El Cerdo De Babel, un espacio de resistencia para el arte en Coahuila

En una ciudad con pocos festivales culturales y poca inversión para el arte, este lugar logra cumplir dos décadas y más de 200 exposiciones en sus instalaciones ubicadas en el Centro Histórico de Saltillo
Christian Luna Christian Luna Publicado el
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Era 2004 y Gustavo Cerati seguía en este plano terrenal. La ciudad de Saltillo, Coahuila, apenas rondaba los 400 mil habitantes. Jerónimo Valdés y Sergio Castillo se graduaron de la facultad de comunicación de la universidad pública, y poco tiempo después decidieron colocar las primeras seis mesas del que sería uno de los espacios más comprometidos con la creación artística, que hay en el norte del país: El Cerdo de Babel.

A un costado de la Iglesia San Esteban, del lado de los Tlaxcaltecas, cruzando la mítica acequia que dividía al pueblo hace más de cuatro siglos entre españoles e indígenas, encima de uno de los primeros panteones en el que daban santa sepultura a los nativos, se cimentó lo más parecido a un museo de arte contemporáneo que hay por estos lugares, una taberna.

Era 2004 y la vida social de la capital de Coahuila terminaba a las 7:00 de la noche, cuenta Jerónimo. Último año de Enrique Martínez y Martínez como gobernador para después recibir la administración de Humberto Moreira.

Dos décadas después, con cerca de un millón de habitantes, los bares de la ciudad sostienen gran parte de las exposiciones de arte a falta de presupuesto. Según información pública, el 40 por ciento de los 244 millones destinados a la Secretaría de Cultura de Coahuila, este 2024, se destinaron a realizar proyectos; el otro 60, a pagar los salarios de los trabajadores. Es uno de los estados con menos recursos para este rubro en el país.

“La ciudad ha crecido mucho. También el Centro Histórico. Cuando recién abrimos, había dos lugares más anteriores a nosotros. Era un centro puramente comercial. No tenía vida después de las siete. Podías pasar por aquí y no había una sola persona. Las farolas estaban apagadas. Entonces, los primeros meses nos traíamos un balón y jugábamos fútbol para pasar el tiempo”, señaló Jerónimo Valdés, uno de los dos socios del bar.

Era 2004 y las personas aún bajaban canciones de Napster y LimeWire. Mtv influía en los gustos de los jóvenes. Blockbuster era un buen negocio. En El Cerdo, las personas llegaban con sus cd´s para pasarlos a la computadora del local. Se intercambiaban bandas nuevas. Aun así, nunca se tocó a Caifanes, asegura Jero.

Así llegó el arte a El Cerdo de Babel

El arte fue pensado para llenar las paredes del bar, desde un inicio. Como carecían de obra propia, pidieron al fotógrafo Ignacio Valdés una muestra de sus fotografías para exhibirlas. Él incitó a realizar la primera exposición visual.

Lo que comenzó como decoración se fue convirtiendo en algo mucho más complejo. Con el paso del tiempo, para los artistas, exponer en este bar significó que su obra sería apreciada por cientos de personas que ahora visitan el lugar.

A lo largo de 20 años, se han levantado más de 200 exposiciones, en su mayoría visuales, sin contar las presentaciones de libros, la producción editorial, proyección de cine, charlas sobre temas de interés, y diferentes formas de hacer cultura.

“Eso obviamente hace a El Cerdo más interesante, pero también nuestra vida es más interesante porque estás conociendo siempre artistas nuevos y tienes conexión con ellos y discusiones. Al Cerdo, lo definiría más como una negación a lo que había antes. Es todo lo que no había. A los recintos públicos no va nadie. Van a la inauguración tus amigos y tu familia y luego no entra nadie. Van 100 personas en un mes y aquí cada día entran 200 personas que verán tu obra y la van a discutir. En un mes, a lo mejor te vieron tres mil personas”, dijo.

En la ciudad, cada vez son más los centros culturales independientes que mezclan la comida y la bebida para sobrevivir. Son muy pocos los que sobreviven. Apenas un par de establecimientos superan la década de haber abierto sus puertas.

“Sería poca madre para los artistas que hubiera lana del gobierno fluyendo, pero también hay que ver qué puedes hacer desde tu trinchera y no esperar siempre las becas y los apoyos. Creo que la media sería lo óptimo: que el gobierno haga su chamba, pero también que haya una generación de cultura desde la independencia”, indicó.

El Cerdo de Babel y los recuerdos que atesora

Son varias las anécdotas que Jerónimo atesora. Desde defender el árbol de la fachada para evitar ser talado por el municipio, hasta el día que una piñata enorme de un cerdo fue decomisada por la policía tras creer que se trataba de una burla hacia el gobernador Rubén Moreira.

“Ha habido algunos pasajes como cuando un alcalde nos cerró una temporada. Hubo una marcha para abrir El Cerdo, con pancartas y todo. En algún momento también salvamos el árbol. Y lo de la piñata sucedió porque estaba en la plaza de armas y los guardias pensaron que era una burla contra el gobernador y prácticamente se lo llevaron arrestado”, compartió.

Ahora, para festejar los 20 años, un cerdo rojo gigantesco en forma de gomita, escultura del artista Francisco Leza, adorna la plaza Tlaxcala. El hecho recuerda a la localidad de artistas aquél episodio del arresto de la piñata, aunque Jerónimo niega alguna intertextualidad intencional entre los dos hechos.

Como testigos de lo que ocurre con el arte y la literatura en una ciudad sumamente industrializada, los socios observan que hay mucho talento que todo el tiempo está intentando expresarse y darse a conocer. El gran problema es la falta de consumidores.

“En Saltillo hay un talento así como  muy grande tanto a nivel de artistas plásticos, literatura, teatro pero lo que no hay, o hay muy pocos, son consumidores. El mercado es muy cerrado y muy escueto. Generalmente lo que sucede es que los propios amigos de artistas son los que compran arte. Me gustaría que en algún momento empiece a fluir hacia otros lados, que haya coleccionistas industriales que traigan otra onda”, señaló.

Es 2024. El Cerdo de Babel cumplió 20 años. Los hijos de quienes se conocieron en sus mesas visitan el bar y beben con sus papás. Gustavo Cerati partió. Las redes sociales lo dominan todo. La inteligencia artificial genera temor y curiosidad. Las personas ya no escuchan discos completos.  Veamos qué sucede en las próximas dos décadas.

El cerdo ya funciona muy bien, no es muy grande. No nos interesa crecer en espacio ni en sucursales, ni nada de eso.  Ni Sergio, ni yo somos administradores, ni restauranteros. Nada de eso.  Vinimos a caer aquí como por suerte”, concluyó Jerónimo.

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