El cine de engaños, de estafas millonarias o de jóvenes que buscan embaucar romántica y económicamente a personas de la tercera edad, son una constante en Hollywood; sin embargo, también en el mercado fílmico internacional hay propuestas que apuestan por estas ficciones, que envuelven por completo.
Esto sucede en La farsa, película de 2022 de Francia, que llegó a México el 29 de diciembre pasado, en donde conocemos la historia de Adrien y Margot, dos jóvenes que prefieren la vida fácil, conquistar a personas que les doblan la edad, y de ahí sacar todo su sustento económico, y lo que comienza siendo un juego para ellos, termina en un crimen pasional que, incluso, es llevado a juicio; ahi es donde inicia esta tergiversada ficción.
Nicolas Bedos, director y guionista del largometraje, confiesa que para él fue un proceso tortuoso el hacer el libreto de su película; primero, porque tenía la intención de publicar un libro con esta historia, pero no logró darle forma, asi que mejor lo llevó al lenguaje cinematográfico.
El realizador francés reconoce que durante su juventud vivía en un estado de ocio, al igual que Adrien era un chico que prefería vivir del dinero de otra persona; este momento letárgico de su vida lo inspiró para hacerlo en película, reconoce Bedos en entrevista ante la prensa del Festival Internacional de Cannes.
“Digamos que es la historia de un perdedor mantenido por mujeres mayores que se enamorará perdidamente de otra estafadora, Margot, que depende de otros hombres mayores, cuya aventura conduce a una gran manipulación amorosa”, expresa el cineasta.
Algo que también observa Bedos, y lo hace latente en su largometraje, es que la contraparte de quienes se aprovechan estos jóvenes es una sociedad aburguesada, que vive de la pose, que ha llegado a un punto de sus vidas en donde no hay una pasión, ni una pulsión al amor, han olvidado lo que es vivir la vida al límite, con los riesgos de una adultez en ciernes.
“Quería hablar de ese mundo de gente que tiene dinero y que, sin embargo, anda a tropezones desesperada y lastimosamente en sus vidas incompletas. También quería que la audiencia se enamorara. Había hablado mucho de sentimientos, de parejas, pero no de deseo. Mi objetivo era sobre todo hacer una película sobre la pasión, el deseo sensual y puramente físico, a través del personaje de Margot”, indica el director.
Por ejemplo, Adrien conoció por azares del destino a Martha Duval, una actriz que vive del recuerdo de su éxito en el pasado y que gusta de la compañía de hombres más jóvenes que ella, entonces, le abre las puertas de su mansión, y el chico, quien fantasea con ser un escritor, desperdicia su tiempo en su computadora sin escribir una sola línea en días.
Por otro lado, Margot salta de hombre en hombre mayor, pero cuando conoce a Adrien, quien es más joven que ella, encuentra en él a alguien cautivador, y juntos se saben estafadores de estos círculos opulentes.
Juntos encuentran a una “víctima” perfecta, Simon Laurenti, un empresario inmobiliario y hombre serio de familia, a quien ponen en jaque y planean cómo exprimirle hasta el último centavo, pero todo se sale de control y el empresario se vuelve presunto culpable de asesinato contra Margot.
La película va y viene entre flashbacks y tiempo presente, que ocurre durante el juicio de Laurenti; el cineasta explica que este proceso legal es un hilo conductor que lleva al espectador paso a paso, y Bedos pulió el arco dramático para mantener al cinéfilo al borde de la butaca.
“El juicio es el narrador de la película. Comenta, orienta y entretiene. Volví a ver JFK (1991), Philadelphia (1993), El proceso (1962) y muchas otras. También vi algunas películas malas para identificar errores en el género. Fui asesorado por dos amigos abogados que verificaron todo, cómo hablas con el juez, quién está en qué parte de la corte. El juicio tenía que ser creíble. Y eso es cierto para todos los guiones: necesitas ritmo y credibilidad.”, indica el realizador.