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Si estás convencido de que ejercitarte en la noche, después de salir del trabajo, no es lo “tuyo”, quizás es porque estés en lo correcto. Y no se trata de un asunto de “flojera”.
Y si sientes que, simple y sencillamente, no se te “da” eso de realizar una rutina de ejercicios a primera hora del día o durante el transcurso de la mañana, seguramente tampoco sea mero pretexto.
Porque tu reloj biológico, ese que regula ciclos de 24 horas conocidos como “ritmos circadianos”, así lo ha determinado, pues juega un papel fundamental en los procesos fisiológicos y conductuales.
Como dijo en 2012 en entrevista para Reporte Indigo Raúl Aguilar, doctor en investigación biomédica básica por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e investigador titular del departamento de neurociencias del Instituto Fisiología Celular de dicha institución: “nuestro cuerpo (…) es como una fábrica muy especializada, que hace ciertas cosas a una hora; fabrica algunos productos a una hora, luego los empaca, los embala y los envía a distribuir (…), en una forma muy ordenada”.
“Todas las funciones de nuestro organismo se llevan a cabo en horas específicas del día y esto es lo que nos permite funcionar adecuadamente”.
Hay quienes funcionan mejor por la mañana, bajo el cronotipo matutino (”alondras”), mientras que aquellos de cronotipo vespertino o “búhos” son más productivos por la tarde y noche.
Ejercítate como te convenga
De acuerdo a un estudio encabezado por el zoólogo especializado en fisiología, neurobiología y biología circadiana Roland Brandstaetter, de la Universidad de Birmingham, en Reino Unido, el rendimiento un grupo de jugadores de hockey y squash durante el transcurso del día dependía de si eran “alondras”, “búhos” o si se encontraban en un punto medio –los que tendían a levantarse alrededor de las 8 de la mañana entre semana y poco después de las 9 de la mañana en fines de semana–.
Por ejemplo, se encontró que el desempeño de los “búhos” era 26 por ciento peor a las 7 de la mañana, en comparación con las 7 de la tarde.
En cambio, tanto las “alondras” como los deportistas cuyo cronotipo no era ni matutino ni vespertino mostraron la menor variación entre horarios. Fue al mediodía cuando los madrugadores alcanzaron su máximo desempeño. Y el grupo intermedio, por la tarde.
“Nuestra investigación nos aleja de la idea de ‘hora del día de la competencia’ y nos dirige más hacia el tiempo biológico interno”, dijo Brandstaetter.
Y es que las alondras solían levantarse alrededor de las 7 y 7:30 de la mañana entre semana y fines de semana, respectivamente. Mientras que a las 9:30 y 11 de la mañana entre semana y fines de semana, respectivamente, tendían a despertarse los llamados búhos.
En el estudio, cuyos resultados fueron publicados a fines del mes pasado en la revista científica Current Biology, los expertos pusieron a prueba, seis veces al día, el rendimiento de 20 jugadores de hockey a través de pruebas de velocidad, y una prueba de concentración y alerta para los 22 jugadores de squash.
Los hallazgos “no dejan lugar a dudas de que la correcta determinación del mejor desempeño personal de un atleta requiere la consideración del fenotipo circadiano, la evaluación del rendimiento en diferentes horas del día (…)”, concluyeron los investigadores.
Así lo ejemplificó Brandstaetter a New Scientist: “digamos que eres un búho extremo y tu club de natación solo tiene la piscina temprano en la mañana– entonces tendrías un problema”.
Independientemente de la profesión que tengas, la realidad es que ajustar nuestro reloj biológico con el ritmo de vida moderno no es cosa fácil.
“La obtención de un mejor desempeño personal está en la agenda de todos, pero cómo hacerlo, ahora eso es una cuestión diferente”, apuntó la coautora del estudio, Elise Facer-Childs.
Desvelado y enfermo
Pareciera que la norma actual es vivir en contra del reloj biológico.
Seguramente conoces a más de una persona que dice que “no necesita dormir tanto” para obtener descanso.
Pero la ciencia no necesariamente está de acuerdo. Mucho menos si se toma en cuenta que, como aludimos en este espacio en octubre del 2012, existe un cúmulo de evidencia científica de que un ritmo circadiano alterado es uno de los peores –sino es que el peor– enemigo de la salud física y mental.
Desde enfermedades gástricas, asma y obesidad hasta cáncer, trastornos del aprendizaje y del estado de ánimo (depresión, por ejemplo), son muchos los padecimientos de los que se ha demostrado estar vinculados con una vida que rivaliza con nuestro reloj interno.
Los trabajadores de turno vespertino figuran entre los grupos más vulnerables a sufrir las consecuencias de la falta de sueño que, de hecho, ha sido asociado a una menor esperanza de vida.
“Somos una especie sumamente arrogante, creemos que podemos abandonar 4 mil millones de años de evolución e ignorar el hecho de que hemos evolucionado bajo un ciclo de luz y oscuridad”, dijo a la BBC el profesor Russell Foster, de la Universidad de Oxford. “Lo que hacemos como especies, quizás algo único, es ignorar el reloj. Y actuar en contra del reloj (biológico) a largo plazo puede originar serios problemas de salud”.
¡Hora –interna– de comer!
A través de ciertos alimentos que consumas “estratégicamente” a lo largo del día le podrías hacer un favor a tu reloj interno, —y tu salud.
En 2014 se dio a conocer un estudio realizado por un equipo de investigadores japoneses que reveló que la hormona insulina –que se secreta en respuesta a la alimentación– podría estar involucrada en el restablecimiento del reloj; “(…) puede ayudar a que el reloj del estómago se sincronice con la hora de comer”, explicó en un comunicado el doctor Makoto Akashi, de la Universidad de Yamaguchi, en Japón, y autor del estudio cuyos resultados fueron publicados en Cell Reports.
Explicó que para el jet lag, por ejemplo, “la cena debe ser enriquecida con ingredientes que promueven la secreción de insulina (carbohidratos, por ejemplo), lo que podría conducir a un avance de fase del reloj circadiano, mientras que el desayuno tendría que ser lo contrario (proteína)”.
Adiós al ‘jet lag’
El mes pasado, investigadores de la Universidad McGill, en Canadá, y la Universidad Douglas de Salud Mental estudiaron “la expresión rítmica” de los genes del reloj biológico en las células blancas de la sangre –activos en todos nuestros órganos– y descubrieron que éstos podrían ser ajustados en voluntarios a los que se les administró un glucocorticoide compuesto a base de esteroides.
Quizá en un futuro llegue al mercado una píldora que dé reset al reloj biológico de aquellos que más lo necesitan, quienes trabajan en turnos de noche.