El compromiso de las sombras: documentando las costumbres religiosas en Cuajinicuilapa, Guerrero

Al interior de México, en un área rural donde no hay propiamente un sacerdote, o una figura patriarcal que lleve las misas de difuntos, existe Lizbeth, una rezadora que es convocada para estos duelos y llevar los ritos que despiden al cuerpo presente y lo adentran al más allá, sin embargo, ella no es una mujer común, es una persona trans, que es aceptada por la comunidad
Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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La vida agreste, en todos los sentidos, al interior de México, resalta por su precariedad, la falta de oficios orilla a millones de mexicanos a desplazarse, a abandonar la tierra, a dejarla sola con sus viejos, que se mueren solos, o acompañados por quienes se quedaron atrás, en estos lugares olvidados de la mano de dios.

En Cuajinicuilapa, en la Costa Chica de Guerrero, se encuentra Lizbeth, una mujer rezadora que se encarga de los ritos fúnebres de esta comunidad, que pueden durar horas para despedir el cuerpo, desde entrada la madrugada hasta llegado el amanecer, y que se emplean métodos poco ortodoxos para cualquier religión conocida o preestablecida.

Pero los pobladores aceptan a esta mujer, la respetan por quien es, y se dejan llevar por su trance, que indica cómo despedir a los muertos, con cánticos, velas, rosarios y arreglos florales, para terminar el duelo final antes de llegar a la sepultura.

Lo cierto de Lizbeth, es que ella ha recibido este legado, de otras mujeres que atendían estas necesidades del pueblo, y la eligieron a ella, por su gusto a cantar, la empujaron a hacer los rezos, los preparativos y poco a poco se adentró a estas prácticas que poco a poco se han ido desvaneciendo de los pueblos de México.

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Además, Lizbeth nació “en una bolsa”, dígase en la placenta sin romper, esto le dio aún más, un toque místico, como una posible elegida, porque además, ella nació siendo varón, pero decidió su camino como una mujer.

Con este contexto, se desarrolla El compromiso de las sombras, documental de Sandra Luz López Barroso, y que fue producido por Karla Bukantz, quienes lo compartieron en una función especial en Cuórum Morelia, festival LGBT+, que transcurre del 8 de noviembre al 3 de diciembre del 2022.

“Fueron dos años de rodaje, dividido en cuatro etapas, la primera fue la más larga, un mes de rodaje, me acompañó Isis Puente, haciendo sonido directo y yo cámara y dirección, justamente porque son rituales muy íntimos, en espacios pequeños y de por si llevar la cámara me parece muy intrusivo”, describió López a la concurrencia al final de la exhibición del testimonial.

Las realizadoras compartieron, que al día de hoy, Lizbeth no ha querido ver el documental, ni estar presente en una de sus proyecciones, ya que ella siente que es irrelevante invertir su tiempo en ello, cuando tiene que estar atendiendo los compromisos religiosos de la comunidad.

“La invitamos a Cuórum, tengo muchas ganas de que esté en las proyecciones, pero su respuesta es ‘amiga tengo que rezarle a la Virgen de Guadalupe en la fiesta del pueblo, si yo me voy ¿quién va a hacer estos compromisos?’ entonces ella está verdaderamente comprometida con su comunidad”, se sincera la documentalista.

Al ser este un documental observacional, hay aristas de la vida de Lizbeth que no quedan del todo plasmadas en el largometraje, sin embargo la directora compartió este tipo de detalles en el conversatorio con el público, como por ejemplo que la herencia de estas prácticas, se recibieron de otra matrona, hace más de 100 años.

“Existió una mujer, una partera y rezandera en San Nicolás, Guerrero, llamada María Petatán, ella le dejó esto de los rezos a cuatro mujeres más, la Tía China, Elida Hernández, Guadalupe y Minerva, y solo queda Elida. Lizbeth incluso migró a Estados Unidos, pero retornó hace como 13 años y estas mujeres ya mayores, empezaron a ver que a Lizbeth le gustaba decorar en las fiestas del pueblo y la jalaron para los entierros”, describe López.

Este oficio femenino, el de rezarle a los muertos y darles la última despedida, es un legado que cada vez más se pierde en México, por eso decidieron hacer El compromiso de las sombras, como una especie de tributo a las costumbres en esta zona del país.

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