El yogur griego está en pleno apogeo en todo el mundo. Esto se debe a que contiene el doble de proteína y la mitad de azúcar del yogur común.
Además, su consistencia es más cremosa que la del yogur tradicional y contiene menos carbohidratos que otros productos lácteos similares.
También mejora el proceso digestivo porque contiene menos lactosa que otros yogures.
Tal vez por estas razones es un alimento tan popular. Eso sin contar que es rico en vitamina B-2 y B-12, y en magnesio y potasio.
Pero, más allá de su fama y de los beneficios que aporta para llevar una dieta sana y balanceada, el yogur griego tiene su lado oscuro.
Malo para el medio ambiente
Según un artículo publicado en el sitio Modern Farmer’s, al elaborar este lácteo, se genera suero ácido, un subproducto del yogur griego que al descomponerse, se vuelve tóxico y le roba oxígeno al agua de los ríos. En pocas palabras, desaparece la vida acuática y mueren los mantos acuíferos.
De hecho, el llamado suero de queso, un derivado similar al suero ácido del yogur griego, acabó en los últimos años con decenas de miles de peces en Estados Unidos, agrega Justin Elliott, de Modern Farmer’s.
“Debido a que la producción de yogur griego creció tan rápido, nadie tuvo el tiempo necesario para detenerse a analizar otras opciones viables”, dice Dave Barbano, científico de la Universidad de Cornell.
Diversas compañías ya tomaron acciones para eliminar el suero sin afectar la calidad del producto.
Incluso Chobani, una de las empresas productoras de yogur griego más reconocidas del mundo, emitió un comunicado en el que explica que procederá a retirar el suero ácido.
Habrá que esperar la reacción de otros productores de yogur griego, cuya demanda sigue aumentando en el mercado mundial.