El juego de la vida
Ante el escepticismo del público, la diseñadora de juegos asegura que tiene matemáticas que lo comprueban y hace un recuento de los deseos más comunes que las personas tienen antes de morir: todos se pueden cambiar en vida, jugando.
Las cinco peticiones comunes que las personas hacen en su lecho de muerte son:
María Alesandra PámanesAnte el escepticismo del público, la diseñadora de juegos asegura que tiene matemáticas que lo comprueban y hace un recuento de los deseos más comunes que las personas tienen antes de morir: todos se pueden cambiar en vida, jugando.
Las cinco peticiones comunes que las personas hacen en su lecho de muerte son:
1. “Ojalá hubiera trabajado menos”, lo que para McGonigal significa que la persona hubiera querido pasar más tiempo con su familia e hijos mientras crecen, es decir, jugando con ellos. De hecho, en un estudio reciente de la Brigham Young University School of Family se afirmó que los padres que más jugaban videojuegos con sus hijos, tenían relaciones a largo plazo más sólidas con éstos.
2. “Ojalá hubiera pasado más tiempo con mis amigos”, los juegos en redes sociales o en línea nos mantienen en contacto con personas que probablemente no veríamos en años, según dice Jane.
3. “Permitirme ser más feliz”, de nuevo, los juegos en línea son proclives a mejorar el humor y liberar el estrés, que a largo plazo es felicidad.
4. “Hubiera querido expresar mi verdadero yo”, en este punto es importante poner atención a nuestras metas y a superar eventos que parecen “derrumbarnos”.
5. “Me hubiera gustado vivir mis sueños y no lo que otras personas querían de mi”, en este punto es importante poner atención a nuestras metas y a superar eventos que parecen “derrumbarnos”.
¿Por qué tanta fe a los juegos?
Jane cuenta su experiencia y señala que, basada en psicología, cuando jugamos, tomamos los retos de la vida con mayor creatividad y determinación.
McGonigal sufrió de una conmoción cerebral que la llevó a crear Jane the Concussion Slayer, un juego de roles que la ayudó en su recuperación.
Así, en la vida real, la diseñadora adoptó una identidad secreta y tuvo sus aliados (su familia) para combatir a los malos. Y aunque parezca infantil, al cabo de pocos días, la depresión y la ansiedad fueron desapareciendo. Pero no todo fue fácil, pues el juego no fue la medicina o la recuperación completa a sus dolores de cabeza y problemas cognitivos.
La diferencia radica en que “aún cuando tenía los síntomas, incluso cuando tenía dolor, dejé de sufrir”, dice.
El juego lo subió a Internet y lo llamó “SuperBetter”, pues no todos tenían sus problemas y en poco tiempo, personas de todo el mundo adoptaron su “identidad secreta”, juntaron aliados y comenzaron a estar “super better”, al enfrentarse a “villanos” como cáncer, depresión y dolor crónico, señala Jane en la plática.
El juego ayudaba a las personas cuando sufrían de post-traumatic growth (que no es lo mismo que post-traumatic stress disorder), que es el cambio psicológico que aparece como resultado de luchar contra situaciones o circunstancias muy difíciles en la vida.
“Los científicos ahora saben que un evento traumático no nos condena a sufrir indefinidamente. En cambio, podemos utilizarlo como un trampolín para liberar nuestras mejores cualidades y llevar vidas felices”, dice McGonigal.
Cada hora del día, del resto de tus días, pásalas de manera que no tengas esos cinco deseos frustrados en tu lecho de muerte. Y con vida “extra”, tendrás más tiempo para jugar y seguir tus sueños, finaliza Jane McGonigal.