En las últimas semanas se ha abierto un debate en redes sociales con respecto al llamado lenguaje inclusivo, que pide agregar un tercer género o un género neutro para las palabras en español; sin embargo, aunque a muchas personas les parece un cambio necesario, también hay quienes rechazan firmemente la idea, con argumentos como “si quieren hablar lenguaje inclusivo que hablen lenguaje de señas“.
Pero ¿qué tan correctos son este tipo de comentarios?, ¿el lenguaje de señas es realmente ‘inclusivo? Dichas afirmaciones podrían resultar no solo incorrectas, incluso discriminatorias, y aquí te compartimos por qué.
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Para empezar, debemos comprender qué es y para qué sirve el lenguaje de señas, pues este es la lengua que utilizan las personas sordas en el país y posee su propia sintaxis, gramática y léxico y en México tiene su propia versión conocida como Lenguaje de Señas Mexicano (LSM), y al igual que el español, tiene sus características regionales en cada país.
Ahora, debemos entender a qué se refiere el llamado ‘lenguaje inclusivo’, pues dicho término hace referencia única y exclusivamente a la necesidad de existencia de un tercer género, que rompa con la concepción binaria de masculino-femenino en las palabras en español que tienen desinencias de género.
Por tal motivo el término lenguaje está mal empleado en dicha expresión, pues en realidad solo se refiere a pequeños cambios en un sistema y lenguaje estructurado como el español.
‘Lenguaje inclusivo’ corresponde a un cambio social
El “lenguaje” inclusivo corresponde más a una evolución social y política, en la que se acepta la existencia y libertad de ser de personas que no se identifican con la binariedad de género establecida en la sociedad (hombres y mujeres).
A diferencia del LSM o las lenguas indígenas, este no se trata de un sistema de comunicación, sino una expresión política y cultural que no busca imponerse a nadie, sino evolucionar la forma en la que utilizamos el español para que esté más de acuerdo con las problemáticas sociales actuales.
Verrrrrrga pic.twitter.com/Kg1V7MIAqe
— Amigo Incómodo (@IncomodoGDL) August 24, 2021
Entonces… ¿El lenguaje de señas mexicano sí es inclusivo?
No lo es. Y esto en el sentido de quienes lo comparan con el llamado ‘lenguaje inclusivo’, poniendo en el mismo espacio dos cuestiones y problemáticas totalmente ajenas la una a la otra, pues la necesidad de reconocer la existencia de personas de género no binario y el ábanico de la diversidad sexual dentro de las palabras en español, dista mucho de un sistema complejo de señas diseñado para que las personas sordas puedan comunicarse entre ellas y con el mundo.
Sin embargo, el lenguaje de señas sí resulta “inclusivo” en otras cuestiones, pues como señala Bárbara Limón, psicóloga de la UANL, la lengua de señas te permite adentrarte a un mundo y una cultura única y te abre la perspectiva del lenguaje.
“He visto a personas que desde que empezaron a aprender lengua de señas se les enriqueció aún más la parte de la inclusión y toman otros cursos como de braille, y se involucran más en este rubro. Esto te hace quitarte de limitantes y prejuicios”, señaló la psicóloga.
Además de esto, el LSM también tiene términos inclusivos en cuanto a género dentro de su gramática, y los cambios se han hecho por inconformidad de las mujeres sordas, como lo explica el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), en su Diccionario de Lengua de Señas Mexicana.
Y es que debemos entender que mencionar el LSM solamente para menospreciar el ‘lenguaje inclusivo’ no sólo recalca un rechazó y alejamiento de la comunidad sorda dentro de la sociedad, sino que también se aleja de los argumentos necesarios para el debate en torno al ‘lenguaje inclusivo’.