El costo de emigrar a Estados Unidos
Vivir el “sueño americano” puede convertirse en una pesadilla, al menos en términos de salud.
Existe amplia evidencia de que los inmigrantes hispanos que viven en Estados Unidos (EU) gozan de una mayor esperanza de vida que su contraparte nacida en el país de origen. Esta ventaja desaparece con la adopción del estilo de vida propio de los norteamericanos.
Eugenia RodríguezVivir el “sueño americano” puede convertirse en una pesadilla, al menos en términos de salud.
Existe amplia evidencia de que los inmigrantes hispanos que viven en Estados Unidos (EU) gozan de una mayor esperanza de vida que su contraparte nacida en el país de origen. Esta ventaja desaparece con la adopción del estilo de vida propio de los norteamericanos.
La ingesta de alimentos con gran aporte calórico, aunada al sedentarismo y la adopción de hábitos nocivos para la salud como fumar y beber alcohol, están provocando que las nuevas generaciones de hispanos nacidos en EU vivan aproximadamente casi tres años menos que sus padres, con padecimientos como diabetes, hipertensión y enfermedades del corazón.
Los adultos hispanos son 14 por ciento más propensos a ser obesos, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, publicados en 2010 en The Journal of the American Medical Association. El riesgo para los niños hispanos es 51 por ciento mayor, en comparación con los niños blancos no hispanos.
“Hay algo respecto a la vida en Estados Unidos que no es propicio para una buena salud a través de las generaciones”, dijo a The New York Times Robert A. Hummer, demógrafo social de la universidad de Texas, en Austin.
El diario estadounidense señala que las porciones y la accesibilidad de los alimentos en EU deslumbran a los recién llegados, pues lo perciben como una promesa ilimitada de su nueva vida en el país.
Y pone el ejemplo de Brownsville, en Texas, una ciudad fronteriza “salpicada de restaurantes de comida rápida”. Está ubicada en el condado de Cameron, “que tiene una de las tasas más altas de obesidad y diabetes en el país”.
“Trabajas tan duro, que quieres utilizar tu dinero de una forma inteligente”, expresó Aris Ramírez, trabajadora de servicios comunitarios de salud en Brownsville.
Explicó que cuando las personas escuchan “el doble de papas fritas por 49 centavos más”, piensan que se trata de una oferta económica.
Esther Ángeles, quien desarrolló diabetes desde que emigró al país vecino del norte hace 15 años, hoy está consciente de la problemática: “en México, comíamos de forma saludable y ni siquiera lo sabíamos. Aquí, sabemos que los alimentos que ingerimos son malos para nosotros. Nos sentimos culpables. Pero los comemos de todas formas”.