Enrique Serna publica “Lealtad al fantasma”, libro sobre el influjo de los deseos
Los siete cuentos reunidos en el libro Lealtad al fantasma tienen un común denominador: la irrupción de una voluntad bajo el influjo del deseo. En entrevista, su autor, Enrique Serna, habla sobre su intención de narrar sobre las pulsiones del ser humano, así como de las masculinidades
Karina Corona¿En qué se transforman los seres proclives al dejarse invadir, ya sea en la entrega amorosa, en la idolatría, o en la sumisión a un artífice traicionero? Esta pregunta se la cuestiona el escritor Enrique Serna en su nuevo libro Lealtad al fantasma (Alfaguara, 2022), el cual reúne siete cuentos de ficciones tragicómicas, donde el común denominador de sus protagonistas es la irrupción de su voluntad bajo el influjo de sus deseos, bajas pasiones y anhelos.
El amargo crepúsculo de un donjuán provinciano, la disputa de una pareja por el cariño de su mascota, un maestro enamorado de su mejor alumna, la devoción patológica de una empleada hacia una diva de Hollywood y el colapso de una abuela cuando invade su lecho la polarización política del país, son parte de las historias, donde fuerzas sobrenaturales gobiernan su vida.
“Cuando estaba escribiendo El vendedor del silencio, una novela histórica que me obligaba a ser muy riguroso en la construcción de época, a no cometer anacronismos y convertirme en una especie de médium que trata de resucitar a una figura del pasado, tal vez, la imaginación por querer huir a historias más placenteras empecé a jugar con ideas para cuentos; una vez terminada la novela me puse escribirlas y de ahí salió este libro”, narra Enrique Serna.
Se vencen ante sus pulsiones
En entrevista con Reporte Índigo, el ganador en 2019 del Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria relata que este libro parte de la lucha interna de las personas ante sus pasiones amorosas, del cómo se pierde el control por un ideal romántico que termina por desintegrar su personalidad, convirtiéndose en alguien diferente o sólo descubrirse poseído por espectros dominantes.
“Quise hacer una analogía entre ese avasallamiento existencial con asuntos como la fuerza sobrenatural, que alguien llegue a dudar de su propia existencia”, indica.
Historias funestas y hasta perversas de seres cuyo destino pudiese estar escrito con base en sus reacciones ante las pulsiones, pero no por ello, Enrique Serna los descontextualiza del México contemporáneo.
Por ejemplo, el cuento “Abuela en brama” es la historia de una dama burguesa enamorada de un poeta proletario, en plena campaña presidencial de 2018, cuando hay una gran polarización política y la sociedad está dividida en bandos antagónicos.
“Quise ubicar a mis personajes en el actual contexto histórico y social, porque puede ser muy bonito que influyan en sus relaciones; en ‘Abuela en brama’ el tema político va a repercutir en su relación por un muchacho, porque ninguno de los dos encaja en el ambiente del otro y esto acaba siendo un factor importante para que ese amor no pueda prosperar”, indica.
Si bien en ciertos cuentos, como el antes mencionado, pueden presentar “discusiones políticas acaloradas”, el autor indica que, al final, el lector es quién tendrá la última palabra, pues en este caso de elegir algún partido él es imparcial.
“Creo que la ficción no es un buen campo para expresar opiniones políticas, por eso tengo otras tribunas periodísticas y lo he hecho en particular sobre este Gobierno, pero la ficción me parece que es un espacio donde yo me limito a mostrar puertas sociales que entran en pugna y a serle fiel a mis personajes, sin querer tomar partido”, explica.
En este sentido, Enrique Serna platica que en cada libro se trata de involucrar emocionalmente con sus personajes, pues es la única manera de narrar desde su conciencia y dar una ilusión de vida, pero, al mismo tiempo, los observa con cierto distanciamiento para mostrar su lado “ridículo”, una característica de cualquier ser humano tiene, incluido él.
En el cuento “El anillo maléfico” Enrique Serna presenta a Leonardo Pimentel, un autor con el que hace un ejercicio metaliterario y que bien podría funcionar como su alter ego.
“Tiene ciertas similitudes conmigo, es una especie de parodia que hago, en donde Pimentel le explica al personaje principal por qué está metido en ese atolladero, quise ser un juego entre esos dos personajes.
“Siempre parto de la observación de mi propio carácter, entonces le doy ciertos atributos a un personaje que colocó en una circunstancia que puede ser muy diferente a la que yo vivo y entonces empieza a cobrar vida propia. Todos los personajes tienen algo de mí, incluyendo las mujeres, por supuesto, por ejemplo, la protagonista de ‘Abuela en brama’ tiene bastante de mi propio carácter y la edad”, relata.
El darles vida a personajes femeninos le ha permitido, además de saber cómo se ve la vida desde esa perspectiva, enfrentarse a un desafío obligado como autor; porque ponerse en el lugar el sexo opuesto le resulta una experiencia muy liberadora.
La figura del ‘Don Juan’ para Enrique Serna
Otra característica en sus cuentos es la figura del “Don Juan”, hombres que por su intento de seducción caen en masculinidades tóxicas.
“En particular, en dos cuentos hay un parteaguas existencial, donde esas aventuras eróticas tienen consecuencias grandes; cuando hay un Don Juan victorioso su ego se hincha de una manera desproporcionada, a mí me gustan y me interesa reventar esas burbujas para demostrar qué es lo que queda cuando el ego vuelve a su tamaño natural.
“Sí hay una crítica de la masculinidad en donde estos hombres tienen facha de conquistador, pero que resultan ser vulnerables; al final, acabarán en una situación crítica. Son hombres que, por una parte, están acostumbrados a desechar y que se sienten irresistibles a su poder de seducción y los que se enamoran”, indica.
Cada cuento tiene como hilo conductor un humor crudo, directo y sin tapujos, orquestados por la virtuosidad de Enrique Serna, lo que vuelve al libro una serie entre dichas y desgracias de los personajes que bien pueden estar inspirados en la vida real.
“No creo que sea un escritor satírico puro, porque la sátira tiende a hacer figuras grotescas, deformar la personalidad y caricaturizar; yo sí me tomé en serio los sentimientos de mis personajes, más bien yo tengo alma de comediógrafo, es una colección de comedias condensadas”, puntualiza.
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