Hacer milagros es lograr más de lo que se esperaba con lo poco que se tenía. Así fue la apertura del Bar Milán y del Teatro El Milagro hace décadas y así es como ambos espacios culturales sobreviven a la pandemia de COVID-19.
A la Galería de Arte Mexicano que albergaba obras de pintores mexicanos como Diego Rivera y Rufino Tamayo, llegaron un nopal con perlas, una barra de ónix y un telón que dividía los baños, como si fueran parte de una escenografía. El 17 de diciembre de 1992, en la colonia Juárez, el Bar Milán abrió sus puertas.
La diseñadora de vestuario Tolita Figueroa, la directora y productora de teatro Lorena Maza y el actor Daniel Giménez Cacho inauguraron un bar para contribuir a la cultura de la Ciudad de México. El plan era construir un teatro en la misma calle a partir de los ingresos que dejaran los cócteles y Ediciones El Milagro, la editorial especializada que, en ese entonces, ya era autofinanciable.
Lo lograron incluso sin cobrar la entrada ni exigir la compra de botellas para tener mesa. Quienes acudían al Bar Milán, por ejemplo la actriz Stephanie Salas y el escritor Carlos Monsiváis, sólo tenían que cambiar su dinero por milagros, la moneda del lugar, para disfrutar de “los mejores mojitos de la ciudad”.
“Ahora está cerrado completamente desde marzo, abrió un poquito en este formato de restaurante-bar de jueves a sábado, de cinco a 10, y los domingos de dos a siete”, menciona Gabriel Pascal, miembro del Consejo Directivo, sobre la llamada nueva normalidad que empezó el 16 de octubre con reservación y a 30 por ciento de la capacidad y terminó el 13 de noviembre de 2020.
En el número 18 de la calle Milán, en la Ciudad de México, está el bar y en el 24 la asociación civil Arte El Milagro, integrada desde 1991, compró el terreno para construir el teatro. El proyecto tardó 17 años en concretarse con 60 por ciento de fondos propios y en abril de 2008 se hicieron las primeras puestas en escena.
“El bar fue fundamental y sigue haciendo los mejores mojitos; tuvo una época muy buena, los recursos sirvieron para construir el teatro, además ayudaba a la editorial. Luego ya empezamos a entrar a concursar por apoyos, más la venta de funciones en taquilla, pese a que es un espacio con cupo pequeño y precios muy accesibles”, expresa Pascal.
Debido a la pandemia de coronavirus, el Bar Milán y el Teatro El Milagro llevan meses cerrados sin apoyos del gobierno federal o local. Ocurre todo lo contrario a los años 90, cuando los fundadores consiguieron la remodelación de las banquetas y la iluminación de la calle.
Pero su surgimiento tampoco hubiera sido posible sin la donación de los “butacahabientes”. Amigos y artistas contribuyeron con su dinero con la misma generosidad con la que, en la contingencia sanitaria, el público compra boletos para las funciones virtuales o “bonos milaneros” para el consumo de bebidas cuando el semáforo epidemiológico cambie de color.
Triste vivir sin teatro
El Milagro no renta su espacio, sino que el consejo artístico recibe propuestas en julio y diciembre de cada año, elige a los grupos que se presentan, y recibe 30 por ciento de la taquilla. El teatro se sostenía gracias a las aportaciones que antes podía hacer el Bar Milán y el programa México en escena del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).
“La alternativa que tenemos es el apoyo del exFonca para poder mantener los gastos, aunque estemos cerrados. Vamos al día, pero ya se están agotando esos recursos”, lamenta Gabriel Pascal.
Bajo el argumento de redireccionar recursos para contener la emergencia de salud, por decreto presidencial se extinguieron 109 fideicomisos públicos, entre estos el Fonca. Teatro El Milagro tenía nueve años de pertenecer a México en escena, de acuerdo con su página oficial.
Según la convocatoria, este apoyo va de 950 mil a un millón 950 mil pesos, dependiendo de la categoría a la que postulen los grupos artísticos. Teatro El Milagro aparece en el catálogo de agrupaciones beneficiarias 2019-2021.
“Tuvimos un apoyo de la alcaldía, que también fue una bocanada de aire, pero seguimos cerrados y esto cada vez está peor. No vemos una mejora, pero tampoco apoyos del Gobierno federal hacia los artistas de la Ciudad de México ni del estatal”, señala Pascal.
El 23 de marzo de 2020, los teatros de la capital bajaron el telón. Desde el anuncio de la medida, la Red de Espacios Culturales Independientes Organizados de la CDMX, de la que forma parte Teatro El Milagro, acordó pagar sueldos al personal de planta y pidió apoyos a las alcaldías, al gobierno local y al federal, a sus secretarías de cultura y a legisladores con el movimiento #TristeVivirSinTeatro.
“Pienso que el teatro es fundamental para darle un respiro a otras enfermedades que están creciendo poco a poco con la pandemia como la ansiedad y la depresión. Eso no lo están atendiendo, no quieren voltear hacia acá, somos una actividad para ayudar a pasar mejor la crisis”, insiste el escenógrafo.
Tras cinco meses de estar cerrados, los teatros pudieron abrir el 27 de agosto de 2020. En noviembre les redujeron el horario y, de nuevo, en diciembre, con la llegada del semáforo rojo, tuvieron que dejar de operar.
Por ello, la Red de Espacios Culturales Independientes Organizados busca reuniones con las autoridades y un milagro para que el teatro sobreviva.
“Las pocas semanas que pudimos abrir nos dio mucho gusto, fue muy lindo saber que sí importaba nuestro trabajo, que sí nos extrañaban. La gente se la juega para ir al teatro y los que trabajamos ahí también, llegamos a dar una función con dos personas y en una no llegó nadie”, cuenta el iluminador teatral.