El costo de ser soltero y… ¿orgulloso?

Soltero y… ¿orgulloso? Esto es lo que reporta una proporción cada vez mayor de la población de millennials, que no tiene ni quiere estar en una relación romántica comprometida.

En parte este fenómeno es cuestión de fortaleza de números: cada vez menos personas se casan. Un estudio reciente realizado por el Pew Research Center señala que en los países desarrollados como Estados Unidos, aproximadamente el 49 por ciento de la población en edades de entre 25 y 34 años jamás se ha casado.

Rolando Hinojosa Rolando Hinojosa Publicado el
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49 %
a proporción de la población en edades de entre 25 y 34 años viviendo en mercados desarrollados que jamás se ha casado, según datos del Pew Research Center
La soledad está relacionada directamente con el aumento de los niveles de estrés, depresión, paranoia, ansiedad, adicción, declive cognitivo y suicidio
"No puedo evitar sentirme ilegítimo, periférico, como si me faltara una pieza crucial de equipo humano"
Tim KreiderEnsayista, hablando sobre su soltería
https://www.youtube.com/watch?v=xejUAWpn3tg

Soltero y… ¿orgulloso? Esto es lo que reporta una proporción cada vez mayor de la población de millennials, que no tiene ni quiere estar en una relación romántica comprometida.

En parte este fenómeno es cuestión de fortaleza de números: cada vez menos personas se casan. Un estudio reciente realizado por el Pew Research Center señala que en los países desarrollados como Estados Unidos, aproximadamente el 49 por ciento de la población en edades de entre 25 y 34 años jamás se ha casado.

Los cambios generacionales de las últimas dos décadas han tenido como resultado el que las actitudes y presiones sociales respecto a la necesidad de entrar en una relación romántica tradicional después de pasar los 30 o 40 años de edad son vistas como cada vez más arcaicas por una parte importante de la sociedad.

El diario The New York Times (NYT) reporta que “la soltería ahora está siendo celebrada como un estilo de vida legítimo; nos llaman ‘solteros orgullosos’ o ‘quirkyalones’”.

Más allá de etiquetas culturales, este fenómeno también se manifiesta en hábitos de consumo: el portal de reservaciones OpenTable reporta que en los últimos dos años el número de personas que salen a cenar solas a restaurantes se ha incrementado en un 62 por ciento.

Sin embargo, no todos quienes entran en este grupo de solteros están contentos con esta situación o eligen conscientemente mantenerse sin pareja. La misma nota de NYT indica que la “soltería orgullosa” que tanto se destaca “parece estar confinada exclusivamente a los artículos de revista; he visto pocos especímenes en el mundo salvaje”.

Sola soltería

Escribiendo en NYT, el ensayista Tim Kreider señala que “en momentos raros, pensando en todas mis amistades, coqueteos y ligues, cada uno con su propia mezcla única de camaradería, afecto y tensión sexual, me siento privilegiado, como si mi vida fuese mucho más rica que las de mis amigos que están atrapados en matrimonios duraderos”.

“Pero solo y despierto en las horas posteriores a la medianoche, no puedo evitar sentirme ilegítimo, periférico, como si me faltara una pieza crucial de equipo humano”, agrega el autor.

Kreider no está solo, ni describe un fenómeno que se manifiesta solamente en las relaciones románticas. Más y más estudios muestran que es cada vez menos probable que la población joven tenga amistades fuertes y duraderas o que conozca a sus vecinos lo suficiente como para depender de ellos en un momento de crisis.

La Fundación de Salud Mental, una organización no-gubernamental británica, reporta que esta epidemia de soledad es problemática debido a la fuerte correlación entre ésta y problemas de salud mental como mayores niveles de estrés, depresión, paranoia, ansiedad, adicción, declive cognitivo y suicidio.

“Tratamos nuestras redes sociales como algo incidental, pero son fundamentales para nuestro bienestar”, dice el psicoterapeuta Nicky Forsythe en entrevista con el diario The Guardian.

La letra A

Otra tendencia en las relaciones que cobra cada vez más visibilidad y cuestiona las formas tradicionales de entablar vínculos interpersonales son los movimientos de identidad de la letra ‘a’: los asexuales y los arománticos.

En el caso de los primeros, se trata de personas que experimentan atracción romántica pero no sexual, mientras que en el de los segundos se trata de una ausencia de atracción tanto romántica como sexual.

Estas personas se siguen enfrentando a paradigmas y estructuras que no comprenden el que alguien pueda no sentir estos tipos de atracción, lo cual frecuentemente resulta en diagnósticos de trastornos mentales u hormonales que incluso pueden llevar a tratamientos innecesarios e incluso dañinos.

Además, los testimonios de estas personas señalan que la prevalencia de un paradigma fijado en el sexo y el romance como una parte esencial de la interacción humana vuelve más difícil entablar relaciones interpersonales significativas y duraderas.

Sin embargo, escribiendo en el diario El País, Irene Blanco y Sonia Tello dicen haber “tardado 15 años en darme cuenta de que el problema no lo tengo yo, sino la sociedad, que utiliza el sexo hasta para vender un spray antigrasa”.

Factura social

La creciente prevalencia de la soltería, sea ésta elegida o no, no está libre de costos a nivel social.

De entrada están los costos individuales ya mencionados, pues los hombres y mujeres solteras tienden a reportar menores niveles de satisfacción que las personas casadas de su misma edad. Esto está relacionado con una mayor propensión al alcoholismo, depresión y ansiedad.

Pero además de esto, en lo colectivo la prevalencia de la soltería está asociada con otro fenómeno: la inversión de las pirámides demográficas y la consecuente alza en la tasa de dependencia del mundo.

La mayor frecuencia de personas que jamás se casan ni tienen hijos y de personas que postergan esta decisión hasta que es improbable que tengan más de un hijo resulta en una reducción en el ritmo de crecimiento poblacional. 

En un mundo que se enfrenta a presiones significativas por la sobrepoblación y sus consecuencias, esto podría sonar como algo bueno. Sin embargo, para el Estado de bienestar representa un problema debido a que una menor proporción poblacional de niños lleva a una inversión en la pirámide demográfica.

Cuando esto sucede, la tasa de dependencia (la relación entre la población dependiente y la población económicamente productiva) se incrementa, lo cual implica que la población anciana representa un carga cada vez mayor para el resto de la población, cuyo trabajo y contribuciones fiscales mantienen el sistema de pensiones y gastos sociales funcionando.

México: Bono desaprovechado

A diferencia de otros países desarrollados o mercados emergentes, México se encuentra en un momento en el cual su tasa de dependencia no está creciendo rápidamente. 

La edad relativamente joven de la población debería de dar un impulso al crecimiento económico del país de aquí al 2025, según estima la calificadora crediticia Moody’s, en un fenómeno conocido como ‘bono demográfico’.

Sin embargo, esto no quiere decir que el país sea inmune a los efectos del envejecimiento de una generación que escoge tener cada vez menos hijos. Si no se aprovecha el respiro ofrecido por el bono demográfico, el país podría ver aún mayores dificultades al final de la década.

Un estudio realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) indica que para que este bono se traduzca en un beneficio real, es necesario que se incremente la inversión educativa y se invierta en el capital humano (sobre todo en el de los jóvenes).

A esto se suma un reporte publicado recientemente por el Instituto Brookings, una investigadora no-gubernamental estadounidense. Éste indica que los gobiernos de los países que se enfrenten a esta situación deben ofrecer incentivos y programas de apoyo para volver más atractivo y asequible el matrimonio y la formación de una familia para una mayor parte de la población.

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