En la mirada de algunos extranjeros, el mexicano es un masoquista por comer picante todos los días, por tener como diversión de viernes por la noche dejarse electrocutar hasta retorcerse de dolor o por gozar de la explosión ruidosa que provocan las trompetas y violines del mariachi.
Algunas de estas singularidades alentaron al ilustrador ecuatoriano-chileno Alberto Montt a realizar un libro dedicado a México. Sazonado con mucho humor e ironía, México, la obra maestra del diablo (Planeta, 2023) es un libro que puede provocar carcajadas a cualquier mexicano capaz de reírse de sí mismo o dejar perplejo a extranjeros cuando descubran que en una noche cualquiera aquí se puede cenar una decena de tacos picosos o fritangas con mucha salsa, pero jamás una rebanada de sandía porque esta sí hace daño.
Nacido en Ecuador en 1972, Alberto Montt pasó su infancia alimentándose de la cultura mexicana a través de programas de televisión como Siempre en Domingo, la Carabina de Ambrosio, las películas de Cantinflas, Tin Tán, Capulina y el Santo. Por eso, cada vez que visita México se siente como en casa y esta vez, un poco azuzado por sus amigos y editores, decidió reunir en un libro algunos ejemplos de lo que considera rarezas y excentricidades de este país y sus habitantes.
“Creo que es un libro que no lo puede hacer un mexicano porque hay muchas cosas que hacemos en nuestros lugares de origen que están absolutamente normalizadas, que las entendemos como obvias. Necesitas que alguien venga y te pregunte por qué pasa o hacemos eso”, dice en entrevista con Reporte Índigo el ilustrador y humorista.
“Para mí, tener la oportunidad de hablar sobre México fue porque tengo muchos amigos allí, conozco mucha gente, les he hecho comentarios o preguntado por qué pasa esto acá y me dicen ‘¿cómo? ¿Eso no pasa en todo el mundo?, ¿No hay acaso un pasillo entero en los supermercados destinados al gel?”.
De la mano del Diablo, un personaje sarcástico y preguntón, el libro presenta ejemplos del masoquismo, excesos, vanidades, pasiones y pecados de los mexicanos.
El volumen, según su autor, es “un espejo liviano y gracioso para los mexicanos, puede ser una guía divertida para los extranjeros y, sin duda, es un gran regalo para dárselo a quien pueda y sepa reírse de sí mismo”.
“Ahí está la verdadera salud de un pueblo, ¿no? Cuando eres capaz de mirarte, encontrarte en la mirada del otro y reírte al respecto”, añade.
El humor como resistencia
Montt cuenta que cuando estaba preparando el libro, su amigo Bef, el historietista, le advirtió de lo sensible que puede ser la gente en México con algunos temas, principalmente si los comentarios vienen de extranjeros. “Me dijo: ‘cuidado, que los mexicanos somos sensibles, no te vayan a aplicar el Artículo 33’. No sabía que existía y dije, ‘esto tiene que ir en el libro’. Es fantástico”, dice el autor, quien se pregunta, bromeando, si después de la publicación del libro todavía podrá entrar al país o si lo cancelan en redes sociales.
Siempre provocador y con un trazo irreverente, Montt tiene claro que en estos tiempos de corrección política y cancelaciones por comentarios incómodos, el humor se ha convertido en uno de los últimos baluartes de la libertad de expresión. “Creo que el humor es lo que nos va quedando. El rock se suponía que era el bastión de la libertad, de poder hablar, enfrentar a las normativas de poder y tal y hoy en día ya ni siquiera el rock. O sea, apenas dices algo que molesta a alguien, te cancela; apenas dices que te gusta el pollo frito sobre un taco de barbacoa, se terminó tu carrera”.
En su caso, dice, prefiere ser honesto con lo que piensa y plasmarlo en sus trazos humorísticos, como cuando en este libro se pregunta por qué la gente en México disfruta de una música tan ruidosa como el mariachi:
“Yo voy a ser honesto con lo que pienso y lo voy a poner en un papel y espero que sea tomado de la mejor manera. Sí creo que hay que hacerlo, uno tiene que jugársela, que tampoco lo que digo es demasiado destructivo ni maligno. El mariachi es muy ruidoso, o sea, no hay que ser un genio para decir que está 128 decibeles más alto de lo que debería. Así que no sé, todavía estoy viendo si eventualmente voy a poder regresar a México”, ironiza.
“Las redes sociales son el espacio de mayor libertad”
Con miles de seguidores en redes sociales, donde casi todos los días publica nuevas ilustraciones, Montt no le teme al escrutinio o a los comentaristas de ocasión. Asegura que jamás se ha autocensurado para agradar a sus seguidores y considera que esas plataformas virtuales son el espacio de mayor libertad.
“Yo procuro en redes sociales estar constantemente obligándome a no caer en la tentación de la seguridad en el tipo de humor y publicaciones que hago. En ningún caso estoy interesado en caerle bien a la gente, en buscar likes y aprobación. Digo lo que pienso, como lo pienso y si alguien sale en el camino y está dispuesto a revertirlo con argumentos, fantástico. Soy un tipo que está dispuesto a aprender a mis 50 años, pero no, no pienso bajo ningún punto de vista marinar mis comentarios y mis pensamientos, siento que le haría un flaco favor a la gente que me sigue”, sostiene.
Uno de los temas que alimentan sus trazos críticos es precisamente el narcisismo y el síndrome de superioridad que abundan en el mundo virtual.
“Me parece que uno de los grandes problemas base de la sociedad actual es el narcisismo absoluto en el que estamos imbuidos, que te lleva a tener actitudes de una perspectiva moral ridícula, unos intereses personales fatales y a buscar el reconocimiento a cualquier costa. Es el principal modelo que ataco constantemente, esa necesidad de figurar, cueste lo que cueste, y de pensar que eres un individuo que está por sobre el resto de la sociedad, eso me irrita mucho”, dice.
Crítica la positividad tóxica
Montt comparte en sus redes sus Dosis diarias de humor. Uno de los temas que cuestiona constantemente es el pensamiento mágico y la idea de invocar al universo en todo. “Con el universo habló de la gente que se siente superior al resto. Siento que es parte de un problema mayor porque cada vez existe menos la noción de comunidad y es reemplazada por la individualidad absoluta”.
Esto provoca la falta de empatía o una falsa empatía, añade: “Pones una foto de tipo sano frente al espejo, un posteo de ‘liberen a Palestina’, después ‘adopta este gatito’ y otro es ‘me acaba de llegar mi nuevo cosmético auspiciado por tal’… Entonces, todo es tan falso que pretendo que mi trabajo invite a la gente a cuestionarse”, dice el ilustrador, quien acaba de publicar en Francia y en Chile su libro Antiayuda, donde crítica la “positividad tóxica”.
Títulos del autor:
- Para ver y no creer (2001)
- En dosis diarias (2008)
- ¿Quién es Montt? (2013)
- Eso, pescuezo (2015)
- Soñar no cuesta nada (2018)
- Solo necesito un gato (2019)
- Ansiedad (2020)
- Antiayuda (2022)
- México, la Obra Maestra del Diablo (2023)