Muchos somos culpables de romper la dieta después de un día especialmente estresante, porque “nos lo merecemos” o porque necesitamos hacer algo que nos relaje y nos ayude a olvidar los problemas.
Pero un estudio de la Universidad del Estado de Ohio sugiere que esta costumbre podría tener consecuencias peores que las que imaginamos, pues el estrés ocasiona que el metabolismo opere más lentamente, y que el cuerpo queme menos calorías que durante un día normal.
Los investigadores entrevistaron a 58 mujeres sobre factores estresantes de su día, como discusiones en el trabajo o malentendidos en la familia, y les dieron una cena de 930 calorías y 60 gramos de grasa.
Además, les colocaron máscaras diseñadas para medir la actividad metabólica a través de la cantidad de oxígeno inhalado y dióxido de carbono exhalado. También midieron sus niveles de azúcar en la sangre, colesterol, insulina y cortisol, también conocido como “la hormona del estrés”.
Los resultados indicaron que las mujeres que reportaron tener mayores niveles de estrés durante las 24 horas anteriores quemaron, en promedio, 104 calorías menos que sus compañeras que tuvieron días más relajados.
De acuerdo con los expertos, esta diferencia calórica podría significar un aumento de 5 kilogramos en un año, solamente por el hábito de comer cuando se está estresado.
La razón es que las mujeres estresadas registraron mayores niveles de insulina, que obstaculiza el proceso de conversión de las calorías en energía, y favorece que estas se transformen en depósitos de grasa. La insulina tiene este efecto tanto en hombres como en mujeres.
Así que, aunque el estrés es difícil de prevenir y evitar –y es importante intentarlo– tomar conciencia sobre lo que se come en esas situaciones y procurar no caer en el hábito de consumir más calorías como recompensa por un día pesado, podría evitar el aumento de peso.