Una celebración a Elena

Generosa, disciplinada y divertida. Con una chispa inerte por el conocimiento, pero con una enorme preocupación por contar el México que observaba afuera de su ventana, así es Elena Poniatowska, cuya vida fue hecha una obra literaria que Michael K. Schuessler tituló “Elenísima”.

Con redacción impecable, íntima y tan bebible como agua, el también autor de “Guadalupe Amor” relata la vida de una importante figura del periodismo en México, contada con el cristal del profesionalismo y el lente de una eterna y curiosa amistad.

Azaneth Cruz Azaneth Cruz Publicado el
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Para Michael K. Schuessler, Elena Poniatowska es como su “mamá mexicana” y es una de las personas más divertidas que conoce

Generosa, disciplinada y divertida. Con una chispa inerte por el conocimiento, pero con una enorme preocupación por contar el México que observaba afuera de su ventana, así es Elena Poniatowska, cuya vida fue hecha una obra literaria que Michael K. Schuessler tituló “Elenísima”.

Con redacción impecable, íntima y tan bebible como agua, el también autor de “Guadalupe Amor” relata la vida de una importante figura del periodismo en México, contada con el cristal del profesionalismo y el lente de una eterna y curiosa amistad.

“Me encontraba dando una conferencia en la Universidad de California, Los Ángeles, de donde soy egresado. Elena era una invitada especial. Yo estaba hablando sobre Pita Amor y al terminar la conferencia Elena Poniatowska se me acercó entusiasta y me dijo: ‘Michael yo soy la sobrina de Pita Amor, ella es mi tía loca’. Me quedé sorprendido mientras ella continuó, ‘fíjate que yo en los años 50 y 60 hice muchas entrevistas con Pita, cuando vayas a México la próxima vez, ¿por qué no me visitas?”, cuenta entre sonrisas y en entrevista para Reporte Indigo, Michael K. Schuessler.

Después de ese encuentro con Elena, Michael no perdió la oportunidad y el siguiente verano decidió visitarla, sin imaginar que acabaría sorprendido y enamorado de la familia Amor.

“Nos hallábamos sentados en el suelo viendo los primeros álbumes que había hecho su mamá sobre su tía Guadalupe Amor, de repente ella se levantó y me dijo que iba tarde a una conferencia sobre Carlos Monsiváis. Sin más cuidado se puso de pie y me dijo que tenía que irse, pero que yo me podía quedar, sólo me pidió que cerrara la puerta cuando saliera. Le tomé la palabra y me quedé cerca de tres horas. Estaba impresionado con la sencillez y confianza que me había dado”, expresa.

“La familia Amor es la que básicamente me trajo a México, yo soy un enamorado de las ‘Amor’”, dice Schuessler.

El Doctor en Lenguas y Literaturas Hispánicas se quedó en el país y considera que no hay una forma más coherente para aprender la cultura mexicana que viviéndola de la mano de su realidad y de enormes personajes que han construido la historia de México con letras. Por ello, para él es un honor hablar de Elena.

“Nacida en París, Elena tuvo que descubrir su mexicanidad. Su madre era mexicana pero ella lo supo hasta que tuvo que salir huyendo de la Segunda Guerra Mundial. De París a Cuba y de La Habana a México, donde sería recibida por su abuela materna”, comenta Schuessler.

De acuerdo con el escritor estadounidense, las obras de Elena son un híbrido que incorporan experiencias, entrevistas y otros géneros. “El periodismo de Elena Poniatowska es lo que ha formado e inspirado su obra literaria. Elena inició su carrera en el mundo de los eventos sociales, sin embargo, no le interesaba escribir sobre un mundo que ya era conocido, prefería la parte escondida y real de la que a nadie interesaba hablar”, explica.

El cuestionarse la enseñanza que deja la “Princesa Roja” a los mexicanos, menciona que es difícil definirlo pues Elena estudió en la Universidad de la Calle y tomó al periodismo “por sus pistolas”.

Poniatowska ha tenido una larga trayectoria, desde “Tinísima”, “Lilus Kikus”, “Hasta no verte Jesús mío”, “La Noche de Tlatelolco”, entre otras obras en las que ha mostrado más allá de lo que muchos se atreven a mirar.

Elena se define adicta al trabajo, según Schuessler, pero para él su “mamá mexicana” es más bien una disciplinada del periodismo y una de las personas más divertidas que ha conocido.

“Desde que tengo memoria, siempre le ha gustado ir más allá, ir tras bambalinas, investigar y explorar. Nunca se queda en un sólo lugar”, cuenta.

Michael K. Schuessler mira hacia el cielo mientras ríe recordando cada experiencia y recitando de memoria cada línea en la que habla sobre Elena.

México es para el escritor de ojos  claros un lugar lleno de magia, pero al igual que para Poniatowska son las personas en extrema pobreza a quienes el gobierno les ha quedado debiendo. Una realidad pocas veces observada por los demás.

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