El “crowdfunding” –o financiación colectiva– es un método cada vez más popular para recaudar fondos en favor de cualquier tipo de proyecto.
Kickstarter puso en el radar esta nueva forma de hacer las cosas, pero antes del boom de este sitio ya existía Indiegogo.
Este sitio fue lanzado en enero de 2008 en el Festival de Cine de Sundance, enfocándose únicamente en el cine independiente. Su primer éxito de recaudación sucedió tres meses después de su lanzamiento gracias a “The Lilliput”, un documental sobre la historia de Umchzek Kerber, una judía que sobrevivió al Holocausto.
A partir de 2009, el sitio dejó de ser exclusivamente para cine y comenzó a incluir a todas las industrias. En 2010 se asoció con Fractured Atlas –organización de servicios de arte no lucrativa– para utilizar su programa de patrocinio fiscal, lo que le permitió apoyar proyectos no comerciales en búsqueda de financiación de la comunidad artística. En ese mismo año ya había más de 3 mil 500 proyectos en el sitio.
Actualmente Indiegogo está operando en 196 países con más de 100 mil proyectos, desde tratamientos de fertilidad hasta instalaciones de arte, pasando por trasplantes de corazón y apoyo a pequeños negocios.
Pero, ¿cuál es la diferencia con todos los otros sitios de financiación colectiva que existen?
Mientras Kickstarter admite solo proyectos que tengan un principio y fin definidos, como por ejemplo crear una pieza de arte o producir aparatos tecnológicos, Indiegogo no rechaza ningún proyecto y se ha convertido en el sitio para recaudar dinero para causas caritativas, cosa que está prohibida en Kickstarter.
“Indiegogo está completamente abierto, lo que significa que no se requiere presentar una solicitud para empezar una campaña, se pueden crear campañas para cualquier cosa”, dice Danae Ringelmann, fundadora y directora de operaciones del sitio, en entrevista vía correo electrónico para Reporte Indigo.
Pero es precisamente esta política –de no revisar cada uno de los proyectos– lo que les ha traído algunas críticas, pues puede ser más susceptible a fraudes o a la aparición de proyectos inexistentes, aunque hasta la fecha parece estar lleno solo de buenas intenciones.
El ejemplo más notorio sobre esto es la campaña lanzada para ayudar a Karen Klein (según Danae, una de las favoritas de los 45 empleados de Indiegogo), una mujer de 68 años que trabaja como inspectora de un autobús escolar. Karen fue captada en video mientras un grupo de estudiantes le gritaban cosas ofensivas.
El video llegó a manos de un usuario de Reddit que decidió lanzar una campaña para recaudar fondos para enviar a Karen de vacaciones. La meta inicial era de 5 mil dólares, pero la historia llegó al corazón de tantas personas que al final se lograron recaudar más de 700 mil dólares, una cantidad que casi le permitirá jubilarse.
Y aunque la meta no se hubiera cumplido (si viviéramos en un mundo de personas sin corazón), el dinero que se hubiera recaudado, así fuera solamente un dólar, se le hubiera entregado a Karen. Esa es otra de las diferencias de Indiegogo, el financiamiento flexible que permite que los creadores de las campañas se puedan quedar con el dinero aunque no hayan alcanzado la meta deseada.
En la mayoría de los otros sitios de “crowdfunding” solo existe la opción de quedarse con el dinero si es que se llegó a la meta planteada.
Aunque la financiación colectiva aún está en sus etapas iniciales, los creadores de Indiegogo están viendo un cambio masivo en la economía; conforme el comportamiento en Internet evoluciona de un mundo de transacciones a un mundo de relaciones.
“Más allá de las recompensas y las donaciones, las personas podrán obtener ganancias a cambio de lo que donaron. Este espacio ha recorrido un largo camino donde las personas se reúnen en torno a intereses en común, las campañas crean su propio ciclo de noticias, y ‘crowdfunding’ se convertirá en una palabra del vocabulario regular”, afirma Ringelmann cuando se le pregunta sobre el futuro de Indiegogo.
Presión a los creadores
A veces, recaudar el dinero es la parte más fácil para los emprendedores que ponen su proyecto en estos sitios, pues una vez que lograron la meta empieza la producción, y es ahí cuando empiezan los problemas.
Muchas de las campañas que están en Indiegogo y Kickstarter son ideas que aún no están materializadas. Los creadores ponen una fecha estimada para cumplir con su parte del trato, pero muchos han tenido que aplazarlas debido a que no calcularon bien el tiempo que les llevaría desarrollar el proyecto una vez que contaran con el dinero.
Este es el caso de los relojes “Pebble”, un proyecto que logró recaudar 10 millones de dólares, casi 10 veces más de lo que pedía originalmente. Actualmente hay más de 65 mil personas esperando para recibir este gadget cuyo atractivo principal se encuentra en su pantalla.
“Definitivamente es mucha presión. Hay más de 65 mil personas que pre ordenaron un reloj que todavía no existe”, dice Eric Migicovsky, la mente detrás de “Pebble”, cuya fecha de entrega programada para septiembre tuvo que atrasarse.
Y así como él, existen más casos de malos cálculos que han llevado a los emprendedores a reconsiderar sus proyectos, pues a veces el éxito de una campaña puede ser abrumador. Hay quienes entienden el funcionamiento del sistema y comprenden que haya retrasos, pero también hay quienes toman a estos sitios como tiendas online y esperan que los productos por los que pagaron sean entregados a tiempo. Y si no es así, que les devuelvan su dinero.
“La gente se está dando cuenta que hay un verdadero riesgo involucrado en invertir en cosas que se encuentran en etapa de desarrollo, ya sea una idea, una causa caritativa o un producto; y están empezando a entender que no están comprando en Amazon”, dice Wil Schroter, cofundador de Fundable, otro sitio de “crowdfunding” enfocado en el desarrollo de pequeñas empresas.
¿Qué pasa si una campaña falla?
Pero, ¿qué sucede cuando una campaña no puede cumplir lo que prometió a pesar de haber logrado la meta?
Todo era más fácil en 2009, cuando salió a la luz Kickstarter, los proyectos principales eran para apoyar a artistas poco conocidos. Ahora, los proyectos que más dinero recaudan en este sitio son aquellos en los que los donadores pre ordenan productos.
A pesar de que cada sitio tiene sus políticas, y en ellas dice que los creadores tienen la obligación de devolver el dinero si el proyecto falla, lo cierto es que aún no tienen mecanismos para hacer esto posible.
Este es el problema que está enfrentando Kickstarter, ellos no se hacen responsables si el creador devuelve o no el dinero, por lo que los emprendedores que han tenido retrasos en las fechas de entrega y aquellos que incluso han fallado completamente, se las tienen que arreglar por su cuenta para salir bien librados de estas situaciones.
El siguiente reto para estos sitios de financiación colectiva será analizar cada una de las transacciones para definir si deben ser tratadas como donaciones o como compras.
Mientras eso sucede, los proyectos de financiación colectiva necesitan seguir por el proceso de maduración.