La Guerra Civil Española representó la muerte de miles de intelectuales, médicos, científicos y artistas en manos de las escuadras falangistas. Sin embargo, México recibió a cientos de españoles republicanos, quienes continuaron con el estudio de diversos campos de la ciencia y la cultura.
Entre ellos el padre del médico y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, José Luis Díaz Gómez, quien comparte que su tío Manuel Díaz González “Manolo” no contó con la misma suerte que su padre, pues fue asesinado durante la Guerra Civil.
“Nací en México, pero es una historia familiar, muy intensa y fuerte. Por otra parte también me tocó al estudiar medicina y orientarme hacia las neurociencias, sobre todo a raíz de estar en contacto con uno de los maestros del exilio español de la UNAM, el doctor Dionisio Nieto, quien fue psiquiatra, neurobiólogo y maestro de muchas generaciones de neurocientíficos”, narra Díaz Gómez.
Así como Nieto, toda una generación de médicos provenientes del exilio español compartieron sus conocimientos en México, sus mentes dieron un ímpetu a la cultura mexicana, nación que se recobraba de la Revolución Mexicana.
José Luis Díaz Gómez, miembro de número de la @AMLengua, presenta, en el ciclo “Lecturas estatutarias de la AML”, un ensayo sobre la importancia del exilio español republicano en México. Jueves 12 de enero, a las 13:00 h, a través de YouTube y Facebook.
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Científicos como Augusto Fernández Guardiola, promotor de la psicofisiología, el antropólogo Santiago Genovés o el fisiólogo Eduardo Nicol fueron parte de esa generación, cuyas investigaciones ayudaron a que México se nutriera en estas áreas.
“El hecho de haber conocido, tratado de cerca y de haber sido discípulo de los exiliados investigadores médicos en México, me da una idea mucho más cercana de cómo era mi tío, cuál era su ideología, cuál era su postura y de conocer a médicos españoles que fueron también militantes de izquierda republicana. Uno de ellos fusilado en Valencia, fue el rector de la Universidad de Valencia, el doctor Peset.
“Otro caso fue el de un médico de la misma provincia de mi tío, que aunque no lo mataron, pasó muchos años en la cárcel. Ellos fueron los sacrificados y los transterrados, exiliados españoles que lograron escapar y fueron maestros en México, sobre todo de las ramas de la investigación científica en la UNAM y la medicina”, refiere.
El exilio y la neurociencia
Gran parte de las neurociencias en México se desarrollaron a partir del exilio español. Y aunque ya en México se empezaron a desarrollar la fisiología, sobre todo del sistema nervioso, pero con la aportación de esta generación de mentes la ciencia tuvo un mayor impulso.
Y aunque la gran referencia durante la historia del exilio español ha sido su parte política y la aportación en las artes por Luis Buñuel o Remedios Varo, Díaz Gómez rescata las aportaciones en la ciencia.
“La contribución en la ciencia es la menos conocida, pero sí está muy bien revisada. Puedo mencionar sobre la neurociencia, en particular la patología, porque se desarrolla en México por la escuela del maestro Isaac Costero, quien fue reclutado por Ignacio Chávez, como jefe del Departamento de Patología”, detalla.
Gracias a Costero se profundizó sobre la investigación anatomopatológica, la cual apoya el desarrollo de la medicina y el estudio de los tejidos enfermos.
El avance en la psiquiatría
Otro de sus discípulos de Isaac Costero fue el doctor Ruy Pérez Tamayo, recién fallecido hace un año, con quien Costero echó a andar toda la especialidad de patología en todos los hospitales de México.
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“También con Dionisio Nieto, quien se preparó dentro de la psiquiatría clínica y se dedicó a estudiar las bases cerebrales de las enfermedades mentales. Esa era su orientación, en una época en la que México fundía el psicoanálisis y las doctrinas más psicogénicas de la psiquiatría”, manifiesta el médico José Luis Gómez.
“Podría decir que Nieto es el padre de la psiquiatría experimental en México, o sea, de estudiar alteraciones cerebrales que cursaban con enfermedades mentales, sobre todo del tipo de la psicosis. La más prevalente en todo el mundo era la sífilis, que curiosamente gracias al advenimiento de la penicilina fue prácticamente erradicada”, dice.
Antes de la penicilina, por ejemplo, la sífilis, evolucionaba al tercer grado, afectando al sistema nervioso y producía una forma de locura, lo cual provocó que mucha gente terminara en los manicomios.
Dionisio Nieto, quien posteriormente participó en la Sociedad Mexicana de Neurología y Psiquiatría, consideraba que la esquizofrenia y la psicosis en general, tenían una base cerebral. Esto lo enfrentó a las escuelas más dominantes en la época de los años 50.
En la época de los años 60, fue jefe de servicio de psiquiatría en el Hospital de Neurología. Debido a sus contribuciones se creó la especialidad de neuropsiquiatría.
“Fue una conversación un poco pionera en aquella época, lo que es interesante es que estaban en la misma sociedad, o sea, convivían el maestro Nieto con su doctrina organicista con los psicoanalistas freudianos. Esta controversia ha sido muy larga y sigue vigente, de hecho, hoy en día, hay un divorcio entre las dos escuelas”, refiere.
El investigador de la Academia Mexicana de la Lengua aclara que gracias a estas contribuciones también hubo un mayor avance en la psicoterapia y la psiquiatría, así como el uso de algunos fármacos para tratar algún padecimiento mental.
“Estamos lejos aún de lo que a mí me parecería más deseable, que es una integración de estas dos ramas. Pero hay muchos colegas clínicos que sí tienen la suficiente preparación para ofrecer al paciente, tanto un servicio psicoterapéutico como el uso de fármacos cuando se requiere, o sea, psiquiatras de amplio espectro con esa capacidad, que yo siento que es un poco el futuro de la especialidad”, concluye.
La Escuela de Cajal
Santiago Ramón y Cajal, fue uno de los médicos y científicos más reconocidos debido a su estudio en histología y anatomía patológica.
“Ganó el Premio Nobel de Medicina en 1906 por su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso. Fue el descubridor de la sinapsis y de la neurona como la unidad celular del sistema nervioso. Sus trabajos son clásicos y fundamentales para la neurociencia moderna. Antes de Cajal, España era un país con muy poca investigación científica”, detalla.