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“Hay personas que no reservan ningún espacio para sí mismas”, dijo en entrevista para Reporte Indigo Fernando Bayón, doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación e investigador del Instituto de Estudios de Ocio de la Universidad de Deusto, en Bilbao.
Bayón considera que desde el plano individual, el ocio se considera un eje de autorrealización y desarrollo personal. Pero desafortunadamente la mayoría de las personas tiende a construir su identidad a través de su profesión o cargo laboral.
En lugar de recurrir a sus pasatiempos, emociones o pasiones, las personas se valen de su perfil profesional “para ponerse en escena” cuando se les invita a pensar en qué es lo que los desarrolla como individuos.
Esta puesta en escena podrá alterarse si el ocio se logra concebir precisamente como “una de las claves de autorrealización y desarrollo personal”, explicó.
El también autor del libro “Ocio e innovación social: hacia un ocio comprometido con el desarrollo humano” agregó que pensar en el ocio en este sentido también “significa reconocer que la ética del trabajo, por insignia que haya hecho su historia, no sirve para narrar lo que tú eres realmente”.
En palabras de Fernando Bayón, el ocio no es sinónimo de “tiempo libre”. En realidad es “el ejercicio de tu libertad, para, aprovechando las oportunidades que te da el espacio comunitario y público, dar un sentido crítico, profundo, a tu tiempo libre”.
El ocio para renovarse… y no morir
Al hablar del ocio desde un plano “que tiene una trascendencia política, comunitaria y que afecta al espacio público”, Bayón alude a esta dimensión del ser humano como una nueva estrategia para medir, más allá de indicadores económicos como el producto interno bruto (PIB), la riqueza, el potencial y el futuro de un territorio y un país.
El investigador español también habló de la evidencia que sugiere que el ocio tiene un impacto positivo tanto a nivel individual como comunitario.
Por ejemplo, a escala individual, comentó que se ha demostrado que las personas que a lo largo de su vida cultivan un pasatiempo que les ayuda a construir una identidad puntúan más bajo en los índices de depresión.
Y tienen mayor capacidad para sobreponerse a experiencias de vida dolorosas.
Quienes cultivan un ocio “creativo, libre, sustantivo y valioso” también lidian mejor con las adversidades que surgen en etapas de cambio en la vida, las cuales son experiencias en las que “quedamos expuestos a la necesidad de reinventarnos”.
A escala política, comunitaria, económica y cultural, Fernando Bayón pone el ejemplo de la ciudad de Bilbao, en España, que “encontró una vía para reinventarse a través de la cultura”.
Así como a través de “un tipo de regeneración del espacio público que permitiera, primero, una accesibilidad universal a las infraestructuras públicas comunes”.
Específicamente, a través de la instalación del Museo de Guggenheim de Bilbao, que abrió sus puertas al público en 1997.
Y es que “lo importante de la práctica de ocio cuando se desarrolla a lo largo de la vida no solamente es que te mejora a ti como persona sino que mejora a la comunidad a la que tú perteneces como colectivo”, finalizó.