“El silencio del mundo”, una historia de amor imposible entre las bombas molotov de Santiago de Chile

El escritor chileno Pablo Azócar presenta la novela  El silencio del mundo, una historia enmarcada en la revuelta social que estalló en su país en 2019
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Después de una pausa de 25 años, refugiado en sus lecturas, en la docencia y la poesía, el escritor chileno Pablo Azócar (San Fernando, Chile, 1959)  vuelve a la novela con su libro El silencio del mundo (Tusquets), una historia de amor improbable en medio del estallido social de Santiago de Chile en 2019.

Concebida en forma de una larga carta, la historia tiene como protagonista a Elisa, una mujer solitaria de 56 años quien vive encerrada en sus libros y traducciones, lidiando con sus propios desarreglos mentales, una fortaleza que se desmorona cuando Die, un estudiante universitario muy activo en las protestas sociales, toca a su puerta pidiéndole refugio después de que la policía allanó su departamento.

Una historia que el autor había empezado a esbozar años antes y que tomó forma cuando las calles de la capital chilena fueron tomadas por miles de indignados y policías que los reprimieron de forma violenta.

“Venía desde hace mucho masticando la historia del amor difícil, utilizando la expresión de Ítalo Calvino, apareció el estallido y me pareció muy tentador escribir esto, pues para mí y para todos fue una experiencia muy fuerte, que marcó”, declara en entrevista con Reporte Índigo el autor que es considerado parte de la nueva narrativa chilena de los años noventa.

En ese lapso apareció también la pandemia por COVID-19, que fue el pretexto perfecto para entrar en un “arrebatado” proceso de escritura.

“Estaba encerrado, hacía mis clases por Zoom, no tenía a nadie que ver, me había separado de mi pareja, mi hija vive lejos, vivía solo y no paraba de escribir de día y de noche; la acabé como en 10 meses, arrebatadamente, no había nada más que quisiera hacer, y ahora creo que no voy a parar de escribir”
Pablo AzócarEscritor

Madurez literaria

Autor de Natalia (1990), considerada una novela de culto, Azócar confiesa que  tomó distancia de la narrativa porque ya no le gustaba el resultado de lo que escribía.

“Me frustraba. Siempre me ha fascinado leer y no escribir; frente a esa frustración hubo un momento en que me declaré desertor, aunque siempre he estado vinculado, doy clases en la universidad, talleres individuales, todo el día estoy leyendo”, cuenta.

Pero el apetito volvió hace 12 años, en forma de poesía, y publicó su primer poemario: El placer de los demás. “Por primera vez disfruté la experiencia, probablemente porque estaba más maduro, estuve en una adolescencia tardía en mi vida y también creo que literariamente maduré tardíamente”, comenta.

Desde una visión femenina

Narrada desde la voz de Elisa, la novela retrata a una mujer que tiene que enfrentar varias luchas internas, miedos y traumas infantiles, pues el reciente estallido social activa en ella ese “miedo azul” que experimentó de niña, cuando los policías de Pinochet se llevaron a  su padre.

Elegir una voz femenina fue una decisión bastante pensada, que requirió asesorías de varias autoras, dice el autor que reconoce a la protagonista como su alter ego.

“Tuve naturalmente muchas dudas, sobre todo en esta época de tantas suspicacias de género. La sometí a lectura de cuatro amigas escritoras o muy lectoras que me hicieron ver una serie de matices y errores de género, porque me aparecía la testosterona en algunos lugares; de alguna manera le presté mi voz y fue justo cuando encontré la voz de ella cuando todo empezó a fluir”.

Autor de Pinochet. Epitafio para un tirano (1999), una crónica periodística sobre la vida y declive del dictador, el también periodista plantea en esta novela el encuentro de dos generaciones, una que se juega la vida entre barricadas y bombas molotov, y otra que prefiere mirar hacia adentro y  tomar distancia de los asuntos políticos.

Una metáfora de las contradicciones que vivió la sociedad chilena durante las revueltas de 2019, ya que, por un lado, provocaron temor por los destrozos que causaron los manifestantes, pero a la vez ilusionó a una sociedad harta de  una clase política anquilosada, “una especie de mafia corporativa transversal que se protegían entre ellos”. “Un cierto talante de pinochetismo seguía en el aire”, abunda Azócar.

“Cuando vino el proceso de la Constituyente, la primera constitución paritaria, la primera donde los pueblos originarios estaban en el centro, había muchas razones para ilusionarse más, pero después vino esta tremenda campaña de fake news, mucha gente votó el rechazo, porque les dijeron que le iban a quitar la casa, que sería una especie de Unión Soviética, una cantidad de razones, mucho como protesta contra el Gobierno de Boric, que había apoyado esto”, indica.

Desde los años 90, Azócar encabeza junto a su maestro Rafael Otana un grupo de lectura semanal de clásicos grecolatinos en Santiago

Al final, el proceso se detuvo y ahora Chile está en una especie de restauración, como en la Revolución Francesa.

 “El parlamento es de las instituciones más desacreditadas en Chile, creo que tiene dos por ciento de aprobación, y todo volvió a manos de los parlamentarios, quienes se sienten expertos y así van a hacer la nueva constitución, entonces, no es un esperpento como el de Bolsonaro, pero también es algo muy duro”, concluye el autor.

Músico frustrado, amante del jazz

“Miles Davis es una herencia de mi padre, que se instalaba en el living a escuchar  jazz en un vetusto tocadiscos RVA Víctor”, narra la protagonista de El silencio del mundo, cuyo soundtrack está marcado por el jazz, otro elemento autobiográfico de este escritor que estudió música clásica de pequeño, pero la abandonó en un gesto de protesta contra su padre.

“En mi casa no había libros, pero había música; mi madre era secretaría y mi padre era vendedor de electrodomésticos, era muy melómano y nos puso a todos a estudiar música de chicos; yo iba bien, pero él era muy autoritario, no era que me golpeara, pero tenía una mirada severa y castigadora. Un día me rebelé,  tenía una flauta traversa y a los 13 años se la entregué y le dije: no voy a tocar nunca más música”, relata.

Esto, dice, fue la peor rebelión de su vida, porque más tarde descubrió el jazz, lo amó y llegó a tocar el saxofón.

Obras del autor:

  • Natalia, novela, (Planeta, 1990)
  • El señor que aparece de espaldas, novela, (Alfaguara, 1997)
  • Vivir no es nada nuevo, cuentos, (Alfaguara, 1998)
  • Pinochet. Epitafio para un tirano, ensayo, (editorial Cuarto Propio, 1999)
  • El placer de los demás, poesía,( editorial Cuarto Propio, 2009)
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