Paul Graff es un niño normal que asiste a la escuela pública en Queen, Nueva York, en 1980, que constantemente se distrae en su mayor pasión, que es dibujar, incluso, sueña con poder ser un artista plástico a futuro.
Graff, pelirrojo y de ojos claros, se hace amigo del rebelde de la clase, Jonathan Davis, un niño afrodescendiente que tiene mala reputación por estar repitiendo el sexto grado, pero eso no le importa al joven caucásico ni tampoco su origen racial.
Sin embargo, esto no es bien visto por sus padres de origen judío que han venido escapando del estigma de haber sido perseguidos; esto se lo confiesa directamente su abuelo Aaron Rabinowitz en una comida familiar, donde le dice que tuvieron que cambiar su apellido a Graff para poder encajar en la sociedad estadounidense.
Paul tiene un apego especial a su abuelo, porque lo incentiva a perseguir sus sueños como artista, pero además, porque le es frontal, sincero y le explica lo que debe aprender ahora que es niño, que nunca se deje amedrentar por otros, que se sienta orgulloso por ser judío y que defienda a aquellos que sean discriminados por sus orígenes étnicos.
Con este potente mensaje se desarrolla El tiempo del Armagedón, largometraje auto referencial del cineasta James Gray, quien tomó parte de su juventud para trasvasarlo a la ficción, como muchos otros cineastas lo han venido haciendo en los recientes años.
“Mi abuelo me empujó a hacer lo que era difícil e incómodo: mirar siempre hacia adentro. Me doy cuenta de que no todos tienen a alguien tan sabio o compasivo que ayude a establecer nuestra brújula moral, pero estoy muy feliz de que su sabiduría perdure, en cierto modo, en la película”, indica el director en las notas de producción del largometraje.
El título se debe a que justo Ronald Reagan estaba por iniciar su campaña rumbo a la presidencia, lo que representaba una amenaza mayor para Estados Unidos; se especulaba que se entraría en un periodo de incertidumbre si es que llegaba a la Oficina Oval; el antes actor y ahora político jugaba con ese término, que se acercaba el tiempo del Armagedón, por cómo podía todavía agudizarse más la Guerra Fría y los problemas de clases en la Unión Americana.
Por ejemplo, Paul al seguir su amistad con Davis es sacado de la escuela pública y lo trasladan al colegio Kew-Forest, una institución privada que resulta un cambio radical, no solo para su manera de vivir, sino de desarrollarse ahora con una élite que segrega a los demás.
“La idea detrás del título era que el Armagedón llegaba a Paul y él se dislocara de esta manera, ir a una nueva escuela y escuchar la palabra N (negro) justo en frente de su cara. Ver a la familia Trump venir a hablar en la escuela sobre cómo en teoría no tenían privilegios cuando todo lo que tenían era eso, privilegio. Todas estas cosas fueron un shock para su sistema”, ahonda Gray.
De manera sutil y breve, en una escena aparece Fred Trump, dando un discurso en esta escuela privada y presumiendo cómo es que gracias a su financiamiento esta institución estaba educando a los políticos, empresarios y titanes de industria del futuro, pero lo hace con tal demagogia y de forma despectiva, que Paul teme convertirse en todo lo que dice este magnate que apoya al partido Republicano y, por ende, a Reagan.
“Se trata de mis propias percepciones del mundo, en lo que creo que es un momento crucial en la historia estadounidense de la posguerra, en 1980. Y con la elección de Donald Trump se intensificó. Porque la familia Trump estuvo muy involucrada en Kew-Forest. Fred Trump, Sr. y su hija Maryanne vinieron a hablar en nuestra escuela”, subraya el realizador.
El tiempo del Armagedón se estrena hoy, 22 de diciembre, en México, después de haberse estrenado en Cannes, donde recibió una ovación de siete minutos; entre el reparto estelar se encuentran Anne Hathaway como Esther Graff, la madre de Paul; Anthony Hopkins que interpreta a Aaron Rabinowitz; y Jessica Chastain que encarna a Maryanne Trump, solo por mencionar algunos.
