano medidor, una serpiente estrafalaria o un perro ovejero, tiene una definición propia:

“No son cuentos, no son fábulas; las Fabudélicas son lo que les da la gana”.

Naturaleza, primera inspiración

Redactor de tiempo completo y admirador de los ciclos naturales como el que lleva a un botón a florecer, el autor cuenta que el libro fue cobrando vida a partir de ordenar textos guardados en el cajón de los pendientes y de materializar una idea antaña de colaboración con Mariana Magdaleno.

“Cuando las cosas se habían estabilizado un poco desde que empezó la pandemia, me senté a darle forma a algunos textos, que son, en su mayoría, sobre la enseñanza de la naturaleza.

“Puede llegar a ser algo muy sencillo, como la puesta del Sol, para entender el ritmo del tiempo y darnos cuenta de que tú no puedes apresurar nada, hasta entender el lenguaje cósmico y comprender cómo un alma se proyecta a la tercera dimensión. Al retomar muchas de las cosas que tenía escritas me di cuenta que ya había algunas piezas que empezaban a ser un libro”, narra Eduardo Pérez Contreras “Spooky”, en entrevista con Reporte Índigo.

Al percatarse que esos cuentos, fábulas, “lo-que-les-da-la-gana”, tenían relación con el trabajo de la artista, se reunió con ella y pactaron dar inicio al proyecto.

El resultado de la interpretación plástica de los escritos, “Spooky” lo califica como obras de arte que cuentan su propia historia sin traicionar la esencia del relato que acompañan, “es un último apéndice de cada fábula”.

“Hay algunas más literales, pero, por ejemplo, en la de ‘La rata y el gato’, el ratón está señalando la sombra del gato que es un humano, entonces, ahí hay una interpretación muy profunda de quién mueve los hilos realmente, de ¿a qué te estás vendiendo?”, expresa.

Pensamientos profundos, palabras sencillas

Al destacar su profesión como una actividad enfocada en difundir un mensaje, el escritor explica que gracias a esta práctica fue por la que tradujo las reflexiones de experiencias adultas en un lenguaje sencillo con el que se identifican lectores de distintas edades.

“Cuando tú te regodeas demasiado, cuando cualquier narrador se las quiere dar de demasiado intelectual, está atentando contra la esencia misma de su oficio, que es que los demás lo entiendan. Cuando tú te sientas a escribir, sucede una especie de canalización, esa es la creatividad.

“Cuando tú pones una atención especial a la vida, le estás haciendo una ceremonia. Psicodelia quiere decir ‘lo que expresa el alma’ y lo que hacen las ‘plantas del poder’ es abrir el alma”
Eduardo PérezAutor de Fabudélicas

“Cuando a mí me preguntan cómo es un proceso creativo, les digo ‘ponte a escribir, ponte a trabajar’, y de alguna forma mágica vas a empezar a tener pensamientos creativos, a obtener información, hallazgos, que tienen que ver con una buena observación”, menciona.

Eduardo Pérez Contreras agrega que todo lo anterior pudo tomar forma a través de los personajes que eligió.

“Si tú no ves ponerse el Sol o crecer una flor o cómo sube la marea, no entiendes nada, la naturaleza es muy didáctica y te enseña que las cosas requieren tiempo y que, a cada acción, viene una reacción, y que siempre puedes decidir cómo te caen las cosas del ambiente”, dice.

Para ahondar en esto refiere a la fábula de “La oruga y la hormiga”, en la que aborda la diferencia entre el encierro y la introspección, un símil de lo que él atestiguó durante el confinamiento por la emergencia sanitaria.

La cotidianidad en Fabudélicas

Respecto a los pilares del libro para definir la temática de cada historia, el también fundador de la agencia RECREO precisa que el eje de Fabudélicas son las experiencias cotidianas en las que entrelaza temas profundos, entre ellos, la vanidad, el ego o la explotación laboral.

Cuenta que, aunque en uno de los relatos no hay personajes que representen conductas humanas, porque la protagonista es la naturaleza que se crea y se transforma, expone que, incluso en lo apocalíptico, hay cotidianidad.

“Spooky” afirma que los aprendizajes que plasma en el libro derivan de un viaje continuo, “que es la razón de la existencia”.

Cuenta que en el proceso de terminar su próximo libro: Visitas a casa de los abuelos, en el que explora las ceremonias que se llevan a cabo en torno a las “plantas de poder” o “plantas sagradas”, tuvo un momento de análisis sobre el tránsito de la vida.

“Somos almas experimentándose en distintas realidades, en un viaje a través de distintas vibraciones, de la densidad a la sutileza. El ser humano es magnetismo y vibración, mientras hace más sutil su vibración, todo lo que hay a su alrededor se recompone.

“Hablando con un maestro, en una ceremonia, le dije ‘el último punto del viaje es la iluminación ¿no?, ¿qué pasa ahí?’, y me respondió ‘te das cuenta que nunca hubo un viaje, siempre fuiste lo que eres y ‘el viaje’ fue para darte cuenta’”.

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