Desde el grito “Hay tamales oaxaqueños”, “Se compran colchones, lavadoras, microondas y algo de fierro viejo que venda”, hasta ir por unos tacos, unas quesadillas de chicharrón o un pan al puesto de confianza, e incluso visitar el Mercado de Jamaica; todas esas cosas hacen vivir la Ciudad de México, pero sobre todo el Distrito Federal, al que alguna vez Chava Flores dedicara una canción.
El Instituto Mexicano del Sonido (IMS) dedica, entre cumbias, mariachis, baladas, rimas y beats que provocan al baile, su propia carta de amor al viejo nombre de la capital; así su nueva producción hace protagonista a la geografía como un ente vivo, como una ciudad que ha mutado y continúa aportando.
“El disco lo hice porque me acuerdo de la Ciudad como Distrito Federal y me rehúso a decirle CDMX, porque esa es la ciudad que me tocó vivir, cuando me subía al Metro y podía viajar por todas las estaciones y conocerlas todas en un solo día.”, relata Camilo Lara, vocalista del IMS.
Para el productor era indispensable impregnar los olores y paisajes comunes de todos los chilangos, que más que historias, son gustos muy personales que él recuerda del Distrito Federal, audiogramas de una ciudad que se ha ido transformando y evolucionando.
“Yo quería que se sintieran los espacios personales, las cuadras en las que paseas a tu perro y haces tu vida, incluso los sonidos del fierro viejo o hasta la Luna de noviembre que me encanta, porque la luna no sé qué tiene que es hermosa en esta ciudad, así como son bonitas las jacarandas en marzo, esas cosas que son muy personales. Hay mucha gente que vive en la ciudad y que está en desacuerdo con las cosas que para mí son mi ciudad”, declara.
El álbum es una fábula de gentrificación, de cómo todas las cosas cambian, las personas, incluso la vida misma. Como ahora lo que se vive con la pandemia y, que este disco puede funcionar como una especie de nostalgia involuntaria cuando se podía salía a la calle.
“Hoy en día creo que es una ciudad más funcional y más eficiente y hay cosas que son tristísimas, ya no tiene la personalidad de mi ciudad. Muchas cosas desaparecen y eso es lo loco en la ciudad, cómo ha tenido la capacidad de reinventarse todo el tiempo, por temblores o porque los españoles construyeron encima de los aztecas. Y siento que con la pandemia, con haber sacado este disco en una época donde todos tenemos mucha añoranza de algo, por volver a la ciudad”, relata.
Para Camilo ha sido muy importante hablar de lo que le gusta, sabe y es. Estar en el IMS ha sido muy importante para él pues, a través de su música ha podido expresarse, de mostrar sus recuerdos atesorados, el folclor y las tradiciones, pero sobre todo la búsqueda y lo que para él representa ser mexicano.
“Me gusta mucho la cultura popular mexicana, la posibilidad de pensar que, a través de la cultura de una zona puedas mejorar tu entorno, conectarte con otras personas, hacer democracia, hacer amistad, amor, usar ese pretexto geográfico como la posibilidad de una raíz. Cada vez reniego más de la mexicanidad por obvias razones, porque México se encarga de ser cruel con los mexicanos, pero sí creo que es interesante que por esta raíz que tenemos, de las cosas que nos unen sí puede ser un punto de partida para salir adelante y eso es lo que me parece más valioso, más allá de los clichés y cosas que envuelven el creerte patriota, el poder mejorar tu comunidad”, destaca.
Recuerdos del DF con el IMS
Camilo Lara, integrante del Instituto Mexicano del Sonido, comparte lo que extraña de la ciudad donde creció, del tan lejano Distrito Federal.
“Extraño la libertad de ser un niño y tener el dinero exacto para ir y volver a un lugar. La vida era moverse e ir a mercados y ver cosas que no tenías en tu casa, eso me cambió y así descubrí los sonideros, La Lagunilla, así me asaltaron, logré encontrar en un viaje, literal, el Metro, encontrarme y dónde estaban los raros que eran como yo y descubrir un mundo que no tienes en tu casa o lo tienes limitado”.