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Nacido en la Ciudad de México en 1964, Emmanuel “El chivo” Lubezki Morgenstern pasó de ser el tímido y talentoso estudiante de historia y cinematografía de la UNAM, al mejor poeta audiovisual de su generación (y de la actualidad).
Cuando era niño, Emmanuel se la pasaba viendo películas extranjeras, pero sin subtítulos, ya que sus ojos siempre estuvieron embelesados con la maravilla que tenían enfrente: las imágenes en las cintas de maestros como Federico Fellini.
Cuando estudió en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) –donde conoció a su amigo y con quien suele trabajar, Alfonso Cuarón–, Lubezki dio cátedra de lo que era capaz, su trabajo sobresalía del resto y, en palabras de Armando Casas, quien fuera director del CUEC, “era un creador inquieto que se convertiría en un verdadero artista, conocedor de la condición humana que se expresa a través de la luz”.
Esa inquietud y habilidad para contar una historia a través de las imágenes y el juego que logra junto a los sentidos y la luz, lo llevaron a trabajar con Alfonso Arau en “Como agua para chocolate” (1992), cinta que le valió el Ariel y reconocimiento internacional, a pesar de que por diferencias con Arau durante el rodaje, Lubezki abandonó el proyecto y lo dejó en manos de Steven Bernstein.
Pero es en 1995 cuando Lubezki se consagra para la crítica y los amantes del cine –al mismo tiempo que Alfonso Cuarón–, con el segundo largometraje de este último, “A little princess”. Esta película le valió su primera nominación al Oscar a “El chivo”.
“A little princess” es un deleite visual, exquisita, sensible y simbólica, cada tono y toma refleja y desprende los sentimientos de los personajes y envuelve al espectador en una atmósfera en la que predomina el color verde.
Lo mismo sucede con “Un paseo por las nubes” (1995), en la que volvió a trabajar con Alfonso Arau. Y en “Great expectations” (1998), el color verde se apoderó nuevamente de los espectadores, a la par de las emociones que vibran con la fotografía de Lubezki y la dirección de Cuarón.
Le siguieron producciones como “Meet Joe Black” (1998), “Sleepy hollow”, ese mismo año y por la que lo nominaron a Mejor Fotografía por segunda ocasión en los Premios de la Academia, “The cat in the hat” (2003), “The new world” (2005), “Children of men” (2006), y “Tree of life” (2011), estas tres últimas también le valieron nominaciones al Oscar.
Pero la exitosa dupla Lubezki-Cuarón no es la única fórmula poética y sensorial que ha creado obras de arte cinematográficas, “El chivo” ha trabajado en tres ocasiones con el director Terrence Malick y el resultado ha sido un destello de lírica audiovisual pura. En su colaboración más reciente, “To the wonder” (2012), no se utilizaron luces y fue algo “chistoso”, según dijo Emmanuel, ya que “a veces hablo con otros fotógrafos y dicen ‘Oh Dios, Terrence no te permite usar luces’, pero no es que no me deje, no me gusta usarlas”.
El 18 de octubre se estrenará “Gravity” en México, la colaboración más reciente entre “El chivo” y Cuarón. La cinta ha sido alabada por la crítica, varios directores reconocidos de Hollywood la consideran la mejor película sobre el espacio y se cree que arrasará en las nominaciones a los Oscares.
Lubezki señaló que se siente muy suertudo de volver a trabajar con Cuarón, pues lo considera “un verdadero artista (…) uno de los directores más interesantes con los que he trabajado”. Y añadió en Fox News, que es difícil sobrevivir como un “verdadero artista”, pero que Alfonso ha encontrado la manera de ser exitoso en esta industria, “esta nueva película (‘Gravity’) es una extensión de ese largo viaje”.
Emmanuel “El chivo” Lubezki es una de las almas más sensibles de Hollywood, su trabajo es equivalente a la canción más desgarradora, el cuadro más comunicativo, la escultura más impactante y, claro, a la imagen que más emociones transmite a través de 24 cuadros por segundo.