Estrés, ansiedad y miedo; así viven personal médico y sus familiares el Covid-19

Laborar en la primera linea de fuego no es fácil para el personal médico y menos aún para sus familiares quienes viven estrés, ansiedad y miedo constantes al contagio de Covid-19
Elizabeth González-Manrique Elizabeth González-Manrique Publicado el
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El primer frente de batalla contra la pandemia de coronavirus Covid-19 está en los hospitales, sin embargo, no es en las instituciones hospitalarias en donde se queda el estrés, ansiedad y miedo del personal médico, pues el temor de llevar el contagio hasta sus familiares siempre acompaña al personal sanitario.

Tanto médicos, enfermeras, camilleros, paramédicos y personal de limpieza viven son la misma angustia; la de llevar el contagio a sus casas; donde hay niños, ancianos y otras personas pertenecientes a grupos vulnerables.

Por otra parte sus familiares esperan en casa llenos de miedo ante un eventual contagio, situación que necesariamente ha cambiado su dinámica familiar pues abrazarse y besarse, como algunos normalmente lo hacían, ya no es posible.

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Así lo vive Pita Vargas, esposa de un jefe de camilleros que trabaja en un hospital del Estado de México, que apoya a su pareja a seguir estricto protocolo de llegada.

Vargas comenta que su esposo fue firme al momento de exigir material de protección para él y el personal a su cargo, para protegerse y proteger a sus familiares.

“Él es muy disciplinado desde el momento en que les indicaron que todo paciente sería tratado como probable Covid-19 , no dejó que sus colaboradores atendieran a pacientes sin equipo de protección personal”, menciona Pita.

Por ello su esposo solicitó a su empresa el equipo necesario, el cual sí les fue otorgado al momento de pedirlo. Para evitar contagios el esposo de Pita cumple un ritual de limpieza y desinfección antes de ingresar a su casa.

Desde que sale del hospital se baña , toda la ropa y zapatos que usa allá allá se queda , cuando llega a casa rociamos los zapatos , guantes , llaves , casco de su moto , teléfono , todo rociado de cloro con agua , lavado de manos , no saluda a mi mamá o al niño hasta que se ha desinfectado”, menciona Vargas.

Las consecuencias de atender pacientes con Covid-19 van más allá de la limpieza excesiva diaria o el cansancio, pues el esposo de Pita debe sumar la mella a su estado de ánimo debido a las muertes que ocurren durante su turno.

Él está muy tranquilo , aunque siento que se bajonea de ver tanto muerto durante el turno . Trata de ser positivo y menciona que todo pasará . Aunque le indigna como a todo trabajador de la salud , ver gente que tose sin cubrirse , que sale sin cubrebocas , que no se cuida
Pita Vargasesposa de jefe de camilleros

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Por otro lado, la paramédico Estefani García, quien labora en un municipio de Jalisco comenta lo difícil que es vencer el miedo cuando los llaman para atender un paciente con síntomas respiratorios.

“El mayor estrés cuando recibimos un llamado para acudir a atender una emergencia, es que nos digan que tiene problemas respiratorios”, menciona.

García debe seguir un protocolo preestablecido para colocarse pieza por pieza el equipo de protección y evitar contagios, algo que podría suceder pese al cuidado puesto.

La joven paramédica menciona que pese al miedo siguen realizando sus labores con el más estricto profesionalismo, pues la vida de los pacientes se encuentra en juego.

“A pesar de estar en contacto con un posible caso de Covid-19 y de que estamos conscientes del posible contagio, tratamos al paciente con el mismo respeto, profesionalismo y calidez, siguiendo las medidas que se tienen que tomar. Haciendo sentir al paciente y a sus familiares cómodos”, relata.

Como todo el personal al servicio de la salud Estaefani y sus familiares toman precauciones par evitar que el contagio entre a sus hogares.

Sin embargo, ella debe ser aún más precavida pues sus pequeños hijos, de los que pasa varias horas separada, buscan su abrazo al momento en el que llega a casa.

“Al llegar a casa después de que termina el turno, realmente me escondo de mis hijos porque corren a abrazarme. Después de seguir otro protocolo de ‘descontaminación’ en mi casa, entonces puedo abrazarlos y conversar con ellos”, platica.

Al igual que el esposo de Pita vargas, Estefani comienza a notar cambios en su ánimo y hábitos de sueño, pues el estrés y el miedo son sus constantes acompañantes. La esperanza de ella y sus compañeros es que todo está termine pronto y que al finalizar se encuentren juntos.

Las noches particularmente son difíciles, dormir de corrido es prácticamente imposible. El estrés es demasiado. No lo digo solamente por mi, sino por la percepción general en mis compañeros. Todos esperamos que esto termine ya y que al finalizar, estemos completos
Estefani Garcíaparamédico

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Sandra Morales, que se desempeña como administrativa en el Hospital Materno Infantil Dr. Nicolás M. Cedillo, en Azcapotzalco, también vive con miedo constante, pese a que en el centro de salud en el que labora no han habido casos de Covid-19.

“El hospital es pequeño, tendrá unas 19 camas y atiende a mujeres embarazadas o que se vayan a realizar alguna interrupción del embarazo”, comenta.

Sandra comenta que el personal que se encontraba entre la población de riesgo, personas mayores de 68 años, embarazadas, entre otros, fue enviado a su casa.

Sin embargo esos turnos que faltaban por cubrir fueron absorbidos por el personal restante, que adquirió más obligaciones desde inicios de abril, cuando la pandemia se recrudeció.

“Al principio con las conversaciones de mis compañeras de enfermería, notaba la angustia que ellas mismas sentían por no recibir información oficial, no se les había informado cómo realizar el triage en caso que acudiera un paciente con síntomas ni se les había dado material para reforzar las medidas de seguridad”, comenta.

Otro de los comentarios más comunes entre el personal del hospital en el que labora Sandra era el temor a llevar el contagio hasta sus familias, por lo que la joven madre comenzó a tomar medidas.

“Se expandía el temor entre todos de poder contagiar a nuestros familiares. Yo llegaba, luego luego me quitaba la ropa que había usado ese día, la echaba a la lavadora y yo me metía a bañar antes de saludar a mi familia”, relata.

Sandra, al igual que algunos de sus compañeros, optó por no ‘sobre informarse’, armarse de valor y continuar con sus labores, evitando así que el miedo la paralizara ante el virus.

“Con el tiempo, he decidido dejar de escuchar esas historias y ver el mínimo de noticias sobre el tema, sobretodo por la angustia que me estaba y me sigue generando la situación. Después de todo creo es un mecanismo que ocupé para seguir trabajando porque en esas condiciones ya me aterraba ir al trabajo”, platica.

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