Con el fin de entender la vida, el trabajo y la transformación de Emiliano Zapata, quien pasó de ser llamado “Atila del Sur” a ser nombrado un héroe nacional, surge la exposición Emiliano Zapata. A cien años de su muerte.
El centenario luctuoso del “Caudillo del Sur” le da la oportunidad a la Galería de Historia. Museo del Caracol para reflexionar sobre uno de los frentes más inspiradores de la Revolución Mexicana: la defensa de la tierra. La muestra se encuentra al finalizar el recorrido del museo, justo después de visitar la sección dedicada a la gesta revolucionaria.
“En la prensa de la época, sobre todo la capitalina, Zapata fue calificado de bárbaro, como un ‘Atila del Sur’; estigma que mantuvo por años, hasta que la narrativa cambió y se volvió un personaje digno de una hagiografía. Lo trasladamos al otro extremo, al panteón nacional.
Con un marco temporal que cubre casi una década, hasta la emboscada en la Hacienda de Chinameca, donde Zapata cayó abatido el 10 de abril de 1919, la exposición fotográfica incluye imágenes de la gira que realizó Francisco I. Madero en Morelos, en un momento en que iniciaban las fricciones con el general; la avanzada zapatista en los alrededores de Xochimilco o el desayuno de militantes en el restaurante Sanborns, en el centro de la Ciudad de México.
Además de algún retrato de Zapata, aparecen los rostros de Otilio Montaño, Amelia Robles, Gildardo Magaña y Jesús Guajardo, el militar que ejecutaría aquel crimen de Estado, como ha sido estudiado el asesinato del caudillo.
“Hacemos una revisión de todo el movimiento armado y vamos más allá, detallando las profundas raíces del problema de la tierra en Morelos; el auge del zapatismo entre 1913 y 1914, cuando representaron una férrea oposición junto con los villistas; y los siguientes dos años en que sobrevino un estancamiento. Algunos abandonaron sus filas, un caso emblemático fue el de Otilio Montaño, quien fue fusilado, acusado de traidor”, explica el especialista.
Además, el conjunto visual de la instalación muestra la participación activa del campesinado que se unió al general, un pueblo que se había forjado una identidad propia a lo largo del siglo XIX, construyendo formas de organización que no existían en otras regiones agrícolas.
Sobre los antecedentes del problema agrario, el investigador agrega que “para los indígenas prehispánicos, la tierra era sagrada, y aunque el virreinato supuso un cambio drástico en su forma de vida, los indígenas se mantuvieron aparte de la estructura social novohispana y, en cierta medida, contaron con la protección de sus tierras comunales”.
Zapata creció viendo esta realidad, y al estallar la lucha maderista en 1910, vio una oportunidad para “presentar” estas demandas en defensa de la tierra, por un lado, con el Plan de Ayala y, por el otro, con la organización del Ejército Libertador del Sur. La fricción con Madero partió de dos visiones distintas, explica el historiador, ya que “para el maderismo el fundamento de la Revolución era político, mientras para los zapatistas, el cambio tenía que ser social”.
Emiliano Zapata. A cien años de su muerte permanecerá hasta el 1 de agosto en la Galería de Historia. Museo del Caracol (rampa de acceso al Castillo de Chapultepec, 1raSección del Bosque de Chapultepec). El acceso al área de la muestra es libre.