Satisfacción, superioridad y hasta alegría son algunas de las emociones que siente una persona después de haber hecho trampa o de haber engañado a alguien. Cada vez que se llevan a cabo acciones sin ética o moralmente inapropiadas, las personas se sienten culpables, pero un nuevo estudio señala que el remordimiento solamente se trata de la respuesta reescrita por la autoridad moral interior de cada uno (la voz de la conciencia y el deber).
En la investigación llevada a cabo por expertos de las universidades de Washington, Harvard, Pensilvania y la London Business School, los resultados indicaron que tras el engaño o la trampa, los participantes del estudio mejoraron su humor y tuvieron un boost emocional, contrario a los voluntarios honestos.
“El hecho de que las personas se sientan felices después de hacer trampa es preocupante”, menciona en The New York Times Nicole E. Ruedy, la autora del estudio, “y como hay emociones apoyando esa conducta, las personas serán más propensas a volverlo a hacer”.
Y es que hacer trampa –o engañar– cada vez es más fácil, ya que “tenemos muchas maneras de hacerlo como anónimos, sobre todo a través de la Web”, dice Scott Wiltermuth, profesor de la Universidad del Sur de California, quien no participó en la investigación, pero se dedica al estudio de la ética en el comportamiento.
Wiltermuth añade que las personas pueden felicitar a otras por su “inteligencia” y sus logros por lo que ven publicado en la Web, pero todo podría ser información basada en el engaño, así como cuando un niño se copia de su compañero en un examen, su calificación de 100 no será por esfuerzo, pero este sentirá la alegría de tener ese puntaje.
Los resultados del estudio fueron publicados en la revista científica The Journal of Personality and Social Psychology.
Y de acuerdo a un estudio publicado el año pasado en The Proceedings of the National Academy of Sciences, en Estados Unidos, la mayoría miente o engaña cuando llena formularios oficiales como actas de impuestos y pólizas de seguros.
El profesor Scott Wiltermuth recomienda que se utilicen mensajes publicitarios como “un primate podría tratar de engañar a nuestro sistema”, con ello, se socava la alegría y la satisfacción de los tramposos.