https://www.youtube.com/watch?v=2v_VnZTGWN8
La mezcla perfecta entre “lo nuevo y lo viejo”. Así es Charlie Rodríguez, cuyo nombre artístico es Charlie Rodd y quien, sencillamente, vino “a este mundo a hacer música (…)”, dice en entrevista para Reporte Indigo.
Su proyecto independiente ha ido forjando un camino a través de plataformas digitales, y destaca por ser “un conjunto de estilos y de tiempos”, ya que empezó con canciones “más tipo Bob Dylan y luego con unas más modernas (…) encontré un punto medio”, indica. Algo así como mezclar con armonía e inteligencia un folk-pop-rock.
Charlie Rodríguez nació en Monterrey, Nuevo León, y es un joven compositor y músico que se aventuró hace poco más de un año, en solitario, con talento y esfuerzo propio para escalar de la sombra y brillar en la escena emergente.
La música lo guía y su propuesta se distingue por ser una acertada combinación de géneros. Es fresca, moderna pero nostálgica, melodiosa y tranquila al mismo tiempo.
Rodríguez tiene la fórmula química-musical necesaria para agradarle a todo público, para sonar y deleitar a la audiencia masiva como cualquier pop, pero con la diferencia de un folk –y letras– para cautivar a oídos exigentes.
Vivir para tocar y cantar
En 1991, sus papás fueron al cine a ver la cinta de “The Doors”. Charlie estaba en el vientre de su madre, y con una muy cándida sonrisa el joven músico comparte que “le pateaba al estómago al ritmo de las canciones toda la película”.
Y es que Rodríguez nació por y para la música. De hecho, al momento de contar dicha anécdota golpeó suavemente sus manos para simular el efecto de las patadas en el vientre materno, todo bajo un compás imaginario.
Al hablar tiene ritmo y al platicar sobre lo que más disfruta en el vida, se desprende armonía… es decir, música.
Charlie cuenta que de niño sí pensó en algún momento “ser futbolista”. Aunque prefirió explorar el grandioso universo de la música, sin detenerse ni tomar rutas alternas en cuanto a pasión o vocación se trata.
Es muy seguro que de estar en una cancha, los balonazos sonarían al compás de un ritmo que solo su mente creativa podría sintetizar.
Además, siempre estuvo cercano a la música, ya que su abuela paterna tocaba el piano, “me daba mucha curiosidad la música clásica que tocaba, era muy buena y tenía mucha técnica”, narra Charlie, “(…) decidí meterme a clases con ella, pero como era una maestra muy conservadora, me daba miedo equivocarme o no aprender a leer bien…”.
Un buen día dejó de ir a clases y se convirtió en un curioso autodidacta de esta arte, “empecé a aprender yo solo, a moverle y a conocer el piano, a sacar canciones de oído. Hasta que me metí a clases de guitarra eléctrica y de canto (…)”.
Cuando dio el brinco de la guitarra eléctrica a la acústica, en combinación con su ya dominado piano, fue el momento en que dijo “wow, tengo que hacer un proyecto que tenga pura guitarra acústica (…) empecé a componer en guitarra acústica y fue saliendo todo el disco completo”.
“(…) estuvo muy raro porque, hasta hace dos años, tenía pensado tocar piano y guitarra eléctrica en todos mis proyectos. Nunca hubiera pensado comprarme una buena guitarra acústica”, pero cuando tomó “una guitarra acústica vieja que tengo ahí, me gustó cómo sonó (…) siento que estaba diseñado para hacer un proyecto de acústica”, agrega Charlie.
A este joven “Johnny Cash regio” le gusta Bob Dylan, The Beatles, The Lumineers y Mumford & Sons, lo que claramente influye en su trabajo.
Sentir y compartir
Rodd es uno de los jóvenes músicos y compositores más “compartidos” que hay. Su trabajo es desprendido con el público y a la vez inspirador para el mismo.
Le gustaría “invitar a la gente para que diga yo también quiero, yo también puedo. Y las canciones las hago de corazón, son experiencias que he tenido, no tanto como una historia con alguna persona o algo tan literal (…) es transmitir sensaciones”, expresa.
Y subraya que sus canciones son “sensaciones que tienes en diferentes relaciones o en diferentes puntos de la vida, con las que mucha gente se identifica (…) son un poco generales”, y se tratan sobre experiencias “que le pueden pasar a cualquiera pero que primeramente me pasaron a mi”.
“(…) la idea es que todas sean más o menos un mismo estilo (…) y que todo el disco tenga su secuencia, que no vayas a quitar el disco porque ¡ay ya empezó esta! (…)”. Por eso su material tiene un hilo conductor de folk “a la Rodd”, pensado en ser compartido con el escucha.
