Enfriarse está de más

Si por pereza, cansancio, andar a contrarreloj u otra razón sueles saltarte el (aparentemente) infalible periodo de enfriamiento al fin de tu rutina de acondicionamiento físico, no pasa nada. A tu cuerpo no le hace gran diferencia. 

Así lo demostraron investigadores del Departamento de Ciencias del Movimiento Humano de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, luego de someter a 36 personas adultas a un arduo programa de entrenamiento, en el que tuvieron que realizar desplantes hacia el frente mientras sostenían mancuernas. 

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
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Si por pereza, cansancio, andar a contrarreloj u otra razón sueles saltarte el (aparentemente) infalible periodo de enfriamiento al fin de tu rutina de acondicionamiento físico, no pasa nada. A tu cuerpo no le hace gran diferencia. 

Así lo demostraron investigadores del Departamento de Ciencias del Movimiento Humano de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, luego de someter a 36 personas adultas a un arduo programa de entrenamiento, en el que tuvieron que realizar desplantes hacia el frente mientras sostenían mancuernas. 

Algunos de los participantes pedalearon en una bicicleta estática para calentar durante 20 minutos previo a la sesión. Otros hicieron los mismo para enfriar los músculos al terminar la actividad. Y otros simplemente se ejercitaron sin una rutina de calentamiento y enfriamiento. 

Si bien se ha dicho que el enfriamiento después del ejercicio es un tónico muscular que nuestro cuerpo agradecerá al día siguiente, no fue lo que se reflejó en este estudio, cuyos resultados fueron publicados en diciembre de 2012 en The Journal of Human Kinetics.

Los voluntarios fueron sujetos a una prueba para medir el umbral del dolor. Aquellos que calentaron antes de ejercitarse reportaron el umbral del dolor más alto, mientras que la sensación de dolor fue mayor para quienes enfriaron al fin del entrenamiento. Incluso fue igual que la que experimentaron los participantes que no enfriaron ni calentaron.  

Rob Herbert, del departamento de Investigación de Neurociencia de Australia, dijo a The New York Times que al menos que la ciencia no demuestre lo contrario, las personas no deben de preocuparse por enfriar después de hacer ejercicio. Si lo hacen, no les va a perjudicar, pero  “(…) si no quieren, no deberían sentir la necesidad de hacerlo”. 

Herbert encabezó un experimento cuyos hallazgos, publicados en 2007 por el Australian Journal of Physiotherapy, coinciden con los arrojados en el estudio realizado por los científicos noruegos, así como con otra investigación publicada el año anterior por The Journal of Strength and Conditioning Research.

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