La pandemia detonó la atención de la salud mental y con ello vino un boom de aplicaciones que, apoyadas en inteligencia artificial, ofrecen psicoterapias, una interacción que puede ser más lúdica que profesional.
“Las terapias con aplicaciones y chatbots son parte de la ‘uberización’ social en las prácticas, es decir, una especie de mercancía rápida que se obtiene al entrar en una página web o un dispositivo”, dice Ricardo Trujillo Correa, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El especialista considera que el fuerte impulso que recibió la terapia psicológica con chatbots se debió, entre otras razones, por su costo, pues es más económico que una terapia presencial con un terapeuta.
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¿La tecnología puede apoyar la salud mental? Al parecer sí.En Europa un proyecto liderado por expertos está creando Chatbots para mejorar la salud de pacientes con ansiedad y depresión levehttps://t.co/YiaO4USZoh #chatbot #cloud #psicoterapia #depresion #europa pic.twitter.com/XC8KmIdurC
— Esource Capital (@esourcecapital) February 16, 2020
“Entendiendo un chatbot como una programación computarizada que simula la experiencia de un proceso terapéutico, hay diferentes evidencias para afirmar que como ejercicio de inteligencia artificial es importante, como actividad lúdica entretiene unos minutos, pero carece de peso psicoterapéutico”.
Agregó que esto constituye el ingreso ya esperado de la salud mental al sector cuaternario de servicios vía aplicaciones: por una cuota uno puede acceder a un chat, a mensajes 24 horas, a una llamada en línea o ser atendido por una inteligencia artificial, bajo la misma lógica de obtener un taxi o un desayuno con una llamada.
“Considero que con la información actual no podemos recomendar de ninguna manera un chatbot. Si bien son accesibles, hay diferencias insalvables, como por ejemplo, la diferencia que hay entre el mapa y el terreno, entre la simulación y la realidad”.
Cuando leáis sobre lo de la AI de Google recordad que ELIZA era un chatbot (*) de psicoterapia que ya convencía tanto a la gente de que hablaban con una persona que muchos no se lo creían cuando se lo contaban… Todo esto en 1968. pic.twitter.com/5f2qkiIC67
— mort (@mort) June 12, 2022
El mismo efecto que lavar el coche
Ricardo Trujillo asegura que una vez identificado que la persona no es real el consultante se ve imposibilitado para la aceptación del malestar y al no existir la posibilidad de que un profesional se ponga en lugar del doliente no se siente una genuina colaboración.
“Tiene el mismo efecto de una caminata, una buena película, una buena charla o cualquier actividad que nos hace cambiar de situación en la que nos encontramos.
“Hasta lavar el coche puede ser curativo si esa es la medida. Ahí puede estar la razón para caer en el engaño de su utilidad como herramienta terapéutica”.
Acerca de que investigaciones reportan una disminución en “ansiedades pequeñas”, el investigador considera que hay problemas al nivel de evidencia, la falta de grupos de control y la indeterminación teórica se explican por el mismo entretenimiento o curiosidad que generan.
“Es importante la responsabilidad de los medios de comunicación ante la información que difunden a la población. Un proceso terapéutico no es solo recibir y procesar información sino una relación inédita en un espacio íntimo donde se establece un compromiso dual para la obtención de un objetivo de cura. La tecnología es incapaz de dicha proeza”.
Ricardo Trujillo asegura que actualmente los chatbots no pueden sustituir a la terapia, pero también considera que tampoco un ser humano es garantía.
“Ser psicoterapeuta y contar con la competencia profesional necesaria para acompañar a otro ser humano en un proceso de malestar es muy complejo, desafiante y, en momentos, agotador, requiere años de formación, enorme honestidad y autoconocimiento… No es poca cosa”.