El mal de la ‘modernidad líquida’

La sociedad del siglo 21 padece de un mal y los síntomas son evidentes. Hemos llegado al punto en que lo verdaderamente importante se nos “resbala”. Conoce por qué la modernidad actual transcurre en un estado “líquido”.

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
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"Pero al vivir inmersos en esta 'liquidez' que se traduce en un estilo de vida acelerado, estamos lejos de permitir 'distraernos' en los asuntos del otro. Y a falta de tiempo para intimar con otros seres humanos que demandan nuestra atención, nos valemos de respuestas que Donskis describe como 'readymade' –automáticas o prefabricadas, por asi decirlo-, como salvavidas que nos libera de comprometernos con los demás."

La sociedad del siglo 21 padece de un mal y los síntomas son evidentes. Hemos llegado al punto en que lo verdaderamente importante se nos “resbala”. Conoce por qué la modernidad actual transcurre en un estado “líquido”.

Vivimos una realidad paradójica. Un cúmulo de estímulos acompañan nuestra existencia día y noche, las 24 horas del día, los 365 días del año. Parece que hoy no hay tiempo para darle la bienvenida al aburrimiento, sin embargo lo recibimos con frecuencia y facilidad.

Hacemos del aburrimiento la antesala a la próxima búsqueda de gratificación inmediata. Apatía, indiferencia y pérdida de interés en nuestras relaciones con terceros -rápida, por no decir súbita- y en lo que hasta el momento formaba parte de nuestro estilo de vida, son algunos síntomas que llegan sin avisar para instalarse de lleno en nuestro estado anímico.

Lo que hoy atrapa nuestra atención, mañana nos es invisible. Y así vamos afinando cada vez más nuestro expertise en el manejo del “úsese y tírese”, a la vez que hacemos de la distracción permanente nuestro modus operandi en sociedad. Una sociedad de consumo que describe lo que el sociólogo Zygmunt Bauman llama modernidad “líquida”, término que acuñó desde hace más de 10 años para retratar la condición humana y la moralidad en la era posmoderna del siglo 21, en contraste con la “solidez” que caracterizó a la sociedad de un siglo anterior. En su libro “Modernidad Líquida”, el sociólogo polaco de origen judío, señala que “la modernidad ‘sólida’ era una época de compromiso mutuo”, mientras que “la modernidad ‘fluida’ es una época de descompromiso, elusividad, huida fácil y persecución sin esperanzas”. En la modernidad “líquida”, dice, “dominan los más elusivos, los que tienen libertad para moverse a su antojo”.

Es en esta época de incertidumbre, saturada de oportunidades que difícilmente pueden ser ignoradas, donde también destacan los más hábiles para el desapego emocional, son los trotamundos, explica Bauman, que “harán lo imposible para imitar a los felices ‘globales’ que viajan livianos; y no derramarán demasiadas lágrimas al deshacerse de todo aquello que obstaculiza sus movimientos”.

El cuadro clínico del malestar

En entrevista para Reporte Indigo, el filósofo lituano Leonidas Donskis argumenta que hoy en día vivimos de prisa y es en esta carrera de vida donde vamos dejando atrás los vínculos humanos.

Por lo mismo, enfatiza que las relaciones humanas no pueden darse por sentado y que gran parte de nuestro tiempo debe invertirse en su desarrollo, en trabajar en su estabilidad.

Pero al vivir inmersos en esta “liquidez” que se traduce en un estilo de vida acelerado, estamos lejos de permitir “distraernos” en los asuntos del otro. Y a falta de tiempo para intimar con otros seres humanos que demandan nuestra atención, nos valemos de respuestas que Donskis describe como “readymade” –automáticas o prefabricadas, por asi decirlo-, como salvavidas que nos libera de comprometernos con los demás.

El concepto de “pérdida de tiempo” recibe un significado aún más exigente: ya no solo es sinónimo de mera vagancia o de disfrutar por un momento del placer de hacer “nada”. También se “pierde tiempo” si hacemos un corte en la filmación de nuestra película de vida, para alimentar nuestras relaciones interpersonales y cederles un espacio de protagonismo.

Para Donskis esto es un problema, “porque si no tenemos tiempo para otros seres humanos, no podemos desarrollar nuestro potencial (…); lo que Bauman está describiendo (entonces) es la pérdida de la sensibilidad humana, de la capacidad de respuesta humana”.

