El ritmo acelerado en el que se vive, los horarios, el tráfico y los problemas personales pueden parecer interminables, pero lo importante es que te tomes el tiempo de relajarte, para así evitar que aumente el riesgo de sufrir un infarto.
De hecho, está comprobado que el estrés tiene una conexión directa con los ataques al corazón, de acuerdo a expertos de la Universidad de Harvard.
Por ello, especialistas recomiendan que hagas un “alto” en el día y te vayas a un lugar que te da paz, aunque éste sea la acera de la oficina. Caminar unos cuantos pasos harán la diferencia.
Respirar profundo, estirarse y distraerse de los problemas también puede ser de gran ayuda para relajarse y dejar que el cuerpo también lo haga, ya que cuando aumentan los niveles de estrés, los músculos se contraen y el corazón aumenta la velocidad con la que bombea sangre.
Y, claro, para poder evitar tener “explosiones” de coraje que afecten tu salud anímica, se aconseja comer y dormir bien. Bien se dice que “las penas con pan son menos”.
