El poder de los vulnerables en Tlatelolco

A través de fotografías, mapas y testimonios, la artista y activista Lorena Wolffer da voz a personas que han sido discriminadas y violentadas en Tlatelolco para decirle a la sociedad que existen y no están solas
Montserrat Sánchez Montserrat Sánchez Publicado el
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Para poder entender el entorno en el que viven los habitantes de Tlatelolco, Lorena Wolffer trabajó con las vivencias e historias de personas con discapacidad, trabajadores sexuales y miembros de la comunidad LGBTTTI+, quienes dentro de la sociedad han sido discriminadas y excluidas.

Con la exposición Historias Propias: una mirada de cerca a ‘lxs otrxs’, la artista y activista mexicana pretende visibilizar, de diferentes maneras, las historias de personas no normativas, es decir, aquellas que por diferentes motivos se salen de los marcos socialmente establecidos.

En el Centro Cultural Universitario de Tlatelolco cerca de 100 personas ‘discriminadas’ exponen su historia

En entrevista con Reporte Índigo, Wolfer detalla que el proyecto es una forma de emprender una lucha en común de todas estas comunidades, que si bien tienen particularidades diferentes, comparten situaciones en común, como la discriminación, la violencia y la exclusión en su entorno.

“Por lo general estas historias no forman parte de la narrativa de la Ciudad, por eso la idea es incorporarlas para transformar la macronarrativa y saber que existen, que están ahí”, asegura la artista. Lorena explica que para el montaje de la muestra fue importante colaborar con personas que trabajaran o vivieran en el entorno seleccionado, el cual esta vez fue Tlatelolco.

La activista contó con el apoyo de Ana Lilia Serrano, Arlen Palestina, Brenda Raya y Arlette Escobedo, quienes recabaron las historias de personas que viven o transitan la zona de Tlatelolco: niñas, niños, adultos mayores, poblaciones indígenas y/o rurales, migrantes y personas en situación de calle, entre otras.

“Nosotras trabajamos con la historia narrada o escrita y fotografías. Se les dio a los participantes cámaras desechables para retratar lo que ellos quisieran y por último nos apoyamos con mapas de la CDMX que podían ser intervenidos con la información que quisieran marcar, el lugar dónde viven, estudian o trabajan”, platica Lorena.

En la muestra, resguardada en el Centro Cultural Universitario de Tlatelolco, se exhiben los mapas que han sido intervenidos por el público. Lorena dice que estas acciones son importantes, ya que así más personas pueden contar su experiencia.

Muchas de las piezas muestran desde una Ciudad siendo devorada por un monstruo o por llamas, hasta una zona marcada de cruces a la cual titularon Terreno de Muerte.

Vivimos tiempos difíciles, yo no esperaría que hubiera mapas celebratorios o felices, porque en Tlatelolco hay poco que celebrar, la mayoría de la gente vive en situaciones de una precariedad terrible
Lorena WolfferActivista

Si bien en algún momento se consideró a la Ciudad de México como una isla que estaba lejos de la violencia, como en el norte o en el Estado de México, eso cambió.

“Empezamos a descubrir que el crimen organizado sí está en la CDMX, que hay feminicidios y desapariciones, vivimos ahora en una realidad terrible como esa que vivían otras partes del país, por eso no me extraña lo que están dibujando, la gente está plasmando un reflejo de ese horror que estamos viviendo”, opina la artista.

Una exposición viva en Tlatelolco

Con la participación de casi 100 personas, para Lorena la exposición es importante, ya que evidencía las condiciones de vida que, desde la experiencia subjetiva y singular, ha vivido cada persona excluida de Tlatelolco, como la historia de Sharon, una trabajadora sexual que quisiera tener pareja, pero que, según ella, nadie la quiere porque la ven como puta; o la historia de Palmira, una mujer trans, quien se inyectó aceites que la dejaron paralítica y que ahora agradece su discapacidad, ya que sin ella hubiera continuado con su proceso y quizá no estaría viva.

“Creo en los lenguajes artísticos como herramientas para lograr algo más allá del arte, en emplear estrategias para contar historias, visibilizar fenómenos y transformar situaciones”, dice Lorena.

Una parte importante para ella es no intervenir en las vivencias ni incluir formas de interpretación del material, sino tratar de dejarlo tal cual fue dicho o hecho para que las personas cuenten sus historias en los términos que decidan.

A pesar de los esfuerzos por hacer que la cultura sea una herramienta para toda la gente, Lorena dice que existen obstáculos para lograr esta meta y uno de ellos es el recorte del presupuesto al ámbito de la cultura.

“Entiendo que estamos en un momento de revisión, que se busca acabar con la corrupción y las prácticas monopólicas, pero creo que recortar el presupuesto a la cultura no tiene ningún sentido, operamos con lo mínimo y quitarle a los que ya están en desventaja se me hace una pésima jugada”, afirma la artista.

Pero Lorena no se rinde, porque seguirá buscando plataformas para que más gente se atreva a contar su historia. La artista quiere que se hable de todas las personas, cómo viven, cómo transitan, quiénes son.

“Como parte del proyecto también les pedimos a los participantes que hicieran una lista sobre lo que les gustaría que el Centro Cultural les ofreciera, entre algunas de las peticiones están clases de zumba para personas con discapacidad”, relata la autora de la obra.

Para seguir contando historias como un acto de dignidad y resistencia, Wolffer detalló que el trabajo se llevará a diversas calles y las colonias, marcándolas como espacios geopolíticos que le pertenecen y honran a cada persona y participante del proyecto.

Historias Propias estará abierta de manera gratuita hasta el 28 de julio y contará con visitas guiadas con las artistas y participantes del proyecto los próximos días 27 y 28 de julio.

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