El mejor amigo lector
María Espinosa es la fundadora de Perros y libros, la versión mexicana de R.E.AD., un programa estadounidense de lectura con animales de compañía, que puede mejorar el autoestima de los niños
Luz RangelKala llega a la biblioteca IBBY México y los niños se acercan a acariciarla. Mueve su cola con alegría y les lame los dedos como muestra de afecto. Trae puesto su uniforme: un collar rojo de donde cuelga una placa que la identifica como parte de R.E.A.D. y en su paliacate, del mismo color, viene el logotipo.
Se trata de un programa de lectura asistida con perros cuyo significado es Reading Education Assistance Dogs. Surgió hace 20 años en la fundación estadounidense Intermountain Therapy Animals (ITA) y se ha extendido a países de Europa y América Latina.
“Aunque la prioridad está en quienes desarrollan sus habilidades lectoras en la escuela primaria, el programa también puede aplicarse a adultos mayores, jóvenes o prelectores. Se trata de fomentar el amor por la lectura y los animales”, explica en entrevista con Reporte Índigo.
María Espinosa es una amante de los animales, pero tiene un cariño especial por los perros. Desde hace 15 años rescata a los que están en la calle, algunos los conserva y a otros los da en adopción. Su acercamiento con estas mascotas la llevó a profesionalizarse en asistencia canina.
“Descubrí que existía la posibilidad de hacer terapia asistida con perros y empecé a estudiar. Llevo algunos diplomados en ese sentido, pero empiezas a ver que es necesario conocer mucho más a los perros porque vienen muy traumatizados. Me contacté con la gente de Estados Unidos, les dije que me interesaba mucho y que si podía capacitarme con ellos. Logré que me dejaran implementar el programa aquí en México”, recuerda.
María y Kala son el primer equipo de trabajo de R.E.A.D. en México. Eligió a la french poodle que la acompaña porque es muy dócil y le gustan los niños, además de que pasó las pruebas de etología.
“La historia de Kala es singular. Di un perro en adopción en Guadalajara y la persona que lo adoptó me dijo que ya no podía tenerlo. Yo siempre dejo la puerta abierta por si pasan este tipo de cosas y fui por Jerónimo, que estaba con esta perrita. Me la traje a México, yo tengo más perros y ella siempre fue muy simpática, se acopló”, platica.
Lectura lúdica o terapéutica
El primer objetivo del programa R.E.A.D. es fomentar la lectura y cambiar la idea que se tiene de ella. En esto contribuye la presencia del perrito que forme parte del equipo.
“Aprendimos que la lectura es una tarea, algo impositivo y que no se hace con gusto ni de forma divertida. A través de los perros, esta percepción para los niños cambia porque son un motivador para ellos”, sostiene María Espinosa.
Las sesiones de lectura tienen dos modalidades: en las escuelas, con una finalidad educativa o terapéutica; y en las bibliotecas, con un objetivo lúdico.
“En las escuelas se les da un seguimiento versus los avances; las sesiones son semanales durante todo el ciclo escolar. En la biblioteca es un momento de esparcimiento donde posiblemente si viene un niño no lo volvamos a ver porque aquí no hay un tratamiento de tipo terapéutico, en cambio en la escuela sí”, distingue Espinosa.
Sobre un tapete del color distintivo, los tres participantes de cada lectura toman asiento. De una maleta roja María saca los libros para que el niño elija el que quiere leer de acuerdo con sus propios intereses.
“En las dos formas es individual, es decir, nosotros no trabajamos en grupo porque procuramos que este momento sea especial y único. El niño va a tener la atención del perro y viceversa, la mía o del manejador correspondiente para responder sus preguntas y guiarlo”, explica.
Con ambas técnicas el niño mejora sus habilidades de lectura en voz alta y también hay repercusiones en su forma de interactuar con la gente, los animales y consigo mismo.
“Nos basamos en el apoyo que nos dan los perros porque son animales de compañía y no juzgan, no se burlan. Cuando un niño está en la primaria y no lee bien, está expuesto a esto y afecta su autoestima. No es algo positivo porque en vez de ayudarlo lo va a hacer rechazar la lectura”, argumenta.
A veces hay resultados desde la primera sesión, pero si se trata de una lectura de terapia pueden ser necesarios dos meses para ver cambios. La lectura siempre es personalizada.
“Con la ayuda de un psicólogo o un pedagogo tenemos que hacer mancuerna para poner objetivos de acuerdo al caso del niño, hay quienes tienen dislexia o problemas de autoestima y no podemos dar una receta”, comenta.
En la Asociación para Leer, Escuchar, Escribir y Recrear, A.C., mejor conocida como IBBY, las lecturas acompañadas por Kala son cada jueves. Muchos de los asistentes regresan.
“Los niños al tener esta experiencia es algo que quieren hacer constantemente. Ciertos niños van asiduos y ahí están formados esperando su turno porque les encanta la perra, porque ya la conocen y quieren leerle siempre”, dice María.
Perros, compañeros de trabajo
“Los perros no son una herramienta de trabajo, no son un objeto. Reivindicar la concepción en la que se tiene a los animales es muy importante para nosotros y, sobre todo, con los niños”, sostiene la fundadora.
Para incorporarse a R.E.A.D., Kala pasó por pruebas de habilidades.
“Su personalidad es algo que no se puede entrenar, por eso es bueno seleccionarlos y ver si son candidatos”.
La gente que quiera hacer la lectura también tiene que tener un entrenamiento enfocado en esta actividad para que tenga la metodología del programa”, cuenta.
La Biblioteca Benjamín Franklin es otro espacio que abrió la puerta a las lecturas asistidas con perros y también acuden dos horas, dos veces al mes. Es un servicio gratuito.