Octavio del Río, espeleólogo con especialidad en arqueología subacuática, junto con un equipo de expertos, se ha dedicado cerca de 30 años a la exploración, investigación y rescate de la zona que comprende de Xpu Ha, en Playa del Carmen, hasta Muyil, Tulum, en Quintana Roo; mil 650 kilómetros de ríos subterráneos, los más extensos del planeta, y un sistema de cuevas y cenotes que resguardan los vestigios más antiguos de América. Por esta misma zona pasará el Tren Maya, en específico, el Tramo 5 sur, el cual seguirá su construcción, pese a objeciones de ambientalistas y arqueólogos.
“Lo más extraño es que no hay un proyecto ejecutivo ni estructural que nos diga sobre el ancho que van a tener estas columnas, porque en la consulta pública lo que mencionaba el ingeniero de FONATUR es que iban a resolverlo conforme fueran avanzando. A raíz de esto tampoco se puede adivinar lo que hay en el subsuelo”, declara Del Río a Reporte Índigo.
Detrás del Tren Maya
El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) indica que detrás del proyecto hay muchos intereses económicos; incluso, algunos hoteleros levantaron la voz diciendo que la estructura de sus propiedades se verá afectada y que esto les iba a costar mucho dinero.
No obstante, considera que hasta el momento no se ha vislumbrado la riqueza cultural de la zona.
“¿Se le puede poner el precio al patrimonio cultural? ¿Cuánto vale un vestigio y un fósil de los primeros pobladores, o un fósil de algún animal de pleistoceno del que no se conocía su existencia? Es invaluable”, afirma.
En algún momento se había propuesto que el Tren Maya fuera por la carretera principal 307, la cual, de alguna forma, iba a recorrer y beneficiar a trabajadores de los hoteles, pues tendría la posibilidad de tener descensos más cercanos.
No obstante, con la ruta que recorrerá el tren, mil 500 kilómetros de extensión en seis tramos, se tiene previsto dos paradas programadas entre Playa del Carmen y Tulum, pasando por mil 600 kilómetros de cuevas, de las cuales apenas se conoce el 10 por ciento de su riqueza arqueológica.
Del Río precisa que, a nivel ambiental, afectará al mar y al resto del océano, hay mucho riesgo inmediato y a largo plazo, pues el tren utilizará diésel, lo que permeará en los sistemas de ríos subterráneos, los contaminará y, eventualmente, desbordarán y desalojarán estos contaminantes hacia los corales y el Mar Caribe.
“A nadie va a beneficiar, porque va a implicar el desarrollo de infraestructura irregular, se desarrollará hasta seis kilómetros de camino, desde la carretera hasta la selva. Demográficamente esto provocará que se vaya urbanizando, generando un problema mayor de desabasto de drenaje y contaminación.
De acuerdo con el especialista, el Tramo 5 del Tren Maya impactará sobre cerca de 60 kilómetros de ríos y selvas, los “cortará” de forma perpendicular.
A su paso, también sepultará riquezas naturales e históricas, zonas por las que no se ha investigado a nivel arqueológico, por lo que parte del patrimonio se perderá.
“No sé si tratan de ocultarlo o que FONARTUR y SEMARNAT están coludidas para fingir todo esto, pero las investigaciones llevan más de 30 años. Hubo un proyecto pionero que consistía en un catálogo de sitios arqueológicos dentro de los cenotes, lo instauramos en el 98 con el Gobierno de Quintana Roo y la Subdirección de Arqueología Subacuática, de ahí surgieron los primeros reportes que hasta la fecha siguen dando información”, aclara.
En este primer catálogo se habló sobre la importancia y relevancia de la zona; posteriormente, surgió uno más ambicioso que abarcaba toda la Península de Yucatán, el cual se convirtió en un atlas de investigación, donde se arrojó que los cenotes de esta zona de la Riviera Maya son únicos, y fueron la clave para la supervivencia y evolución de la cultura maya.
La posición del INAH
Octavio del Río es pionero en las investigaciones de los cenotes y cuevas junto a la arqueóloga submarina Pilar Luna, iniciaron su trabajo desde finales de los años 90, por lo que asegura que el INAH conoce bien este trabajo de investigación.
“No sé si están coludidos o es ignorancia, pero esta nueva administración piensa que pueden avanzar, en específico Helena Barba, representante de la Península de Yucatán, tratando de recuperar y salvar vestigios que pudiera haber, sabiendo que estas investigaciones toman décadas; primero es dar con estos lugares, explorarlos e implementar una metodología de registro.
“Es imposible que en tiempos del Tren Maya, con apenas unas semanas, se pueda hacer este tipo de investigación. Asusta que puedan tener este tipo de declaraciones irresponsables, independientemente que puedan resolverlo en semanas o días, según se avance en la construcción del tren”, revela.
A decir del investigador, el INAH tiene la responsabilidad de la protección y cuidado de este patrimonio, pero supone que en la actual Subdirección de Arqueología Subacuática están “coaccionados” a responder que los trabajos de investigación se podrán hacer en tan poco tiempo, arriesgando así que el patrimonio quede en el limbo de la historia.
¿Por qué es relevante esta zona?
Octavio del Río platica que estas cuevas estaban secas hace 13 mil años, durante la última Era Glacial. Cuando el nivel del mar subió se inundaron, por lo que actuaron como unas cápsulas de tiempo.
“13 mil 600 años después encontramos a Eva de Naharon, el fósil humano más antiguo de América. También se encontró a Naia, el esqueleto casi completo de una joven que falleció hace unos 13 mil años, así como a “La mujer de Las Palmas”, otra de las osamentas más antiguas de América Latina”, precisa.
Debido a cómo se encontraron estos restos, Del Río supone que las cuevas fueron utilizadas como lugares de protección, donde los antiguos habitantes convivían y enterraban a sus muertos.
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