En 2015, la antropóloga francesa Nastassja Martin vivió una experiencia dramática y reveladora al ser atacada por un oso mientras caminaba sola por las laderas de un volcán en Kamchatka, en los confines de Rusia, una península inhóspita a la que había llegado para estudiar las creencias, mitos y prácticas animistas del pueblo eveni.
El encuentro con esa fiera estuvo lejos de parecerse a la escena de Leonardo DiCaprio representada por esos mismos años en El Renacido (2015). Martin vivió los minutos más angustiantes al sentir cómo su cráneo y su cara se comprimían entre los dientes del animal hasta que éste lo soltó dejándola malherida en la nada. Fue rescatada y trasladada inmediatamente a una base militar, pero el ataque le dejó graves heridas en una pierna y en el rostro, perdió parte de la mandíbula y algunos dientes.
De regreso en Francia, donde tuvo que ser sometida a múltiples cirugías, además de sobrellevar las intervenciones médicas, el encuentro con la fiera ocupaba todos sus pensamientos y, en lugar de poner distancia con ese mundo salvaje, volvió reiteradamente al sitio.
«Hay que salir de la alienación que produce nuestra civilización».
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“Después del encuentro con el oso, regresé como tres veces, pasaba mucho tiempo en Kamchatka porque me sentía mejor allá que en Francia”, contó en entrevista con Reporte Índigo la investigadora en su reciente visita al país para participar en actividades que se realizaron en el marco de la Noche de las ideas, organizado por el Instituto Francés de América Latina (IFAL) y la Embajada de Francia.
Egresada como antropóloga de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París y alumna del antropólogo Philippe Descola, el más destacado heredero de Claude Levi-Strauss, Martin se enfrentó entonces a la disyuntiva de guardar esa experiencia para su anecdotario personal siguiendo el rigor de la neutralidad del antropólogo ante un objeto de estudio o revertir esa tradición.
“La historia del oso estaba parasitando mis investigaciones y mi escritura”, relata la antropóloga, quien finalmente decidió contar su experiencia en una autoficción que se ha convertido en uno de sus libros más célebres: Creer en las fieras (Croire aux fauves).
“Lo que estudié durante 15 años acabó por pasarme a mí misma, por eso lo tenía que compartir. Los etnólogos no hablan mucho de esto, pero la mayoría de las veces, cuando vas a vivir a un mundo donde los animales son personas, donde hay todos esos diálogos, pasan cosas y sueñas, piensas como la gente con quien estás conviviendo, pero la mayoría del tiempo olvidan decir que, si entendieron muy bien lo que pasaba, es porque se habían incorporado verdaderamente y eso quiere decir que las cosmogonías no son ‘monadas’”, compartió
Fragmento de “Creer en las fieras” de Nastassja Martin pic.twitter.com/xgTR1ODbpE
— Laura Lopez B (@Lalopezb90) August 8, 2022
“Yo creo que sí es posible cambiar la cosmogonía dentro de uno mismo, mi experiencia es bastante extrema, pero creo que resuena en mucha gente porque han experimentado algo similar”, añadió.
Según la autora, además de ser una catarsis, la escritura de ese libro le permitió ver “la potencia política de la escritura”: “Cuando uno se propone dejar la máscara de la academia y se escribe con el corazón, cambia todo y no es solo que compren tus libros, sino que la gente los lee y se identifica”.
En la academia francesa su relato no fue bien visto porque se supone que una antropóloga no hace literatura, pero del otro lado, su testimonio ha encontrado distintas lecturas y, para muchos lectores, ha sido una forma atractiva de acercarse a temas tan antropológicos como el animismo y la relación de los humanos con su entorno natural en las llamadas culturas del Gran Norte.
Los osos también fueron humanos
Para las etnias en Kamchatka, explicó Martin, los osos tienen un significado ancestral muy fuerte, pues en el mito se considera que ellos también fueron humanos. “En el tiempo mítico de alguna forma el oso perdió su estatus de humano, se convirtió en un animal y concibió una rabia muy grande hacia nosotros porque sigue viéndose como un humano, por eso siempre te dicen que no hay que mirarlos a los ojos porque ven la imagen de su alma humana perdida y es algo tan insoportable que quieren apagar lo que ven”.
