Más sexting, menos cursilerías, poca intimidad y una que otra ruptura amorosa son algunas consecuencias de la pandemia y su intromisión en las relaciones sexoafectivas en occidente.
Y es que el distanciamiento social puede salvar vidas, pero también alejar a quienes ya estaban cerca; aunado a lo mucho que cuesta permanecer estable con alguien en tiempos contemporáneos.
La emergencia sanitaria reconfiguró la vida de muchas parejas alrededor del mundo. En algunos casos, para bien: hay a quienes el tiempo juntos y encerrados les funcionó para conocerse mejor y unirse más; pero también están los que ya no soportan tanta cercanía o quienes deben esconderse en oscuros rincones de la casa para tener intimidad y que los abuelos e hijos no los escuchen.
“No hemos tenido tanto tiempo para estar juntos y disfrutar solos como pareja”, platica Sofía.
También existen los que se separaron definitivamente porque, al estar encerrados cada uno en su casa, no toleraron la falta de contacto físico, tal como le ocurrió a Luisa:
Otros casos comunes, son quienes se separaron porque uno de los dos tiene COVID-19, como Brenda y el fin de su relación sentimental, precedido por “el estrés por el contagio, separarnos por ser positivo él; tener que mantenernos distanciados durante más de tres meses”.
La emergencia pudo afectar a casi la mitad de los mexicanos, sus relaciones sexoafectivas y conducta sexual.
Según un estudio elaborado por la Asociación Mexicana para la Salud Sexual (Amsaac) para conocer los cambios sexoafectivos durante la pandemia, 43 por ciento de los encuestados reportó una disminución en su conducta sexual.
Por otro lado, 38 por ciento incrementaron el uso de videollamadas sexuales y sexting y 8 por ciento percibieron un incremento de la violencia de pareja por el confinamiento.
Paulina Millán Álvarez, directora de Investigación del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex), explica que la pandemia no sólo exigió a las personas distanciarse de otros, sino que, en muchos casos, familias enteras se juntaron para aislarse del virus refugiados en una sola casa, lo cual redujo la intimidad que las parejas habían conseguido.
La especialista explica que las relaciones de pareja en pandemia han sufrido dos cambios importantes: “algunas personas han sentido que su deseo sexual incrementa por momentos, pero muchos otros han declarado que su deseo sexual está por el suelo”.
Esto tiene que ver con las historias de vida de cada uno, aunadas a los posibles problemas de pareja que se arrastraron hasta esta época de la historia y que incrementaron por “situaciones relacionadas con la salud mental, como la ansiedad, depresión y una baja en la calidad de vida porque está comprobado que hay una conexión entre eso y el tema de la sexualidad”.
La experta explica que hoy las relaciones atraviesan por dos cambios importantes: los que mejoraron su relación porque la pandemia les permitió intimar, estar más juntos y platicar más; y quienes quizá ya tenían problemas y la emergencia vino a incrementar su crisis, acelerarla y terminaron separándose.
Independientemente de lo sentimental, dice, el punto en común para todos fue la modificación de sus hábitos sexuales y la falta de espacios para intimar, aunado al temor de contagiarse; “la pérdida de privacidad, las preocupaciones por el dinero y trabajo, el cuidado de los hijos en casa son varios de los motivos por los que se perdió la conexión sexual”.
Varias mexicanas coinciden en que las preocupaciones por la crisis sanitaria y económica que el mundo atraviesa sí modificaron sus hábitos sexuales; tales como Sandra, quien admite que la pandemia no les permite a ella y su pareja “tener un espacio con holgura total en nuestras experiencias sexuales. Por otro lado, las preocupaciones por falta de dinero y trabajo”.
¿Disfunción sexual por la pandemia?
“Es más fácil abrir las piernas que abrir la boca”, dice Paulina Millán, citando las palabras de su colega en su podcast Sexópolis en Spotify.
La especialista asegura que las disfunciones sexuales no son cien por ciento físicas, sino que están influenciadas por el contexto de los integrantes de pareja y su situación psicológica individual.
Aunque la comunicación es la base para terminar con este tipo de problemas, muchas personas prefieren guardar silencio.
Según el estudio de Amsaac, sólo 4.14 por ciento de las personas encuestadas reportó un aumento en sus conductas sexuales después del inicio del confinamiento. Además, casi la mitad de quienes conviven con niños o familias ampliadas reportaron que su privacidad empeoró desde que empezó la contingencia.
Así lo confirma Patricia, quien narra que desde el inicio de la pandemia ella y su pareja no han tenido relaciones sexuales, actividades que han reemplazado por constantes peleas entre ambos.
Por otro lado, dice Amsaac, prácticas como el sexting y llamadas sexuales incrementaron en alrededor de 38 por ciento; y el uso de la pornografía creció en 36.8 por ciento de los hombres.
En pandemia hay más violencia
También están los micromachismos y otras demostraciones de violencia entre la pareja donde, en los casos más graves, las mujeres deben huir de sus hogares para salvar su vida.
Según la Red Nacional de Refugios (RNR), de 2019 a 2020 incrementó en 300 por ciento la cantidad de mexicanas que solicitaron auxilio ante amenazas contra su integridad por parte de sus parejas.
“Aumentó la violencia física, psicológica, verbal, económica por parte de él hacia mí, estar en cuarentena a él le agrada pues así tiene control total de mí y mis tiempos”, platica Marcela, una víctima de violencia machista y de la pandemia.
Y aún cuando no existan situaciones graves de violencia, los micromachismos, aunque a simple vista parecieran inofensivos, también afectan la sexualidad de las mujeres, explica Paulina Millán.
A fin de cuentas, por pequeñas que parezcan, las actitudes machistas cotidianas no dejan de ser violencias.
La encuesta de Amsaac reveló que durante la pandemia estas son las conductas más frecuentes de violencia sufrida en pareja por lo menos una vez:
- Mi pareja no toma en cuenta mis necesidades sexuales: 43%
- Mi pareja se enoja conmigo si no hago lo que él/ella quiere: 38%
- Mi pareja se pone celoso/a y sospecha de mis amistades: 36%
- Mi pareja me rechaza cuando quiero tener relaciones sexuales con él/ella: 35%
- Mi pareja vigila todo lo que yo hago: 30%
- Mi pareja ha llegado a insultarme: 28%
“Lo que llevamos a la cama es la suma de todo lo que vivimos”, explica la especialista y afirma que las situaciones de violencia pueden provocar desde falta de apetito sexual hasta dolor durante la penetración en las relaciones sexuales.
Carolina acepta que, desde que inició la cuarentena, tuvo que convivir más con su pareja… pero también con todos sus micromachismos. “Él se quedó en casa, pues no tenía tanto trabajo y en vez de hacer cosas en el hogar o colaborar con el cuidado de nuestros hijos, yo debía seguir encargándome de todo”.
Después de eso, su marido comenzó a trabajar más y fue entonces cuando “se desconectó por completo”.
La clave, dice la sexóloga Paulina Millán, es aprender a diferenciar la pasión del compromiso y la intimidad, que implica “que yo conecte con otra persona, me muestre vulnerable y podamos platicar libremente de nuestros problemas”.
Si no se pueden tener las tres, explica, conservar la intimidad podría ser la clave para mantener una conexión: comunicarse, hablar, tocarse y confiar en el otro puede ayudar a mantenerse juntos más allá de cualquier pandemia.
@ItsMonseOrtiz