‘Ella’

Considerada por la crítica general como la mejor película de Spike Jonze hasta la fecha, “Ella” representa, también para la opinión especializada, la mejor interpretación de Joaquin Phoenix hasta el momento.

Ganadora del Globo de Oro al Mejor Guión para Spike Jonze y nominada para la Mejor Película y Actor Principal de Comedia o Musical para Joaquin Phoenix, la cinta compite  con otras cinco nominaciones para la próxima entrega de los Oscares.

Diana González Diana González Publicado el
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Considerada por la crítica general como la mejor película de Spike Jonze hasta la fecha, “Ella” representa, también para la opinión especializada, la mejor interpretación de Joaquin Phoenix hasta el momento.

Ganadora del Globo de Oro al Mejor Guión para Spike Jonze y nominada para la Mejor Película y Actor Principal de Comedia o Musical para Joaquin Phoenix, la cinta compite  con otras cinco nominaciones para la próxima entrega de los Oscares.

El filme está en la terna por la estatuilla a la Mejor Película,  Partitura Original, Canción Original (“The moon song”, escrita por el propio Jonze), Diseño de Producción y Mejor Guión. 

Y resulta lamentable que la Academia haya dejado atrás las postulaciones de Director y Actor Principal para Jonze y Phoenix, respectivamente.

Sin embargo, la originalidad del guión es el reconocimiento más consistente a la cinta, que se ubica en un futuro cercano, donde Theodore Twombly (Phoenix) vive solitariamente en un rascacielos. 

Antiguo colaborador del LA Weekly, Theodore trabaja para un puntocom que ofrece el servicio de redacción de cartas a aquellos que no tienen el tiempo o el don para hacerlo por sí mismos. 

Sus cartas, hermosas y expresivas, contradictoriamente reflejan su incapacidad para expresar sus propias emociones, llevándole incluso a terminar en divorcio.

A partir de su compra de Samantha (voz a cargo de la actriz Scarlett Johansson), un computador con software especialmente diseñado para sus necesidades personales, la reflexión planteada rebasa las nuevas condicionantes del social media y su contradictorio efecto antisocial, para llegar hasta la mera problemática de la naturaleza del amor.

Y Jonze lo hace mediante ironía pura, considerando que de los tipos de inteligencia artificial clasificados, existen los sistemas que piensan y actúan como humanos (redes neuronales artificiales y robots), y aquellos que piensan y actúan racionalmente (sistemas expertos y agentes inteligentes), pero no los que sienten como humanos.

Aunque el cine se apropió a su manera del término “inteligencia artificial”, acuñado en 1956 por el informático John McCarthy, las posibilidades ficticias de este se han aplicado en sus variantes de agentes computacionales artificiales puros, como Hal 9000, en “2001: Odisea del espacio”, y agentes biológicos puros e híbridos de material biológico y electrónico, como “Alien”, “Blade Runner”, e incluso “Terminator”, respectivamente.

Sin embargo, ante Samantha estamos frente a un agente de inteligencia artificial superior, que posee habilidades no solo de razonamiento lógico o acumulación de datos o memoria funcional, sino especialmente un sistema basado en los elementos tradicional y puramente humanos: sentimientos, voluntad e intuición.

Obviamente que, tratándose de una película, es más fácil ignorar la naturaleza de tamaño mecanismo computacional, porque lo que importa es la metáfora sobre el pensamiento humano y su expresión más delicada: la amorosa.

Aunque por ello mismo no pueda pasarse por alto la consideración de hasta qué punto el deseo de dominio o comodidad (en este caso masculina) es una condicionante para realizar el sentido óptimo de una relación sentimental.

Pero si la crítica al rol de género se cuela entre las posibilidades de lectura de esta historia, también hay que decir que la actuación de Joaquin Phoenix ha sido considerada como encantadoramente vulnerable y dulce, lo que habla de una nobleza emocional raramente otorgada a un personaje masculino.

Por supuesto que mucho ayuda el correlativo estudio de la soledad que implica el planteamiento, pues si Phoenix posee naturalmente una mirada nostálgica y bien pudiera estar sacando provecho de su apariencia un tanto frágil o desgarbada, lo cierto es que la soledad y la necesidad de conexión nos toca a todos, y rebasa  con creces la cuestión de género.

Por ello, más allá de una bien fundada ironía sobre los tiempos actuales y sus referencias hilarantes a las nuevas relaciones entre personas y máquinas (o el software de estas), “Ella” es una profunda demostración de la necesidad de conexión humana y de los complejos temores que le acompañan. 

 

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