En noviembre de 2019, Ottobock, empresa alemana fabricante de prótesis, órtesis y sillas de ruedas, y patrocinadora oficial de los Juegos Paralímpicos, organizó por primera ocasión en México la Running Clinic, encuentro en el que participaron 13 jóvenes latinoamericanos con amputación de miembro inferior, quienes tuvieron oportunidad de probar las prótesis deportivas.
Durante tres días, el fotógrafo mexicano César Ibarra documentó el evento, capturando la energía y magia de lo ocurrido. El resultado se materializó en una serie visual de la que destaca Nada nos detiene, imagen galardonada con el tercer premio del concurso fotográfico “Las personas con discapacidad en la vida cotidiana”, reconocimiento que entrega, desde hace casi 20 años, el Instituto Universitario de Integración a la Comunidad (INICO), de la Universidad de Salamanca, en España.
“Estoy muy contento de que me hayan dado este premio, porque me permite dar visibilidad y poner sobre la mesa lo que significa la imagen en sí para el sector que está dirigida”, platica Ibarra a Reporte Índigo.
Para el artista visual fue una experiencia particular, pues aunque anteriormente ya había hecho trabajos documentales sobre la vida de las y los jóvenes con alguna discapacidad, en este confluyeron más emociones.
“Es una serie de varias chicas y chicos latinoamericanos que volvieron a correr, literalmente, porque les fueron amputadas algunas partes inferiores de su cuerpo y, por primera vez, volvieron a correr con prótesis deportivas, fue un proceso de llegar a conocerlos”, narra.
Estar en ese espacio lo enfrentó a diversos prejuicios que, lamentablemente, la sociedad tiene hacia este sector, pero, a medida que las y los iba conociendo, se fueron desvaneciendo. Esto permitió que se diera una charla muy natural con ellos, impregnando sus fotografías con un poco de intimidad.
“Traté de retratar a una persona, no una con discapacidad, y lo que me encontré fueron personas que tienen dificultades, como las pueden tener cualquier otra, fue algo espectacular de vivir”, comparte.
Una vivencia genuina y real, hecha desde el cariño y amor, así relata César esta experiencia, por lo que espera se pueda repetir en más ocasiones, pues estos eventos son necesarios, no sólo para la gente que padece de algún tipo de discapacidad, sino que ayudan a acoger con respeto la diversidad.
Además, agrega, de este evento obtuvo grandes aprendizajes, como dejar a un lado prejuicios e ideas preconcebidas sobre este sector poblacional.
“En particular a mí me gustaron mucho las imágenes, porque se acercan a otro tipo de lenguaje. De manera recurrente se tratan estos temas con mucho pudor y pena. Fue un proceso, sobre todo, muy significativo para mí, porque se caen esos prejuicios que traía encima y que creo es el principal obstáculo con el que se enfrenta este sector de la población”, indica.
El mensaje detrás de un salto
En sus imágenes se aprecia la relevancia del trabajo en equipo y cómo, gracias a la tecnología, se puede practicar el deporte tras una amputación, lo que deriva en libertad de movimiento y un sentimiento de superación y fortaleza en cada persona.
“Desde que las estaba tomando me enfoqué mucho en elementos estéticos, como iluminación, el contraste, la geometría dentro de la imagen y, esta pieza en particular, (Nada nos detiene), tiene un conjunto de estas cosas, algo muy bonito fue la línea que se hizo en el piso, las personas que están saltando, con todo lo que eso significa, porque para nosotros un salto es casi de lo más común, pero para ellos significa algo muy importante”, relata.
En varias de sus fotografías, César retrató a Manuel Oppenheimer, un niño argentino de sólo 10 años, integrante de Running Clinic y que, por una bacteria llamada meningococemia, perdió sus extremidades cuando tenía apenas un año y medio.
En Nada nos detiene se puede observar a Manuel, junto a otro atleta retratado justo en el llamado “instante decisivo”, en un salto símbolo de esfuerzo y años de trabajo y dedicación.
“Hay mucho material que todavía tengo que mostrar, pero tuve que hacer una selección de tres piezas para que, al final, se escogiera una, y seleccionaron esta, de la cual estoy honrado, pues se le agregan otros significados y símbolos al poder compartir con ellos sus logros”, expresa el artista visual.
Para 2022 tiene planes claros, como seguir produciendo y documentando este tipo de actividades deportivas, así como dar a conocer todos los esfuerzos realizados por las personas con discapacidad para participar en ellas.
En el caso de esta serie, espera poder montarla y difundirla en alguna publicación. Además de que se le dé la oportunidad de exponerla en algún museo o recinto, sin embargo, hasta la fecha no ha concretado alguna propuesta.
El trabajo de César Ibarra para 2022
Aunque el trabajo de César Ibarra esté enfocado en la fotografía editorial y publicitaria, su mirada siempre estuvo latente en el periodismo y el documental.
Sus primeros trabajos los realizó en la Fundación Mujeres y Cultura Subterránea A.C., por lo que su material más reciente es, de alguna manera, el reencuentro con una de sus más grandes pasiones: contar historias reales.
“Cada vez que veo las fotografías, trato de encontrar nuevos significados, más que un aprendizaje concreto, me deja una herramienta para seguir pensando acerca de ellas. Lo que me gusta en las fotos es que son como abrir un libro nuevo, siempre te da la posibilidad de aprender algo más”, reflexiona.
La posteridad en la imagen
Para César Ibarra, el futuro de la fotografía y su compromiso está en informar y crear discursos, pues como artistas visuales tienen la responsabilidad de ocupar ese lenguaje para emitir mensajes que contribuyan a la reflexión y al conocimiento.
“Hay un lenguaje bastante básico que estamos utilizando como sociedad, podría decir, casi hedonista, que se va a volver un poco más complejo conforme se crean nuevas ideas dentro de la sociedad. Se me hace muy interesante hacia dónde va a ir todo esto, porque hay una hiperproducción de imágenes que esperaría, y me gustaría, se utilizaran para el desarrollo humano”.
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