Leonard Burling sabe que para hacer un buen traje sastre, primero se comienza por ser un excelente cortador, él se inició en este arte en Savile Row, la mítica calle londinense donde se aprende el oficio de la confección, y esto lo llevó a él ahora hasta Chicago, a mitad del siglo XX.
Los jeans, son lo que a él le obligaron a migrar, es la historia con la que a él le gusta justificarse, porque esta industria de mezclilla empezó a dejarlo a él sin empleo, pero la realidad, es que Burling guarda un secreto, del que pocos saben y a él no le gusta revelar, porque le recuerda a su pasado tortuoso y el que dejó en su natal Inglaterra.
Además, él coopera con los dueños de la capital de Illinois, al interior de su taller, el tiene un buzón especial, en donde se deja correspondencia, que no necesita llegar a manos de las reales oficinas postales, ahí llegan sobres con dudoso contenido, y una noche, uno de ellos, altera el orden de los capos en Chicago.
Burling tiene que elegir entre conservar su tienda, su vida y continuar en paz con estos matones, o morir a punta de pistola, por eso él decide auxiliarlos, en lo que podría ser la velada más peligrosa de su vida, esta es la premisa de El sastre de la mafia, largometraje que ya está en cines.
El personaje principal es encarnado por el actor Mark Rylance, quien personalmente recibió la instrucción realmente de los mejores sastres de Savile Row, además este es el debut cinematográfico de Graham Moore en la dirección, quien previamente se había destacado como guionista y novelista.
“Desde el principio supe que quería dirigir esta película; se sentía como algo muy personal para mí. De hecho empezó, de alguna forma, con mi abuelo. Cuando yo era niño mis papás se separaron y mi abuelo se convirtió en una figura paterna muy importante en mi vida y en la de mi hermano. Él era la persona más noble y agradable que había conocido; era un doctor de una ciudad pequeña en Nueva Jersey y uno de sus pacientes era un mafioso”, describe Moore en las notas de producción de El sastre de la mafia.
El ahora cineasta y novelista, fantaseó con las ideas e hipótesis que pudo haber vivido su abuelo alrededor de un personaje tan peligroso ¿qué tanto se pudo haber acercado y tener la confidencia de su paciente?, ¿habrá sentido comprometido su oficio de médico y juramento hipocrático? Son cosas que a Moore le rondaban la cabeza.
“La otra idea vino de mi co-escritor, Jonathan McClain, quien sugirió una película sobre un sastre de Savile Row. Al hacer la investigación descubrimos que el primer micrófono oculto que el FBI colocó, cuando la tecnología para grabar lo hizo posible, fue en una sastrería. Eso fue suficiente para crear una historia sobre un noble sastre con un cliente mafioso”, agrega.
El sastre de la mafia tuvo su estreno en el Festival Internacional de Cine de Berlin en febrero pasado, donde recibió criticas positivas, en el sitio especializado Rotten Tomatoes, los periodistas le han dado su aprobación con un 85 por ciento y el sello de “certificación fresca”, además de que el público le otorga un 92 por ciento de agrado en este portal de cine.
Un cortador, no un sastre
Algo que resalta constantemente Burling en la ficción, es que él se siente ofendido de que le digan sastre, él ante todo, se autopercibe como un cortador, porque él inicia su oficio desde cero, eligiendo la tela, midiéndola, haciendo el patrón, para después tomar sus tijeras y hacer los cortes precisos y entonces, comenzar a hilvanar las piezas de un traje.
La producción de la película trabajó minuciosamente en los detalles del vestuario para seguir el mantra del personaje principal, y volvieron al origen de todo, a Savile Row en Londres, para contratar a Huntsman & Sons, los mismos que enseñaron a Rylance el arte de la confección.
“También es una película donde, como todo sucede en un mismo lugar, los personajes entran por la puerta y conocemos mucho sobre ellos por lo que traen puesto. En cualquier otra película, veríamos sus casas, automóviles y sus rutinas de la mañana. No tenemos nada de eso en esta película. Lo que quiere decir que cada pequeño detalle sobre los cuellos y los distintos nudos en las corbatas, le dice a la audiencia mucho sobre quienes son, qué les importa y qué no les importa”, argumenta el director.