Hace una década, el Museo Jumex lanzó la promesa de que “todo se vuelve más ligero”. En conmemoración de este aniversario, el museo invitó a Lisa Phillips, directora del Nuevo Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York, para curar una exposición que se presenta como una exploración de cómo mantenerse relevante.
La exhibición Everything gets lighter está inspirada en un poema de John Giorno, titulado “Everyone gets lighter”, que recuerda que “la vida es un montón de presentes, y cada día obtienes un montón de regalos”.
El Museo Jumex surge de las inquietudes de Eugenio López Alonso, quien a mediados de la década de los 90 inició una colección de arte. Sin embargo, su aprecio por la plástica no se centraba en la acumulación, sino en compartir su gusto por el arte contemporáneo.
Así, en 2001 nace la Fundación Jumex Arte Contemporáneo, con su primera sede en las instalaciones de la marca en Ecatepec. En 2013, el Museo Jumex abre sus puertas con la visión de convertirse en un espacio público para dar a conocer la obra de artistas contemporáneos.
“Arte Light”
Everything gets lighter es una muestra que reúne a 66 artistas, nacionales e internacionales de la colección Jumex, cuya evocación a lo “Light” no se limita solo a la luminiscencia. “Light” es luz, pero en inglés puede referirse a muchas otras cosas: ligereza, levedad, incluso humor; todas esas acepciones caben en los tres pisos de la exposición. Fotografía, escultura, pintura e instalaciones se unen en el Museo con un equilibrio entre artistas locales y extranjeros.
La curaduría de las piezas estuvo a cargo de Lisa Phillips, cuya conexión con México, su arte y su papel en el mundo data de hace casi cuatro décadas, cuando era estudiante. La curadora neoyorkina y la Fundación tienen una relación de 20 años, en donde ambas partes han trabajado en varios proyectos.
“Me sentí muy honrada cuando Eugenio me pidió que trabajara en esta exposición que marca el décimo aniversario de Jumex. La invitación fue organizar una exposición que tomara piezas de la propia colección, así que revisé cuidadosamente todo en sus extensas posesiones.
“Identifiqué los puntos fuertes de la colección y pensé cómo crear una exhibición temática que los reuniera a todos”, comenta la curadora, quien agradeció a Kit Hammonds, el curador principal del Museo, por ayudarla a seleccionar las piezas que se presentarán por primera vez en esta muestra.
Para la curadora, la muestra tiene elementos dramáticos, una secuencia de eventos y emociones que recorren cada uno de los tres niveles de la exposición. En ocasiones, esos elementos son tan sutiles como un alambre que sale de la pared en el primer piso o una maga impresión que anuncia “Everyone gets lighter” sobre un lienzo color arcoíris.
Por su parte, Hammonds, invita a los visitantes del museo a pensar la exposición en términos de poesía.
“Una de las cosas que creo es particularmente importante en esta exhibición es considerar la poesía del arte contemporáneo, la poesía material, como una manera de congregar y reconsiderar posturas políticas, personales y ecológicas. De muchas maneras, ese es el subtexto de la exhibición, que es acerca de lo que es el arte y lo que puede ser, lo cual ha sido un reto constante en el arte del siglo XXI”, comenta el encargado del museo.
La curaduría de la exposición
La naturaleza misma del arte se somete a cuestionamiento con una de las primeras piezas en exhibición en el museo. A la sombra de una instalación de James Turrell, que abarca prácticamente todo el primer piso y para la cual se requieren grupos de menos de 6 personas para entrar, se encuentra “Moving wire” de Charles Ray.
En una pared completa, que hace perfecto uso del espacio en blanco del museo, sin ningún artificio visible más que dos pequeños agujeros en la pared, un alambre sale del muro por uno de ellos y se estira hasta tocar el suelo mientras su otro extremo se retrae en la pared; todo en una danza sin inicio ni final que evoca toda la levedad que cabe en el concepto “light”.
“El arte puede ser un gesto material tan sutil como para provocar una experiencia en una escala mucho mayor, tanto físicamente como en otros sentidos. Este trabajo representa, creo yo, algunas de las poesías materiales y físicas más interesantes de la exhibición”, comenta Hammonds al respecto de “Moving Wire”.
Esta provocación artística está presente en toda la exposición. Incluso el montacargas fue intervenido con una pieza que trabaja con luces led; sin embargo, Everything gets lighter no se sostiene solo con instalaciones que desafían las concepciones ortodoxas del arte. Casi todo el segundo piso se encuentra dedicado a plástica, fotografía, pintura y escultura, que encuentran en la luz y la ligereza un punto en común.
Entre las piezas que resaltan en esta segunda parte de la muestra está el trabajo de Mary Corse, parte del movimiento californiano Luz y Espacio, cuya obra “White Light Painting” cierra el segundo piso.
Un lienzo blanco, totalmente cubierto con pintura y microesferas de cristal, que cambia de acuerdo con la interacción que tiene la luz sobre la superficie de la pieza, un ejemplo de lo que la luz puede hacer sobre la percepción y un recordatorio del papel de la percepción en la creación artística según la artista californiana.
Al subir las escaleras de concreto crudo se encuentra la última de las salas. “Fountain (Buddha)” de Sherrie Levine recibe a los visitantes a la entrada, retomando el ready-made original. Phillips y compañía dan a este mingitorio de cobre un lugar privilegiado. El piso, como apunta la curadora, está dedicado al tema de la resurrección y el renacimiento.
Con piezas hechas en su mayoría con materiales desechados o cotidianos, la tercera planta del museo aprovecha sus espacios y su luz para dar protagonismo a piezas monumentales y obras que requieren la interacción de quienes las contemplan.