El sonido de la compra de colchones y fierro viejo en general, desde hace años forma parte de la identidad sonora de la Ciudad de México (CDMX). En el marco de la lamentable muerte de Crsintina Pacheco, recordamos el momento en que “desenmascaró” a la persona detrás de esta característica voz.
El trabajo de Cristina Pacheco es reconocido por su perpetuo interés por ver y escuchar la identidad de la Ciudad de México con una mirada que solamente ella tenía.
🚨 #ÚltimaHora | Fallece Cristina Pacheco a los 82 años pic.twitter.com/bVxUCsB8nG
— Reporte Índigo (@Reporte_Indigo) December 21, 2023
Cuando Cristina Pacheco reveló el rostro detrás del popular sonido de fierro viejo
En este contexto, en uno de los populares programas de los que la periodista formó parte, de hecho el más antiguo, “Aquí nos tocó vivir”, Cristina Pacheco reveló quién era la voz detrás de la popular grabación que suena por las calles de la capital mexicana.
“Se compran colchones, tambores, refrigeradores, lavadoras, microondas o algo de fierro viejo que venda”, es lo que repite una voz grabada por María del Mar Terrón cuando tenía menos de 10 años.
Fue en 2012 cuando Pacheco visitó una casa en la colonia Villa San Lorenzo Chimalco, municipio de Chimalhuacán, Estado de México. Ahí, del Mart Terrón nació y creció en una casa de su abuela, a la que le agregaron unos cuartos. Entonces tenía 19 años, por lo que ahora rondará los 29.
En el programa también se reveló a qué se dedica actualmente la joven detrás de la voz. Ahora se hace llamar “Chimbombita” cuando ameniza fiestas infantiles como payasa, oficio al que se dedica incluso antes de grabar la voz del popular sonido.
La joven madre (ahora tiene una niña de la misma edad que ella cuando hizo la grabación) pasó también por diversas mudanzas a lo largo de su vida. En su conversación para el programa de Pacheco afirmó que todas ellas fueron para superar su economía.
Así fue le momento de la grabación
“Chimbombita” también compartió cómo fue todo el proceso de la grabación del icónico audio. Compartió que su padre escribió en un papel lo que debía decir, cuando ella iba en cuarto de primaria.
“De hecho, nos tardamos como 4 horas. Se equivocaba, se trababa (…) y era: ‘repítelo’. No me gustaba y ya estaba muy cansada porque fue desde las 12 de la noche hasta las 4 de la mañana”, apuntó Marco Antonio, padre de la joven.