“¿Qué hay más barroco que un mole? Hay moles que tienen 24 ingredientes, son como el retablo de La Enseñanza, esta iglesia prodigiosa, eso es un mole: un retablo barroco”, sostuvo la cronista Ángeles González Gamio durante su participación en la mesa del ciclo La arquitectura y las artes, coordinado a lo largo del año por el arquitecto Felipe Leal, miembro de El Colegio Nacional.
“En el siglo XVII es cuando se va a forjar la comida mexicana y esa parte también es una expresión del barroco, una mentalidad que se reflejaba en todos los aspectos de la vida, con esa arquitectura abigarrada y, así, es un mole, una mezcla dulce, amarga, salada: todos los sabores que se imaginan, todos los ingredientes, igual que una iglesia barroca, pero también lo vemos en la literatura, pensemos en la poesía de sor Juana, de Sigüenza y Góngora, que son así, difíciles de leer porque están llenos de elementos”, prosiguió la panelista.
La cronista formó parte del panel “Arquitectura y gastronomía” realizado en el Aula Mayor de El Colegio Nacional con la participación de los chefs Enrique Olvera y Gabriela Cámara, moderados por el arquitecto Felipe Leal.
González Gamio repasó la historia de la cocina mexicana desde la época prehispánica, cuando los ingredientes, que ya existían en la antigua Tenochtitlan, se fusionaron con los traídos por los españoles de Europa y los que llegaban a través de La Nao de China de Oriente.