Ellas vs. el Estado Islámico
De acuerdo a la doctrina yihadista, hay un paraíso especial esperando a cada hombre que haya dado su vida por Alá en el combate por la yihad, la guerra santa.
Esta promesa explica en parte el éxito del reclutamiento que han tenido los radicales del Estado Islámico (EI) en los círculos más fundamentalistas del mundo musulmán.
Y también explica el carácter exterminador de su ofensiva militar en Irak.
Andrea Montes Renaudhttps://www.youtube.com/watch?v=E-l5itSH0To
De acuerdo a la doctrina yihadista, hay un paraíso especial esperando a cada hombre que haya dado su vida por Alá en el combate por la yihad, la guerra santa.
Esta promesa explica en parte el éxito del reclutamiento que han tenido los radicales del Estado Islámico (EI) en los círculos más fundamentalistas del mundo musulmán.
Y también explica el carácter exterminador de su ofensiva militar en Irak.
Y es que los combatientes del Estado Islámico no temen la muerte porque muchos están convencidos del edén que les espera si mueren bajo la insignia del autoproclamado califato.
¿La recompensa? La concesión de 72 mujeres vírgenes al morir. Sin embargo, si un extremista islámico muere en combate a manos de una mujer, se le será negada su recompensa en el paraíso.
De hecho, la muerte a manos femeninas significa no entrar en el paraíso en lo absoluto.
Así nace la Brigada Sun Girls (SGB) un batallón de soldados yazidíes mujeres que lucha para asegurar que los miembros fanáticos de las fuerzas del Estado Islámico no solo no accedan nunca a las puertas de ése cielo, sino también para detener el actual genocidio que está teniendo la zona desde el 2014.
Y es que la comunidad yazidí es una minoría religiosa presente en Irak y Siria, cuyo origen se remonta al año 2000 a.C. y que cuenta con cerca de 700 mil miembros, que el Estado Islámico ha convertido en el blanco de sus ataques más brutales en Irak y en los últimos meses han sido noticia por la brutal persecución que sufren a manos del EI desde el 3 de agosto del 2014, cuando sus combatientes invadieron las aldeas en el flanco sur del Monte Sinjar, al norte de Irak.
Sus valles y barrancos son el hogar de los yazidíes, una pequeña minoría religiosa que representan menos del 1.5 por ciento de la población estimada de Irak que es de 34 millones.
La ofensiva en la montaña se produjo apenas dos meses después de la caída de Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak.
Las nuevas reclutas del SGB comenzaron su entrenamiento con soldados del Peshmerga, el ejercito armado kurdo (una etnia sin Estado pero que su territorio se encuentra actualmente comprendido entre Turquía, Irak, Irán y Siria) que les enseñaron cómo utilizar AK47.
Desde julio pasado, el ejército de mujeres ha crecido de 100 a más de 400 elementos. Familias enteras están luchando. Mujeres de todas las edades son parte de esto y algunas madres están incluso luchando con sus hijas.
Razones religiosas
El motivo por el cual los yazidíes están siendo exterminados por el EI es una única y muy vana razón: la concepción errónea que se tiene en la adoración de uno de sus dioses.
Los yazidíes tienen su propio idioma y religión. Dentro del Yazidísmo se cree que Yasdan, el dios supremo, es la más alta entidad de la cual emanan siete espíritus.
Uno de esos siete es Malak Taus, que significa “Pavo Real”, al cual también se le conoce por el nombre de Shaytan, que en árabe significa “diablo”, lo que conduce a la idea errónea de que los yazidíes adoran a Satanás.
Esta concepción equivocada ha desatado el empeño del Estado Islámico por la destrucción total de la comunidad yazidí, que tiene una población cada vez menor. Otro motivo es que es una rama islámica politeísta, con una tradición oral en lugar de una escrita.
Eso, a los ojos del Estado Islámico los pone al margen de los despreciados y no creyentes, incluso más que los cristianos y judíos, porque su religión queda fuera del “Libro”.
Violadas, esclavizadas y asesinadas
Miles de personas yazidíes han sido sacrificadas como animales. Las mujeres asesinadas, violadas y esclavizadas; las que sobrevivieron, lograron correr pero se encontraron con sus comunidades destruidas, sin familias, ni recursos, y ahora viven en campos de refugiados.
Este evento que se elevó recientemente a estado de genocidio por las Naciones Unidas, dio lugar al nacimiento de la brigada kurda de mujeres combatientes contra el Estado Islámico que han tenido que elegir entre morir violadas o morir en combate.
De ser 100 soldados en el inicio a 400 este otoño, y en lo que pronto podrían ser miles, estas mujeres son por primera vez la manifestación de lo que significa recuperar el poder.