A pesar de que estar en el escenario para Charlie “es lo más padre del mundo”, él disfruta el proceso entero. Desde que termina de crear una canción y llega “una sensación muy padre, llegan ideas, haces una melodía de voz, le pones letra y de repente tienes la canción completa, la tocas y sientes algo mágico (…)”.
Pero después llega el proceso de grabación y, por ende, aparecen sentimientos y sensaciones igual de placenteras. Y qué decir del instante en que se toca en vivo, “ensamblarla con los músicos, y ver cómo la gente se te queda viendo y canta también tus canciones es otro feeling muy padre”.
Los sentimientos en el proceso de elaboración de música para Charlie “son muy diferentes, pero muy poderosos”. De hecho, compara esa sinfonía de sentimientos con el nacimiento de un hijo y el desarrollo del mismo, “es como tener al bebé y verlo crecer”.
Además es compartido también consigo mismo. Su amor por la música le permite repartir su tiempo con la carrera de Negocios Internacionales que está por terminar. Lo que no reparte es su corazón o su mente que no dejan de componer melodías cálidas, con la medida perfecta para no ser muy ruidosas, pero tampoco planas o sosas.
Pero como el joven regiomontano sabe combinar con mucha calidad el folk y el pop, así también podrá fusionar su carrera de negocios con su pasión por la música, pues en algún futuro le interesaría “dedicarse a conocer cómo se maneja (la industria musical), y aprender a administrar algo como una onda de distribución digital o plataformas y estrategias de marketing, en el mismo negocio que es la música o en el entretenimiento, sobre todo porque esa onda del business está muy padre”, señala relajado y entusiasmado a la vez.
“Soy de esas personas que no confían en nada (…) antes de tomar una decisión me pongo a investigar (…) me he metido mucho a entender en carne propia cómo se manejan las cosas (en una carrera musical)”, se sincera.
Independiente, clásico y digital
Fusionar “lo viejo con lo nuevo” para Charlie no solo aplica a sus bien logradas canciones, pues con el alma de un artista clásico se ha apoyado de un recurso básico para la ola emergente como lo es Internet.
El público en la Red es casi infinito y Charlie es el claro ejemplo del éxito de esta fórmula, ya que sus fans han tenido acceso directo a su música gracias a la rapidez de la expansión de un producto en formato digital.
Su música está disponible en plataformas como Spotify y iTunes, además los videos de sus sencillos se encuentran en YouTube.
También cuenta con un ingrediente básico para lanzarse en una carrera como independiente: la solidaridad.
Un amigo lo ayudó con la producción de sus videos, otro con la difusión en línea, “y poco a poco fui encontrando esos caminitos que seguir (…)”. En la entrevista, Charlie comenta que en este medio –y aún más siendo independiente– el apoyo llega en el camino, se aprende del recorrido de otros y así se va formando una fructífera carrera como la que claramente tiene Rodríguez.
Y es que estando en la escena, el apoyo, la competencia, el aprendizaje y sobre todo el público llegan paulatinamente, pero seguro. De hecho, su actual mánager es una persona que lo escuchó tocar en un pequeño evento musical.
A la segura… pero arriesgado
Nuevamente, el joven músico combina dos universos diametralmente opuestos porque, aunque se va a la segura y satisface su escepticismo a la hora de trabajar en un proyecto, también busca nuevas aventuras y estéticas en su trabajo.
Por ello, no descarta un día dejar la perfecta y melodiosa combinación de su estilo (folk-pop “a la Rodd”), para meterse de lleno al estruendoso metal, por mencionar un ejemplo.
Y es que se considera “muy hiperactivo, no me gusta estar en la monotonía y yo creo que a la gente tampoco, el artista que más te guste tiene discos diferentes, de diferentes estilos de música (…)”. Pero por ahora navegará por su proyecto musical que si bien está ya establecido, también sigue ampliándose como la efervescencia de la espuma.
“(…) y a lo mejor, así como al principio me dejé llevar por la guitarra acústica, sin saber qué iba a pasar, también me gustaría ver qué sigue, te puedo decir que voy a hacer rap, no sabemos… depende de cómo vaya agarrando el rumbo el proyecto y de cómo se acomoden las cosas”, comenta Rodd.
No descarta trabajar con otros artistas como con Ximena Sariñana o con la banda de rock alternativo, Enjambre. Sin tapujos señala que no se imagina “qué podría hacer con ellos, pero estaría muy padre tenerlos a ellos en mi equipo de trabajo, sería ¡wow!”.
Inclusive confiesa que si dejara su proyecto musical actual, se iría por algo más tipo rock, “o más blues, como lo que hizo Bob Dylan cuando agarró la guitarra eléctrica por primera vez (…) hacerlo en español, extraño, diferente, algo como un blues viejo, a lo mejor”, finaliza.
> “Historia”
Letra y música por Charlie Rodd bit.ly/HistoCha
> “Lo que siento”
Su sencillo está en YouTube bit.ly/LoQueSi