El Cervantino también se vive fuera de los escenarios; en las calles de Guanajuato
La edición número 52 del Cervantino continúa, mientras residentes afirman ver una menor cantidad de visitantes que años anteriores.
José Pablo EspíndolaEste fin de semana concluye la edición 52 del Festival Internacional Cervantino, y aunque las calles no están abarrotadas como otros años, la fiesta, la música y las artes escénicas no dejan de tomar esta colonial ciudad. En ellas se puede observar a turistas y residentes bailando “Payaso del rodeo” en el Jardín Unión o disfrutando del Teatro Juárez sin la necesidad de ingresar a su sala, ya que sus escalinatas y su estructura iluminada, se convierten en uno de los lugares favoritos de muchos.
Fuera de los escenarios y lejos de las grandes compañías que conforman la edición 52, que tiene a Oaxaca y Brasil como Invitados de honor, la fiesta continúa en sus calles. Estudiantinas entretienen con música y muchas anécdotas a los visitantes. “¡Callejoneada, súmate a la callejoneada. Últimos boletos!”, gritan para invitar a los asistentes a vivir una noche divertida. También, decenas de payasos hacen reír a los presentes a cambio de unos cuantos aplausos.
En mano, como si se tratara del accesorio de temporada, la gente lleva elotes y esquites, con chile del que pica y del que no pica. En los puestos que los venden hay filas, incluso antes de que el vendedor o la vendedora termine de poner su puesto. Y es que muchos ya tienen sus favoritos.
¿Un Cervantino diferente?
De las tres semanas que dura el Cervantino, era común que el último fin de semana fuera el de mayor afluencia; pero este año la historia parece ser otra “Algo está pasando, la gente ya no viene como antes, uy, ya me hacía mi buen dinerito en estas fechas, pero ve, la calle está sola”, cuenta Ricardo, un vendedor de gelatinas originario de Guanajuato.
Un mesero de Casa Valadez, uno de los restaurantes más emblemáticos de la ciudad y con una ubicación privilegiada, no dice mucho, pero no deja duda de que no la están pasando nada bien. “¿Y qué tal de gente?”, se le pregunta. Como respuesta solo levanta los ojos, como señal de que la cosa no va bien y agrega “ya no es como antes”.
En épocas cervantinas había que hacer fila para entrar, la tarde del jueves no. Había mesas disponibles. Rosario está junto con su familia disfrutando de un show de payasos en la Plaza de los Ángeles, dice no estar interesada en la programación de la llamada “Fiesta del espíritu”. “Es que mis niños se aburren”, confiesa, así que prefiere sacarlos a pasear y que disfruten de los payasitos, “esos sí les gustan”.
“Fíjate que cada año yo noto menos gente, ya que estas cosas creo que no le llaman la atención a los turistas, ya no vienen, y eso es bueno y malo, ¿no? Porque luego ni podías caminar y nos dejaban toda su basurota, pero malo pues porque no hay ventas”, opina Rosario y no está equivocada. Los números en las últimas fechas no han favorecido al “festival más importante de América Latina”, y, al parecer, la historia de este año no será diferente.