Hasta ahora, Internet ha sido un paraíso para muchos. Desde los vloggers que encontraron fama y riqueza en sitios como YouTube, hasta los autores independientes que pudieron publicar sus libros en la Web.
Sin embargo, la era de las oportunidades en línea podría llegar a su fin, sobre todo si compañías como Google, Facebook y Amazon adquieren más poder y consolidan el monopolio de las búsquedas, la mercadotecnia social y las compras en línea.
Dos grandes… problemas
La semana pasada, corrió el rumor de que Google, a través de YouTube, adquiriría el sitio Twitch TV, una startup de tres años que sirve como plataforma para que aficionados a los videojuegos realicen torneos y compartan grabaciones de sus mejores momentos.
El precio sería de mil millones de dólares, y aunque en apariencia esto podría hacer a la pequeña empresa capaz de mejores cosas, los usuarios del sitio se preocuparon, ya que Twitch era un espacio no supervisado por ContentID, el “monstruo del copyright” de Google, que se dedica a detectar –a veces erróneamente– violaciones a los derechos de autor en los videos de YouTube.
Los clientes de Twitch temen perder los videos que han compartido durante años, por razones que les parecen injustas, como haber tenido música protegida por derechos de autor sonando mientras grababan.
MetaFilter, un blog comunitario, se vio afectado por una decisión de Google. De acuerdo a un texto publicado el 19 de mayo por Matthew Haughey, creador de la plataforma, cambios en los algoritmos de búsqueda de Google contribuyeron a una importante pérdida de tráfico.
Y tendría que dejar ir a dos miembros de su staff, que solía tener ocho personas, para evitar desaparecer a mediados del verano.
Facebook, por su parte, controla el tipo de contenido que se produce y cómo se comparte, con sus algoritmos de publicidad.
Las decisiones editoriales de sitios y blogs, con frecuencia se determinan según la cantidad de Shares que esperan obtener en esta red social, y la forma de compartirlos cambia con las políticas de la plataforma de Mark Zuckerberg.
Libres para comprar (lo que Amazon quiera)
Amazon no ha estado libre de escándalos. Esta semana, se hizo público un conflicto entre el sitio de ventas en línea y la editorial Hachette, que imprime los libros de autores como J.K. Rowling y Nicholas Sparks.
Al parecer, Amazon había recurrido a varias tácticas para evitar que sus usuarios compraran libros de esta editorial, como respuesta a un desacuerdo en las negociaciones entre las dos empresas.
Desde sugerir libros de compañías distintas como “Artículos similares”, hasta retrasar los tiempos de envío o no hacer disponibles las nuevas publicaciones, la compañía de Jeff Bezos intentó forzara Hachette a apegarse a sus estipulaciones.
Los más afectados en este caso fueron, por supuesto, los autores de los libros.
Y aunque estos son solo ejemplos recientes, ilustran de forma clara el poder que los gigantes de Internet tienen sobre la forma en que opera la Red.
Como explica Andrew Leonard en un artículo de la revista Salon, “no hay nada orgánico en ser exitoso en línea; solo está la pregunta vital de si has entendido o no el código”.