El innombrable

A veces no entiendo cuál es el afán de ciertas bandas o DJs de esconderse detrás de nombres difíciles de identificar o casi imposibles de pronunciar.

Quizá debamos de culpar a Prince y su cambió de nombre artístico en los primeros años de la década de los 90. 
Sus razones contractuales tenía, pero Prince ya era una figura conocida cuando decidió cambiar su nombre por un impronunciable símbolo que después fue registrado como "The Love Symbol" 
o "Símbolo de Amor".

Juan Antonio Zertuche Juan Antonio Zertuche Publicado el
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A veces no entiendo cuál es el afán de ciertas bandas o DJs de esconderse detrás de nombres difíciles de identificar o casi imposibles de pronunciar.

Quizá debamos de culpar a Prince y su cambió de nombre artístico en los primeros años de la década de los 90. 
Sus razones contractuales tenía, pero Prince ya era una figura conocida cuando decidió cambiar su nombre por un impronunciable símbolo que después fue registrado como “The Love Symbol” 
o “Símbolo de Amor”.

Hoy esta costumbre es más común en los circuitos de la música experimental electrónica o leftfield. Por ejemplo, en los últimos dos años hemos visto lanzamientos de bandas con nombres como 10-20, 2562, YYU, Pop. 1280, oOoOO o Nguzunguzu.

Después de este ejercicio de 
trabalenguas, me voy a enfocar en 
Nguzunguzu (se pronuncia “En-Gu-Zu En-Gu-Zu”), el dueto californiano 
que está conformado por  Asma Maroof y Daniel Pineda.

Después de haber lanzado el año pasado un par de mixtapes y EPs con un enfoque electrónico bailable, el dueto regresó en 2012 con un sonido más 
experimental con el EP “Warm Pulse”.

En cinco tracks, Nguzunguzu logra apartarse por completo del estilo que les hizo un nombre en el circuito de música electrónica.

Con influencias que apenas y 
se asoman, los californianos diseccionan ritmos de R&B, rap, dubstep, grime y uno que otro sintetizador new age.

Recientemente el dueto lanzó un video para “Smoke Alarm”, quizá la canción más digerible de este EP. Las imágenes que acompañan la experimentación de su música hacen completo sentido en el video que fue 
dirigido por Chris Coy y Patrick Walsh.

El “nuevo” estilo de Nguzunguzu bien podría identificarse con actos como el misterioso Holy Other, e incluso con el extraño –pero atractivo– experimento llamado “Sushi” de James Ferraro , artista con el que también comparte casa discográfica (Hippos In Tanks).

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