Con una abundante población de osos, Kamchatka no es un lugar para pasear, dijo la especialista que, tras contar su encuentro salvaje, logró publicar el año pasado el estudio antropológico que lo llevó a ese sitio. El libro À l’Est des rêves habla de la supervivencia de una familia Even y sus modos de vida ante el extractivismo y el cambio climático en esa península.
El volumen es la continuación de una investigación que años antes realizó del otro lado del estrecho de Bering, con el pueblo gwich’in en Alaska, donde también documentó el impacto del cambio climático en esos entornos y la forma en que estas poblaciones lo están enfrentando.
Pepe Gordon, modera la mesa “De eso que llamamos naturaleza: Hacía otras conceptualizaciones del mundo” con Carlos Galindo, Rubén Albarrán y Nastassja Martin en #LaNochedelasIdeas en La Casa de Francia del @ifal_mx Fotos: @alexmelon @pepegordon pic.twitter.com/04PZTZhrnj
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El cambio climático como metamorfosis
Más que verlo como el fin del mundo, desde la cosmogonía de estos pueblos la catástrofe climática se conciben como una metamorfosis, según la antropóloga: “Ellos que están siendo afectados fuertemente, no lo ven como puro desastre , sino como la oportunidad de una metamorfosis y de reinvención de un mundo”.
Martin llegó hace 15 años a Alaska con la idea de estudiar el animismo en esos pueblos aborígenes, pero más que hablar sobre su relación con los animales y la naturaleza, lo que ellos querían era hablar de los cambios que estaban experimentado en su entorno, por ejemplo, los cambios de ruta de los animales migratorios que cazaban y los constantes incendios en sus bosques.
“Esto los ponía en una situación de incertidumbre muy fuerte, como si todo lo que sabían se estuviera desmantelando, así que tuvieron que pensar cómo enfrentarlo y me di cuenta que su manera de relacionarse con un mundo que está cambiando rápidamente es mantener más presente los mitos de formación del mundo, los cuales hablan de un caos primordial, de un momento en el que los animales, los seres, los elementos no están bien definidos y hay que dialogar uno con el otro para estabilizar las fronteras de cada uno e inventar un mundo con entidades distintas en cual se va a poder vivir en común”.
“A media que él se aleja y que yo recupero mi ser, ambos volvemos a ser dueños de nosotros mismos. Él sin mí, yo sin él, sobrevivir a pesar de lo perdido en el cuerpo del otro, lograr vivir con lo arrebatado”.
Creer en las fieras – Nastassja Martin@Erratanaturae 🪵 pic.twitter.com/syej6Oei92
— María Sotomayor (@emesotomayor) November 1, 2021
En su opinión, desde el mundo occidental, además de reconocer que gran parte de los problemas ecológicos son consecuencia de un modelo de consumo, hay que diversificar las formas de pensamiento, respetar y entender las cosmogonías de los pueblos indígenas e incorporarlas como respuestas posibles a un problema global.
La antropóloga:
- Nació en 1986 en Grenoble, Francia.
- Estudió antropología en la École des hautes études en sciences sociales en París.
- A los 23 años, vivió entre los Gwich’in, una sociedad de cazadores-recolectores de Alaska para escribir una tesis bajo la dirección de Philippe Descola.
- Sus libros son: Les Âmes sauvages : face à l’Occident, la résistance d’un peuple d’Alaska ( 2016); Croire aux fauves (2019); In the Eye of the Wild (2021); À l’Est des rêves ( 2022).
Alista película
Después de muchos años de amistad con Daria, la líder de un clan Even en Kamchatka, Martin realizó un documental, Tvaïan, el cual cuenta la vida vida cotidiana de ese clan que, tras la caída de la Unión Soviética, regresó al bosque en un remoto campamento de caza para retomar sus modos de vida ancestrales y sus relaciones animistas. Esa forma de relacionarse con su entorno se ha convertido en una respuesta a la devastación ambiental, así como a las políticas estatales que vive ese pueblo.
Según la antropóloga, el documental está terminado, pero no ha podido cumplir su objetivo principal: llevarlo a Kamchatka, debido a la situación geopolítica con Rusia.