El graffiti, una expresión cultural y política que lucha y se manifiesta

Ana Lizeth Mata Delgado, profesora e investigadora de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, explica la importancia de la restauración de los grafitis, una especialidad cada vez más común, ya que son reconocidos como parte de la identidad cultural e historia de la sociedad
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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La calle está viva, respira a través de los colores, su gente y sus expresiones como lo pueden ser los murales, el arte urbano y los grafitis, mismos que por su misma condición al estar expuestos a la intemperie quedan en una situación de abandono.

Sin embargo, en los últimos años, especialistas de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del INAH se han preocupado por la preservación del grafiti, pues ha sido una expresión poco comprendida por la sociedad.

Ana Lizeth Mata Delgado, profesora y restauradora de la ENCRyM, junto con un grupo de especialistas, se han encargado de conservar el grafiti, pues en entrevista expresa que son manifestaciones de la sociedad que merecen ser atendidas.

“Cada vez hay mayor interés de conservar, documentar y recuperar ciertas manifestaciones que están siendo importantes. Por ejemplo, toda la producción callejera de los años 60, a partir de los grupos del Movimiento del 68, de grupos artísticos como Tepito Arte Acá salían a las calles para dar su perspectiva sobre lo que sucedía en ese momento.

“Ahora casi nadie discutiría conservar los archivos del año 68, pero todo lo que está sucediendo en la actualidad también nos hará referencia a las memorias, a un momento específico en la calle, un tipo de técnica de factura que, de pronto, queda relegado”, informa Mata Delgado a Reporte índigo.

La especialista aclara que, tanto el street art como el grafiti cumplen una función social y poseen un significado. Tienen un valor estético y se han innovado gracias a los materiales que se utilizan en su realización.

Y aunque son expresiones artísticas similares, pues ambas se realizan al aire libre y se caracterizan por su diversidad técnica, estilística y temática, en su mayoría de carácter crítico, el street art “hace uso de temas visuales con más imágenes y poco o nulo texto”.

“El grafiti muchas veces está limitado por tipografías que corresponden a la firma o nombre del creador, por lo que pocas personas lo comprenden, pero ha evolucionado e integrando figuras de personajes, desde cantantes, políticos o revolucionarios”, explica.

Es necesario más expertos en grafiti

Ana Lizeth ahonda en la importancia de que más especialistas se enfoquen en la restauración y conservación del grafiti. Ella inició hace más de 15 años, su primer trabajo con una obra mural callejera fue en el Faro Indios Verdes, desde entonces se ha preocupado por desarrollar mejores técnicas de conservación.

“Cuando empecé me decían que no se conservaba porque está en la calle, y por su naturaleza efímera y transgresora del espacio público. Pero, he desarrollado unas fichas de registro y de documentación, ya no sólo enfocadas en foto, sino en técnicas de factura, medidas, artistas, firmas, incluso aquellos elementos que están a su alrededor”, dice la docente, quien además dirige el Seminario-Taller de Restauración de Obra Moderna y Contemporánea.

Ana Lizeth Mata Delgado recuerda que David Alfaro Siqueiros llegó a utilizar para sus murales pincel de aire, piroxilina y materiales sintéticos, con los cuales al día de hoy se ocupan para los grafitis, no solamente aerosol.

En la actualidad, el grafiti se muestra más complejo, con composiciones y técnicas diversas. Incluso, ya los mismos artistas se han preocupado por proteger sus obras o añaden elementos como el código QR o de geolocalización.

“Hasta las dinámicas de la calle fueron modificándose, y de cierta forma, también la mirada. A lo mejor la gente dirá ‘está rayado’, pero hay un sector que le interesa, porque habla de un momento y de una memoria, son sus álbumes fotográficos, ven representadas a su familia y porque también cada vez hay gente que se dedica al grafiti y al arte urbano”, sostiene.

Actualmente la especialista está restaurando dos obras del Proyecto Tepito Arte Acá: la serie de 32 murales ubicados en la Unidad Habitacional Los Palomares y el mural El ñero en la cultura, en la UAM Xochimilco, de 1982 realizado por Daniel Manrique Arias.

El grafiti, una expresión artística sin protección

En la actualidad también existen museos dedicados al grafiti. También hay gestores que se dedican a la curaduría de ver qué artistas, temáticas y tendencias son mejores, por un tema material o de historia.

“Es interesante repensar nuestras calles, ¿qué queremos que conserve, queremos hacer una especie de selección natural? Cuando vas por la calle, a lo mejor el mural que viste hoy ya no está mañana, porque también está destinado a estar cambiante”, argumenta.

La docente recuerda que a inicios de los años 90, en México se empezó a utilizar las paredes para anunciar festivales de cumbia y rock, ahora esas técnicas se han retomado o muchas veces ya se han ido desarrollando ante las necesidades actuales.

“Ya no solamente es la pintura sobre muros, sino que son elementos añadidos. Todo eso complejiza a la calle, pero también le da un carácter diferente, porque son un campo de estudio infinito”, expone.

Sin embargo, a pesar de su riqueza y evolución, el arte urbano no tiene una protección ante alguna ley.  A pesar de que exista, por ejemplo, La Ley 72 de la Ley Federal de Sitios y Monumentos, solamente aclara y reconoce la protección al patrimonio cultural.

“La Ley 72 es de las pocas y únicas en el mundo que tiene México, pero se hizo hace 50 años y contempla otro tipo de patrimonio. Por lo que el grafiti es una manifestación artística que no tiene protección de ley”, expone.

Para que un bien sea patrimonio artístico debe contar con ciertas características, con las cuales un grafiti regularmente no cuenta, inclusive por considerar que su presencia no es relevante o aportativa.

“Hablamos incluso desde este blanqueamiento que hacen en la ciudad de pintar todo de blanco y dejar todo parejo sin ningún tipo de criterio. Si bien la conservación va más allá de un tema de ley, el que la comunidad busque o les interese que algo se conserve juega un papel muy importante.

“Nos han puesto a pensar, como sociedad e instituciones sobre qué trasciende, porque si dejáramos todo lo que se pinta sería imposible leerlo. Vivimos en una comunidad tan grande como la Ciudad de México, no podemos cerrarnos si nos gusta, o no el grafiti, va más allá, pues hablan de nuestro momento histórico social y cultural y hacia dónde vamos”, concluye.

Preservan el grafiti

La especialista Ana Lizeth Mata Delgado explica que para poder restaurar un grafiti deben considerar varios pasos.

“Primero se hace un diagnóstico exhaustivo para trabajar a partir de su deterioro y así determinar el alcance, porque la restauración busca ser muy respetuosa con los bienes. No somos artistas, somos restauradores y usamos diferentes materiales dependiendo la situación, con una metodología y un parámetro ético, no queremos invadir al autor.

“Hay materiales recientes que parecerían ser de mejor calidad, y curiosamente son mucho más vulnerables a ciertos procesos que una pieza que ya tiene siglos de existencia.  Entonces, tenemos que hacer pruebas con probeta para ver cómo va a reaccionar cierta composición y poder echar mano directamente en las obras”, explica.

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