Un problema en video

“The trouble with being human these days” es un documental dirigido por el polaco Bartek Dziadosz, que parte del compendio de conceptos sociológicos de Zygmunt Bauman para retratar el lado oscuro de nuestra sociedad contemporánea: http://bit.ly/IQ7xuM

Entrevista con Leonidas Donskis, Miembro del Parlamento Europeo, filósofo, teórico político, historiador y analista social, autor de más de 30 libros, entre ellos “Modernity in Crisis: A Dialogue on the Culture of Belonging” y “Troubled Modernity and the Modern World”, ambos dedicados a Zygmunt Bauman: http://bit.ly/JXYZ1r

Somos un commodity

El filósofo Leonidas Donskis dice que el problema del padecimiento actual de la modernidad reside en el modelo económico de vida que la globalización ha impuesto.

Ya lo dijo Zygmunt Bauman en su libro “Amor Líquido”: “el éxito principal y más trascendente de la ofensiva del mercado hasta el momento ha sido la gradual (…) aunque sistemática erosión de las habilidades de sociabilidad”.

Un deterioro que se acentúa, según Bauman, “(…) por la tendencia, inspirada por el modelo de vida consumista dominante, a tratar a los otros seres humanos como objetos de consumo según la cantidad de placer que puedan llegar a ofrecer y en términos de ‘costo- beneficio’”.

Somos, entonces, un commodity más. Y es que la ambición de una sociedad de consumo es tal, que la compra (desmedida) de productos no es suficiente: también se le da la bienvenida al consumo de seres humanos.

Donskis argumenta que así como consumimos otros individuos, también hacemos de nosotros mismos un instrumento de valor de cambio a la hora de presentarnos ante los demás.

A este proceso de venta se suma como valor agregado nuestra educación y currículum, dice, así como “la manera en la que hacemos una descripción de nosotros mismos, de nuestras habilidades y nuestras competencias. Todo esto delata nuestra capacidad de tratar con nosotros mismos como mercancías”.

Y es bajo este caos de modelo de vida consumista que opera la sociedad “líquida moderna”, renuente al orden, a lo perdurable, a lo estático, al apego y a todo aquello que pueda representar una amenaza para limitar o detener su ritmo de flujo, a “solidificarse”.

Para Donskis, el consumismo es “el malestar de nuestros tiempos” y lo que hay detrás de este malestar es “nuestra incapacidad para desarrollar el arte de vivir”.

Para todo mal, existe una cura

El inventario de oportunidades que tenemos a nuestro alcance día a día agrava nuestro padecimiento, pues ser inmune a la tentación de lo que se presenta como nuevo –y más atractivo que lo de ayer-, es un reto que el hombre de la modernidad “líquida” no está dispuesto a enfrentar.

De hecho, en la sociedad de consumo la clave está en cazar cada una de las opciones, de manera que la estimulación sea constante, pero queda prohibida su explotación total; hay que estar alerta y evitar distraernos en la satisfacción absoluta de un deseo, para no dejar escapar nuevas y “mejores” oportunidades.

O como lo explica Bauman, “para que las posibilidades sigan siendo infinitas, no hay que permitir que ninguna de ellas se petrifique cobrando realidad eternamente. Es mejor que sigan siendo líquidas y fluidas, con ‘fecha de vencimiento’, para evitar que despojen de accesibilidad a las otras oportunidades, matando de ese modo la incipiente aventura”, como sucede con las relaciones humanas, por ejemplo.

Pero para todo mal existe una cura. Todo retrato –visual o sociológico- provoca una reacción, o debería de. El primer paso está en buscar la forma de paliar los síntomas del malestar de un tejido social fragmentado en el que opera nuestra actual modernidad “líquida”, desde un campo de acción personal –aunque no individual-, con mirada al bien común.

Lecciones de la crisis global, según Donskis

1. “Tenemos que ser más sensibles con otros países, con otras sociedades, con otros individuos. Como Bauman dice, ‘tenemos que redescubrir la capacidad de los humanos para responder, la sensibilidad humana’ ”

2. “Un ser humano necesita de otro ser humano. No creo que podamos restablecer nuestra esperanza sin reconstruir nuestras asociaciones de poder. Algo tiene que realizarse con nuestros modelos de educación, algo tiene que realizarse con nuestra educación, y con nuestra cultura intelectual”

3. “Tenemos que pensar sobre algunas cosas que son más duraderas y más confiables (…) lo que verdaderamente permanece son las conexiones humanas (…) tenemos que ser más modestos, menos arrogantes, pensar menos en nuestro éxito, en nuestro poder en términos de nuestro éxito económico o poder político. Es mejor pensar en términos de solidaridad humana, estabilidad, diálogo, entendimiento mutuo”.

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