“El comercio sexual del Estado Islámico parece basarse únicamente en esclavizar a las mujeres y las niñas de la minoría yazidí. Hasta el momento, no ha habido una amplia campaña destinada a esclavizar a las mujeres de otras minorías religiosas”, afirmó Samer Muscati, el autor del reciente informe de Human Rights Watch sobre el problema que enfrentan las mujeres de la región. Esta afirmación se hizo eco de los líderes comunitarios, funcionarios gubernamentales y otros activistas de derechos humanos.
Teología de la violación
En un artículo publicado en The New York Times la periodista Rukmini Callimachi, especialista en extremismo islámico y dos veces finalista al Premio Pulitzer, pone de relieve la práctica sistemática de la violación a mujeres “como uno los principios fundamentales de la organización, vinculada al pensamiento radical de los yihadistas”.
En dicho artículo, Callimachi descifra cómo la organización del Estado Islámico ha hecho de la violación una arma de guerra legitimada por su propia interpretación del Corán.
Esto ha consolidado una verdadera “Teología de la Violación” aplicada a mujeres y niñas yazidíes que son reducidas a la esclavitud y han sido las principales víctimas del grupo radical.
Callimachi señala que “cuando el Estado Islámico invadió las localidades del Monte Sinjar, al norte de Irak, se crearon las bases de un mercado de esclavas en donde el destino de las mujeres de la comunidad tiene dos finales: la esclavitud o la muerte”.
A través de los testimonios de las niñas y mujeres que han logrado escapar del EI, el documento demuestra el desarrollo de la formación de una práctica sistemática de la violación sexual, usada desde tiempos inmemoriales para deshumanizar al enemigo de guerra como “un acto codificado y hecho público por los miembros de la organización desde agosto del año pasado y que se anunció en un comunicado con el objetivo de revivir la esclavitud como institución”.
El Mercado
Un total de 5 mil 270 yazidíes fueron secuestradas en el 2014, y al menos 3 mil 144 aún están retenidas, de acuerdo con líderes de la comunidad.
Para mantener esta práctica, el EI ha desarrollado una burocracia especializada de la esclavitud sexual, incluyendo contratos de venta notariados por los tribunales islámicos dirigidos por ellos mismos.
Y la práctica se ha convertido en una herramienta de reclutamiento establecida para atraer a los hombres de las sociedades musulmanas profundamente conservadoras, donde el sexo casual es tabú y las citas están prohibidas.
Tras una serie de discusiones teológicas un creciente grupo de miembros de la política interna han establecido las directrices para la constitución de la esclavitud, incluyendo un extenso manual práctico emitido por el Departamento de Investigación del Estado Islámico.
En repetidas ocasiones, el liderazgo del EI ha hecho hincapié en una lectura estrecha y selectiva del Corán y otras decisiones religiosas, no solo para justificar esta violencia, sino también para elevar y celebrar cada asalto sexual como espiritualmente beneficioso e incluso virtuoso.
“Momentos antes de que violara a una niña de 12 años de edad, el combatiente del Estado Islámico se tomó el tiempo para explicarle que lo que estaba a punto de hacer no era un pecado. Debido a que la niña practicaba una religión diferente al Islam: el Corán no sólo le daba el derecho a violarla – sino que lo toleraba y lo alentaba a hacerlo. Así que, ató sus manos; la amordazó; luego se arrodilló junto a la cama y se postró en oración antes de subirse encima de ella. Cuando todo terminó, se arrodilló a orar de nuevo, haciendo de la violación un acto de devoción religiosa”, recogió una de las entrevistas de las 21 mujeres y niñas que recientemente se escaparon del EI, así como un examen de las comunicaciones oficiales del grupo, que evidencian cómo la práctica ha sido consagrada en principios fundamentales del grupo.
“Cada vez que venía a violarme, rezaba”, dijo F, una niña de 15 años de edad, que fue capturada en el Monte Sinjar hace un año y fue vendida a un iraquí de unos 20 años. Al igual que otras víctimas entrevistadas por The New York Times, F pidió ser identificada solo por su primera inicial debido a la vergüenza asociada con la violación.
Los informes detallados de Human Rights Watch y Amnistía Internacional llegan a la misma conclusión sobre la naturaleza organizada del comercio sexual.
El Estado Islámico dejó claro en su revista en línea, Dabiq, que su campaña de esclavizar a las mujeres y las niñas yazidíes había sido ampliamente planeada, el comunicado se recoge en el texto “The Revival of Slavery Before the Hour”, que apareció en la edición de octubre de la revista, mismo donde se señala que la institucionalización de la violación para las mujeres yazidíes, y también para los no creyentes de cualquier otra religión, no contará con ninguna posibilidad de pagar un impuesto para ser puesta en libertad.